Iconos punkis frente a Putin
La condena a prisi¨®n de tres cantantes de Pussy Riots por "gamberrismo" pone de relieve la inseguridad del r¨¦gimen
Las tres integrantes del grupo femenino ruso de punk Pussy Riot fueron condenadas ayer a dos a?os de c¨¢rcel por ¡°gamberrismo¡± e ¡°incitaci¨®n al odio religioso¡±. Han logrado, por lo pronto, una victoria: la de poner de manifiesto la alianza entre la autocracia de Putin y la Iglesia ortodoxa rusa, que se plasma tambi¨¦n en la persecuci¨®n de cualquier avance de los derechos de los gais. Estos han visto prohibida su jornada de Orgullo nada menos que por los pr¨®ximos 100 a?os. Y aunque la Iglesia hab¨ªa pedido clemencia para las cantantes, ¡°con la esperanza de que evitar¨ªan la repetici¨®n de acciones blasfemas en el futuro¡±, no cuestion¨® la sentencia.
Aunque habr¨ªa que hablar en plural, el movimiento punk, de ra¨ªces claramente occidentales, siempre ha sido de protesta. Lo fue en los setenta. De nuevo en la Inglaterra de los ochenta contra Margaret Thatcher. Y una vez m¨¢s se dinamiz¨® contra la guerra de Irak en 2003. En Rusia ha renacido, lo que no resulta sorprendente, pues hay mucho contra lo que protestar, y en este caso lo ha hecho de una forma ind¨®mita e irreverente que va m¨¢s all¨¢ de cualquier idea de disidencia. Es una protesta pol¨ªtica y social que busca un revulsivo para despertar a una sociedad de la pesadilla a la que le somete el r¨¦gimen de Putin.
Imp¨²dicas y ultrafeministas, las Pussy Riot montaron una heterodoxa oraci¨®n punk en febrero pasado en la catedral del Cristo Redentor de Mosc¨² como parte de las protestas por la reelecci¨®n de Putin. Para dar mayor significado a su gesto, buscaron deliberadamente el anonimato en su performance y se cubrieron la cara. Por eso, de las cinco que protagonizaron este reto, la polic¨ªa solo pudo acabar identificando a tres ¡ªNadia, Katia y Masha¡ª, que se negaron, pese a las presiones, a desvelar la identidad de sus otras dos compa?eras.
En otro pa¨ªs, tras un acto similar, las responsables tambi¨¦n habr¨ªan sido castigadas, aunque no a dos a?os de prisi¨®n. Pero Rusia es un pa¨ªs que est¨¢ algo m¨¢s que bajo sospecha en materia de libertades. Y el r¨¦gimen de Putin se ha sentido retratado, y ha buscado un castigo ejemplar. Ha confundido el reto de las punkis con una amenaza, y con su manera de proceder ha convertido a estas chicas en unos iconos mundiales del desaf¨ªo a su autoridad.
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