Rebeli¨®n contra las opiniones ajenas
Malgasto horas consultando webs de opiniones sobre restaurantes. El esnob de mi Pepito Grillo interior siembra la duda: "?Y si lo que le gusta a la masa no es lo que te gusta a ti?"
El verano suele implicar una notable subida en mi consumo de Internet. Como obseso de la perfecci¨®n vacacional que soy, en vez de desconectar como debiera, malgasto horas consultando webs en las que la gente opina sobre los restaurantes y alojamientos que se cruzan en mi ruta. Despu¨¦s paso unas horas m¨¢s debati¨¦ndome sobre d¨®nde ir finalmente: Elianita55 dice que el Yorongoru Caf¨¦ de la Conchimbamba est¨¢ fenomenal, pero ?y si tiene raz¨®n Tachan_Berlin y resulta que es malo, caro y los camareros te tratan fatal? ?No ser¨ªa mejor ir al Catafalquin Restaurant? Mmm, qu¨¦ duda, aunque tiene cuatro estrellas de media, hay dos usuarios que lo ponen a parir¡
No olvidemos la alt¨ªsima probabilidad de que estos comentaristas an¨®nimos pertenezcan al nutrido grupo de personas con las que no tomar¨ªamos ni un caf¨¦
En mi descanso estival de este a?o, vi que el estr¨¦s de la opini¨®n ajena me iba a volver a atenazar. As¨ª que, en plan autoterapia, decid¨ª aplicarme una serie de normas mentales para poner el crowdsourcing en su sitio. Las m¨¢s b¨¢sicas son de puro sentido com¨²n, y est¨¢n en la mitad de los millones de art¨ªculos que se han escrito en Internet sobre el tema. Pon en cuarentena las opiniones exageradamente laudatorias o escritas con lenguaje marketiniano, porque lo m¨¢s seguro es que las hayan escrito amiguetes, empleados del establecimiento o, en el m¨¢s pat¨¦tico de los casos, el propio due?o. Lo mismo con las furibundas: o son pataletas de cliente malcriado, o la competencia jugando sucio. F¨ªate de la tendencia: si hay decenas de comentarios, ser¨¢ la mayor¨ªa la que se acerque m¨¢s a la verdad; si son pocos, recela por sistema de todos ellos.
El esnob de mi Pepito Grillo interior no tard¨® en sembrar nuevas dudas: ¡°?Y si lo que le gusta a la masa no es lo que te gusta a ti? ?Cu¨¢ntos lugares que a la gente le parecen maravillosos te horrorizan?¡±. Tampoco ayud¨® la lectura de un art¨ªculo en el que chefs y hosteleros contaban c¨®mo agencias de comunicaci¨®n de moral relajada ofrecen a restaurantes el siguiente servicio: inundar de falsos comentarios positivos webs como la todopoderosa Trip Advisor para atraer a los incautos.
Entonces me di cuenta del error esencial. De manera inconsciente, tendemos a sobrevalorar la opini¨®n de los dem¨¢s por el simple hecho de que est¨¦ publicada. Nos olvidamos de que no conocemos de nada a estos comentaristas an¨®nimos. De que su visi¨®n del bien y del mal puede ser opuesta a la nuestra. De que quiz¨¢ est¨¦n mintiendo. Y de la alt¨ªsima probabilidad de que pertenezcan al nutrido grupo de personas con las que no nos ir¨ªamos ni a tomar un caf¨¦ al bar de la esquina.
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