Los que estuvieron all¨ª
Es bueno saber qui¨¦nes defendieron las instituciones democr¨¢ticas en los a?os del terrorismo
El periodo ag¨®nico en el que sobrevive la banda terrorista ETA ha permitido distintos debates que no ha sido posible plantear mientras los terroristas golpeaban, con ciego ensa?amiento, a la sociedad espa?ola. Algunas controversias tienen naturaleza moral, otras pol¨ªtica o social, pero todas terminar¨¢n definiendo el futuro de la sociedad vasca y la fortaleza de las instituciones democr¨¢ticas espa?olas; la libertad en Euskadi depender¨¢ de c¨®mo nos contestemos las muchas preguntas que el final de un pasado oscuro y el inicio de un incierto pero esperanzador futuro impone con avasalladora fuerza. ?Ganaremos los que defend¨ªamos la libertad? o, ?ser¨¢n ¡°los otros¡± los que se lleven el gato al agua? El papel de las v¨ªctimas en la historia ser¨¢ determinante para saber qui¨¦n ha ganado esta cruel y larga lucha. Pero tambi¨¦n conviene saber, sin venganza ni sa?a, qui¨¦nes han defendido las instituciones democr¨¢ticas y la libertad y qui¨¦nes no han estado a la altura de las circunstancias.
En este sentido, tiene mucha importancia el debate, que lucha por salir a la superficie p¨²blica, sobre el papel de los intelectuales. Hubo un conato de pol¨¦mica meses atr¨¢s con unas declaraciones del escritor Aramburu, que las buenas maneras y el peso de lo pol¨ªticamente correcto abort¨®. Ahora ha sido el lehendakari Patxi L¨®pez con unas declaraciones suyas realizadas en unas jornadas de intelectuales, quien ha denunciado su silencio durante el largo tiempo que ETA ha amordazado con sus cr¨ªmenes a la sociedad vasca. El lehendakari inicia su impugnaci¨®n definiendo a los intelectuales por su capacidad para criticar y oponerse al poder, recurriendo para tales afirmaciones a la corriente que les hizo nacer como grupo de presi¨®n en el caso Dreyfus y, m¨¢s concretamente con El manifiesto de los intelectuales, aparecido en el peri¨®dico L¡¯Aurore, apoyando a Zola, que el d¨ªa anterior hab¨ªa publicado el art¨ªculo Yo acuso. Ciertamente, con motivo del juicio, por motivos puramente antisemitas, al militar franc¨¦s, los intelectuales se comportan, probablemente por primera vez, como un grupo influyente. La hist¨®rica y reconocida determinaci¨®n no fue el origen de los intelectuales y su acci¨®n no es la ¨²nica ni tan siquiera la m¨¢s caracter¨ªstica.
Hay que superar las diferencias adjetivas que durante tantos a?os han definido el campo democr¨¢tico
En este sentido, es muy esclarecedor el ¨²ltimo y brillante libro de Vargas Llosa, La civilizaci¨®n del espect¨¢culo, donde constata angustiado c¨®mo personas culturalmente exquisitas, que podr¨ªamos considerar intelectuales, convivieron sin perturbaci¨®n alguna con los campos de concentraci¨®n nazis, cuando no los dirigieron con suma eficacia. George Steiner en su magn¨ªfica reflexi¨®n En el castillo de Barba Azul, ya profundiza en este tema con minuciosidad quir¨²rgica: ¡°Sin embargo, la barbarie que hemos experimentado refleja en numerosos y precisos puntos la cultura de que procede y a la que profana. Empresas art¨ªsticas e intelectuales, el desarrollo de las ciencias naturales, muchas ramas de la erudici¨®n florecieron en estrecha proximidad espacial y temporal con las matanzas y los campos de la muerte¡±, contradiciendo el optimismo volteriano del siglo XVIII.
Algunos intelectuales siempre se han enfrentado a las barbaridades de un poder ejercido fan¨¢ticamente, capacitado para atravesar como si fuera papel los l¨ªmites impuestos por la cultura y el humanismo. Pero otros han participado con entusiasmo en, con y de las consecuencias de ese reprobable poder o han sentido una profunda indiferencia por todo lo que ocurr¨ªa a su alrededor. Estas reflexiones no establecen una posici¨®n contraria a la del lehendakari, aunque me permiten ampliar su planteamiento. El silencio ambiental que reprocha con raz¨®n hizo m¨¢s sonoro, m¨¢s audible, el discurso de quienes s¨ª se opusieron y denunciaron la criminalidad de ETA sin ninguna clase de ¡°indiferencia activa¡±.
Tal vez haya llegado el momento, con una banda terrorista en estado crepuscular, de reconocer, homenajear a quienes se atrevieron a rasgar el velo, alej¨¢ndonos de empobrecedores clich¨¦s partidarios: a Querejeta por su pel¨ªcula sobre Fernando Buesa y su escolta Jorge D¨ªez, al cineasta, siempre optimista, Arteta, a Sabater, imprescindible para entender el Basta Ya y la en¨¦rgica reacci¨®n social contra el terrorismo y el asfixiante nacionalismo, a Florencio Dom¨ªnguez y Santiago Gonz¨¢lez, a Ibarrola con su rebeld¨ªa insobornable o a Juaristi con su afilada brillantez, a I?aki Viar, siempre apasionado en representaci¨®n de tantos otros vascos que se entregaron en cuerpo y alma en la lucha por la libertad, apoyados por Vargas Llosa y Mu?oz Molina, siempre dispuestos a romper sin complejos una lanza por quienes defend¨ªan el Estado de derecho en el Pa¨ªs Vasco, con colaboraciones tan intensas como desprejuiciadas de personajes como P¨¦rez-Reverte, encontrando amparo y difusi¨®n en los radio-f¨®nicos I?aki Gabilondo, que tanta credibilidad le dio a la radio durante m¨¢s de 10 a?os, Carlos Herrera siempre cerca de las v¨ªctimas o el veterano maestro Luis del Olmo.
Me he entretenido en recordar a algunos de los que han contribuido a la derrota de ETA por dos razones a mi juicio transcendentes en estos momentos: tenemos que superar las diferencias adjetivas que durante tantos a?os han definido inevitablemente el campo democr¨¢tico, para que recordemos que fuimos muchos sus adversarios y que no hemos llegado hasta aqu¨ª por casualidad, y porque saber qui¨¦nes fuimos ayudar¨¢ a escribir la Historia tal como fue.
Nicol¨¢s Redondo Terreros es presidente de la Fundaci¨®n para la Libertad y de 1997 a 2001 fue secretario general del PSE-EE / PSOE.
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