Hasta el color de sus ojos
Con la chica de Denisova, contempor¨¢nea de los neandertales, una nueva especie emana de un texto gen¨¦tico
Los cr¨ªticos de la gen¨®mica, como el matem¨¢tico brit¨¢nico Ian Stewart, han tratado siempre de desacreditarla como la ¨²ltima forma de coleccionismo perpetrada por los bi¨®logos, unos cient¨ªficos ciertamente propensos a elaborar cat¨¢logos de todo tipo de cosas. Los promotores de la disciplina, como el bi¨®logo molecular y premio Nobel Sydney Brenner, replican que el verdadero objetivo de la gen¨®mica no es el coleccionismo de secuencias de ADN, sino la demostraci¨®n de que los seres vivos somos computables. La principal implicaci¨®n de esta idea es que los genetistas deber¨ªan ser capaces de partir de una mera secuencia de ADN ¡ªuna de esas interminables ristras de a, g, t, c que ya empiezan a resultar familiares en el cine de ciencia ficci¨®n¡ª y leer en ella las propiedades de la especie a la que pertenece. Literalmente, deducir un ser vivo de ese mero texto escrito en un papel o grabado en el disco duro de un ordenador. Por extra?a que resulte esta idea, esta semana hemos conocido una de las evidencias m¨¢s deslumbrantes en su favor: la chica de Denisova, una especie humana arcaica deducida enteramente a partir de su ADN.
Solo son dos dientes y un fragmento de dedo me?ique las evidencias f¨®siles de esta nueva especie. Fueron hallados en 2008 por Anatoly Derevianko y Michail Shunkov, dos paleont¨®logos de la Academia Rusa de Ciencias, cuando excavaban en la cueva de Denisova, en el sur de Siberia. Unos indicios tan parcos ser¨ªan del todo insuficientes para que los paleont¨®logos empezaran ni a considerar su posible pertenencia a una nueva especie. Pero esa falange del dedo me?ique es lo que ha necesitado el equipo del Instituto Max Planck de Antropolog¨ªa en Leipzig, dirigido por el gran cazador de ADN antiguo Svante P??bo, para leer su genoma completo con gran precisi¨®n. Y de ah¨ª s¨ª que ha emergido un ser humano, la chica de Denisova, emparentada con los neandertales pero claramente distinta de ellos. Una nueva especie emanada de un texto gen¨¦tico.
Resulta sobrecogedor que los genetistas hayan podido deducir a partir de la falange de un dedo me?ique que los denisovanos tuvieron sexo con los ancestros de los actuales abor¨ªgenes australianos y de los pobladores de la Melanesia. Tambi¨¦n que la chica ten¨ªa los ojos marrones.
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