Perspectivas de la democracia a largo plazo
?Por qu¨¦ se ha convertido la confianza en el Estado de bienestar en desesperanza?
Desde aproximadamente el a?o 2007, mis lecturas y conversaciones me han dejado la firme impresi¨®n de que en todos los pa¨ªses ¡°avanzados¡± de Europa, las Am¨¦ricas y Asia, la gente de las m¨¢s diversas creencias pol¨ªticas y capacidades intelectuales, desde la derecha moderada hasta la extrema izquierda, est¨¢ profundamente desanimada acerca del futuro pol¨ªtico-econ¨®mico de sus pa¨ªses.
A fin de cuentas, el siglo XX parec¨ªa prometedor. Las potencias democr¨¢ticas capitalistas y la Uni¨®n Sovi¨¦tica derrotaron al fascismo (con las importantes excepciones de Espa?a y Portugal) en la Segunda Guerra Mundial, y durante el periodo que la sigui¨® la mayor¨ªa de los reg¨ªmenes imperialistas europeos en ?frica y Asia fueron sustituidos por soberan¨ªas locales. Asimismo, entre 1945 y 1990, la guerra fr¨ªa hizo ver, a todos aquellos que no estaban cegados por dogmas ideol¨®gicos, que el capitalismo, bajo los auspicios pol¨ªticos democr¨¢ticos, era muy superior al socialismo autoritario del imperio sovi¨¦tico estalinista y posestalinista, un imperio que, afortunadamente, se disolvi¨® sin que se produjera una guerra. En los a?os noventa, la mayor¨ªa de los conservadores moderados y los socialdem¨®cratas estaban de acuerdo en que el Estado de bienestar (la combinaci¨®n de una econom¨ªa generalmente capitalista con democracia pol¨ªtica, y con servicios sociales que garanticen un m¨ªnimo de salud, educaci¨®n y de sustento a todos los ciudadanos) representaba el probable futuro para una parte sustancial de la humanidad.
?Por qu¨¦, y c¨®mo, ha sido desplazado el razonable optimismo de los a?os noventa por la literal desesperanza a partir de 2007? Un factor muy importante es el resultado de la victoria del capitalismo democr¨¢tico en la guerra fr¨ªa. Por autoritarios e ineficientes que fueran la agricultura, la vivienda, la asistencia sanitaria y el sistema de pensiones sovi¨¦ticos, lo cierto es que, de alg¨²n modo, funcionaban. Y que hab¨ªa escuelas p¨²blicas en las que se ense?aba en las docenas de lenguas habladas por peque?as, pero culturalmente reconocidas, nacionalidades. Durante la guerra fr¨ªa, todos los Gobiernos capitalistas conoc¨ªan esas pol¨ªticas y adoptaron la sabidur¨ªa pol¨ªtica de mantener sus propios servicios sociales. Pero, una vez disuelta la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los conservadores americanos y europeos no vacilaron en atacar al Estado de bienestar como derrochador, inasumible a largo plazo, etc¨¦tera.
Predican austeridad cuando lo m¨¢s necesario y urgente son los programas de obras p¨²blicas
Otros tres factores de inquietud sobre el futuro son la llegada del cambio clim¨¢tico, el r¨¢pido incremento de la poblaci¨®n mundial y el claramente predecible agotamiento de muchos recursos naturales. A partir de 1990, solo la comunidad cient¨ªfica y quienes viv¨ªan cerca del nivel del mar o pr¨®ximos a los deshielos estaban plenamente convencidos del cambio clim¨¢tico. Tambi¨¦n algunas de las pruebas que se hicieron p¨²blicas pudieron ser convincentemente rebatidas debido a errores t¨¦cnicos y a controversias profesionales entre cient¨ªficos. Pero el n¨²mero cada vez mayor de tormentas, sequ¨ªas, inundaciones y cambios de temperatura de los ¨²ltimos a?os ha convencido a la mayor¨ªa de la gente de que el cambio clim¨¢tico se est¨¢ produciendo realmente, con efectos que requieren de una seria y espec¨ªfica cooperaci¨®n internacional que apenas ha comenzado a tener lugar.
Y llego as¨ª a la cuesti¨®n de qu¨¦ se necesita hacer durante las pr¨®ximas d¨¦cadas si queremos superar la muy comprensible desesperanza del presente. En los dos siglos pasados, el sistema capitalista ha tenido mucho ¨¦xito en lo concerniente a la invenci¨®n, la producci¨®n en masa y la distribuci¨®n comercial de todo tipo de bienes y servicios. Pero es un sistema amoral, que no asume una voluntaria responsabilidad en favor de las libertades y el bienestar f¨ªsico de la poblaci¨®n en su conjunto. La justicia, la educaci¨®n general sin distinci¨®n de clase social, as¨ª como las condiciones de trabajo en las f¨¢bricas y en las minas se deben a logros de Gobiernos elegidos democr¨¢ticamente y de sindicatos. La acci¨®n pol¨ªtica siempre ha sido necesaria para alcanzar cierto grado de justicia econ¨®mica.
La acci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n es necesaria para poner l¨ªmites a las nuevas formas de la actividad capitalista que se han desarrollado desde la invenci¨®n de las computadoras y de la capacidad de mover capitales a cualquier lugar del planeta en cuesti¨®n de fracciones de segundo. Al ser el capitalismo un sistema amoral de comportamiento econ¨®mico, no tiene importancia alguna para el presidente de un banco o para el gestor de hedge funds si alguien se hace multimillonario inventando un tel¨¦fono excelente, ¨²til para millones de personas, o ganando su apuesta sobre el precio que tendr¨¢ el br¨®coli en los mercados de futuros recientemente establecidos.
Un eficaz control del sistema financiero requiere que un amplio porcentaje de los electores se instruya en el funcionamiento del sistema capitalista
Solo los Gobiernos elegidos democr¨¢ticamente pueden poner bajo control ese tipo de locura financiera. De hecho, el Congreso de Estados Unidos aprob¨® en 1933 la Glass-Steagall Act, que regulaba el sistema bancario separando la banca de dep¨®sito, para administrar dep¨®sitos y pr¨¦stamos relativamente peque?os a negocios y a familias, de la banca de inversi¨®n, para operar con grandes y arriesgadas inversiones en nombre de clientes que ganaban su vida invirtiendo en costosas actividades de otras personas e instituciones.
La Ley Glass-Steagall protegi¨® los ahorros de millones de familias estadounidenses hasta que, bajo la fuerte presi¨®n de Wall Street, fue derogada en 1999. Una d¨¦cada m¨¢s tarde, cuando las enormes bancarrotas de 2007 y 2008 comenzaron a ser investigadas, se pudo saber que muchos bancos, liberados de las reglas de inversi¨®n de la Ley Glass-Steagall, hab¨ªan perdido millones de d¨®lares ¡°invertidos¡± sin conocimiento de sus propietarios, y en muchos casos perdidos sencillamente en operaciones especulativas multimillonarias. A los bancos se les salv¨® luego con dinero de los contribuyentes, con el consentimiento del presidente Bush, seguido despu¨¦s por el consentimiento del presidente Obama, convencidos ambos por asesores de Wall Street de que el sistema financiero norteamericano al completo se derrumbar¨ªa si no era rescatado por los ahorros de millones de personas que nada ten¨ªan que ver con las insensatas especulaciones de la d¨¦cada que precedi¨® a la actual depresi¨®n que comenz¨® en 2007 y que todav¨ªa nos acompa?a.
Algo que es de una necesidad incuestionable, y que recientemente ha comenzado a ser recomendado por algunos de los mismos banqueros que guiaron el acoso a la Ley Glass-Steagall, es renovar la separaci¨®n entre bancos de ahorros y bancos de inversiones. Lo que a mi vez me lleva a afirmar que un eficaz control de los sistemas financieros nacionales e internacionales requiere que un amplio porcentaje de los electores se instruya en el funcionamiento del sistema capitalista. Wall Street y sus equivalentes en otros pa¨ªses avanzados nunca aceptar¨¢n una verdadera regulaci¨®n sin sostener una encarnizada lucha, financiada por millones de d¨®lares procedentes de grupos de presi¨®n. Los legisladores que reciben apoyo electoral de acaudalados capitalistas nunca votar¨¢n a favor de controles financieros a menos que sus electores demuestren que tienen un conocimiento general de c¨®mo funciona el sistema. En estos ¨²ltimos a?os, tanto en Espa?a como en Estados Unidos, me propuse preguntar a personas que se manifestaban qu¨¦ tipo de control legislativo les pedir¨ªan establecer a sus representantes electos. A menudo la pregunta les sorprend¨ªa. Las respuestas sol¨ªan ser muy emocionales, muy condenatorias del capitalismo existente, pero preocupantemente imprecisas en cuanto a su contenido real.
Finalmente, hay otro obst¨¢culo tremendo de cara a la resoluci¨®n de esta presente y severa depresi¨®n. La mayor¨ªa de los banqueros, tanto norteamericanos como europeos, est¨¢n viviendo todav¨ªa en los comienzos del siglo XX, antes del desarrollo de la socialdemocracia escandinava, antes del new deal de Franklin Roosevelt, antes del Estado de bienestar que demostr¨® la superioridad de la socialdemocracia europea sobre el socialismo autoritario. Predican austeridad y m¨¢s austeridad, cuando lo inmediatamente necesario son los programas de obras p¨²blicas que proporcionen el necesario sustento a los ahora desempleados y a sus familias, y que de ese modo se regeneren las actividades econ¨®micas de todo tipo. La supervivencia de la democracia pol¨ªtica exigir¨¢ una bien informada regulaci¨®n democr¨¢tica del sector financiero.
Gabriel Jackson es historiador.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola
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