La esquiva realidad libia
Tras 42 a?os del ¡°divide y vencer¨¢s¡± del dictador, abundan las tensiones en la Libia pos-Gadafi
Abdulrazag Elaradi ha sido hasta las elecciones del 11 de julio uno de los representantes de Tr¨ªpoli en el Consejo Nacional de Transici¨®n. Elaradi personifica ese calificativo tan de moda estos d¨ªas en el mundo ¨¢rabe: islamista moderado. Suele usar trajes sin corbata y en vez de una larga barba prefiere lucir un moderno bigote, bajo el cual sonr¨ªe generosamente. Estudi¨® en Egipto y Estados Unidos, y en su p¨¢gina de Facebook (donde tiene casi 600 amigos) describe sus creencias religiosas como ¡°musulm¨¢n con amor¡±.
Semanas despu¨¦s de la muerte de Gadafi, Elaradi recib¨ªa a delegaciones internacionales y periodistas en su oficina en Tr¨ªpoli. Lo primero que declaraba en un correcto ingl¨¦s nada m¨¢s empezar sus entrevistas fue: ¡°Esta revoluci¨®n la hemos hecho todos los libios juntos, no pertenece a una tribu o a una ciudad¡±.
Ya entonces preocupaban los riesgos de fragmentaci¨®n del pa¨ªs. En las calles de Tr¨ªpoli, milicias armadas de diferentes ciudades compet¨ªan por el dominio de barrios y puntos estrat¨¦gicos como los dos aeropuertos de la ciudad. Pero para Elaradi, los sacrificios hechos por todos los libios durante un duro conflicto de ocho meses les unir¨ªa para afrontar los retos que quedaban por delante. Cuando se le preguntaba sobre las perspectivas electorales de los islamistas en Libia, aseguraba que poco tendr¨ªan que ver con los de T¨²nez o Egipto ¡°porque Gadafi sembr¨® el miedo durante demasiados a?os¡±. Pronosticaba que ¡°los liberales y los islamistas tendr¨¢n peso, pero los nacionalistas ser¨¢n los m¨¢s influyentes¡±.
La desintegraci¨®n del Ej¨¦rcito dej¨® un vac¨ªo de poder que fue ocupado por un centenar de milicias
En aquel momento, estas explicaciones resultaban confusas. Si Gadafi hab¨ªa sido tan odiado, ?por qu¨¦ iba a influir tanto el futuro voto de los libios? ?Y a qui¨¦n se refer¨ªa cuando hablaba de nacionalistas?
Ocho meses m¨¢s tarde se han cumplido los augurios electorales de Elaradi. Con una participaci¨®n del 60% y sin incidentes serios de seguridad, la coalici¨®n liderada por el ex primer ministro interino Mahmud Yibril ha m¨¢s que duplicado los resultados de los islamistas moderados del Partido Justicia y Construcci¨®n. Yibril se ha presentado bajo un lema nacionalista con referencias al islam mientras que los islamistas moderados han intentado distanciarse de la marca de los Hermanos Musulmanes, asociada con la influencia externa egipcia.
Los resultados han sido recibidos por muchos en Occidente como una noticia positiva en el contexto pol¨ªtico regional dominado por islamistas. Sin embargo, los medios internacionales siguen pintando un panorama sombr¨ªo de Libia: un pa¨ªs al borde del colapso en el que milicias armadas, tribus enfrentadas y grupos separatistas ponen en entredicho el futuro del pa¨ªs como tal.
El an¨¢lisis m¨¢s profundo de dos acontecimientos que tuvieron lugar en el pa¨ªs en los ¨²ltimos meses sugieren algunas pistas para entender mejor la esquiva realidad de la Libia pos-Gadafi.
El primero fue la toma del aeropuerto de Tr¨ªpoli por una milicia armada de Tarhouna, una peque?a ciudad al sur de Tr¨ªpoli. Los thuwar (revolucionarios) protestaban por la desaparici¨®n de su comandante, supuestamente en manos de otra milicia. Tras 24 horas de sitio y sin la situaci¨®n del comandante esclarecida, una delegaci¨®n de alto nivel logr¨® que la milicia abandonase el aeropuerto.
Al tener lugar semanas antes de las elecciones, los medios internacionales presentaron el incidente como un ejemplo de la inseguridad y el caos que existe en el pa¨ªs. En ning¨²n caso se explicaba que, a diferencia de T¨²nez o Egipto, la r¨¢pida desintegraci¨®n del d¨¦bil Ej¨¦rcito libio dej¨® un vac¨ªo de poder que ocuparon un centenar de milicias armadas como la de Tarhouna, creadas pr¨¢cticamente a nivel de barrio durante la revoluci¨®n.
Para los libios, el orgullo de lo local es compatible con el nacionalismo
Aunque se resisten a desarmarse y no es raro que escaramuzas entre las milicias terminen con bajas mortales, los libios reconocen que, en general, estas act¨²an responsablemente. Cumplen labores tan importantes como patrullar los barrios y proteger las fronteras. Algunas incluso han empezado a integrarse dentro de las incipientes fuerzas de seguridad nacionales. En Tr¨ªpoli o Bengasi, donde vive uno de cada tres libios, los niveles de criminalidad son m¨¢s bajos que en muchas ciudades europeas.
Otro momento revelador fue la solemne declaraci¨®n de autonom¨ªa de la regi¨®n occidental de Cirenaica en marzo. Impulsada por un grupo de l¨ªderes tribales asociados con la familia real al Sanusi ¡ªque gobern¨® el pa¨ªs hasta el golpe de Estado de Gadafi en 1969¡ª, la declaraci¨®n de Barqa dio pie a titulares sobre la inminente desintegraci¨®n del pa¨ªs e incluso la balcanizaci¨®n de Libia.
Muy al contrario, la declaraci¨®n fue recibida con manifestaciones a favor de una Libia unida, y la coalici¨®n local de milicias armadas, los consejos locales de la regi¨®n y los Hermanos Musulmanes la rechazaron contundentemente. Sin dejar de lado que algunas ciudades ¡ªespecialmente en el Este, marginado hist¨®ricamente¡ª reclaman hoy mayores derechos y competencias, los libios parecen rechazar movimientos que puedan ser interpretados como separatistas.
Evidentemente, para los libios, el orgullo de lo local es compatible con el nacionalismo; una realidad que ya se manifestaba las semanas despu¨¦s de la muerte de Gadafi, cuando en las calles de Tr¨ªpoli se entremezclaban las banderas libias y amazigh (de los bereberes) con grafitis celebrando la valent¨ªa de ciudades como Misrata o barrios como Fashlun en Tr¨ªpoli.
Pero poner en perspectiva lo catastrofista de los titulares que normalmente se leen sobre la Libia pos-Gadafi no supone menospreciar la gravedad de los retos que afronta el pa¨ªs.
Tras 42 a?os de la pol¨ªtica de ¡°divide y vencer¨¢s¡± de Gadafi, abundan las tensiones. En los ¨²ltimos meses han tenido lugar importantes conflictos entre grupos ¨¦tnicos en el des¨¦rtico sur que casi no han tenido eco en los medios internacionales. En Kufra, por ejemplo, la etnia toubou, de origen subsahariano, se ha enfrentado a la tribu ¨¢rabe zuwayy por el control de lucrativas rutas de contrabando dejando m¨¢s de 150 muertos.
Y los resultados electorales auguran unos meses de dif¨ªciles negociaciones. El Congreso Nacional recientemente elegido est¨¢ compuesto por 80 miembros de partidos pol¨ªticos y 120 individuos.
Para llegar a acuerdos en temas tan complicados como el reparto de los beneficios energ¨¦ticos o las competencias de las autoridades locales, la coalici¨®n de Yibril tendr¨¢ que lidiar con un pintoresco popurr¨ª de jefes de milicias locales, jeques tribales y hombres de negocios.
Hacer balance de los ¨²ltimos meses en Libia no es tarea f¨¢cil. Los factores positivos parecen superar a los negativos, pero el progreso es muy lento. En el futuro quiz¨¢ lo m¨¢s sabio sea no olvidar otro de los lemas que Abdulrazag Elaradi espetaba a sus visitantes: ¡°Sorprendimos a todos con nuestra revoluci¨®n, ahora seguiremos sorprendiendo al mundo¡±.
Juan Garrigues es investigador principal del CIDOB.
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