Alumnos de men¨² y de tartera

Adem¨¢s de arrastrar las pesadas carteras con los libros y el material escolar, los alumnos de algunas comunidades tendr¨¢n la posibilidad de a?adir a esa impedimenta la tartera con la comida nuestra de cada d¨ªa. Se lo han planteado Madrid y Valencia, pero el anuncio m¨¢s concreto viene de Catalu?a. Aprovechando la presentaci¨®n de la gu¨ªa Alimentaci¨®n saludable en la etapa escolar, la Consejer¨ªa de Educaci¨®n difundi¨® la nueva de que las familias podr¨¢n ahorrarse el 50% de lo que cuesta almorzar de men¨² en el colegio, que tiene como tope 6,20 euros por comida, si los alumnos se la traen de casa. De ah¨ª la deducci¨®n de que ser¨¢ preciso pagar tres euros por tartera y d¨ªa para costear vigilantes, neveras, microondas, limpieza, electricidad...

R¨¢pidamente se ha armado la pol¨¦mica: ?c¨®mo? ?los ni?os traer¨¢n la comida de casa y encima habr¨¢ que pagar por ello? Una idea se convierte en objeto de chanzas y cr¨ªticas antes de que haya habido tiempo de considerar si es buena o directamente rechazable. Llueven los comentarios sobre la iniciativa de Catalu?a por avanzar algunos criterios, mientras sus hom¨®logos de Madrid y Valencia se mantienen a resguardo o se remiten a lo que decida ¡°cada colegio¡±.

Por mucho paro que haya en este pa¨ªs, la organizaci¨®n escolar ya no puede establecerse en funci¨®n de que en cada hogar haya al menos un adulto disponible para preparar las comidas de los ni?os, empaquetarlas adecuadamente y, si se tercia, participar en turnos de vigilancia y limpieza de las instalaciones donde se consuma, como m¨¦todo para ahorrarse el pago de personal. No es improbable que bocadillos y chucher¨ªas sustituyan total o parcialmente a la comida cocinada. Tambi¨¦n es muy discutible introducir entre los alumnos la diferencia social entre los ¡°de men¨²¡± y los ¡°de tartera¡± o bocadillo. Y a ello hay que a?adir la discusi¨®n del precio: ?tres euros diarios no es demasiado?

Para lanzar propuestas como estas hay que estudiarlas antes a fondo. Personas tan principales como las autoridades hablan de recortes de gastos y aumentos de ingresos sin descender a los detalles, olvidando que, como es frecuente, precisamente el diablo est¨¢ en los detalles.