Democracia de calidad frente a la crisis
Nos ha faltado un marco ¨¦tico, capaz de estimular la responsabilidad social
Un gran n¨²mero de espa?oles est¨¢ viviendo la crisis actual como un aut¨¦ntico fracaso del pa¨ªs en su conjunto. Hace ya m¨¢s de tres d¨¦cadas emprendimos una transici¨®n pol¨ªtica y social que, con sus luces y sombras, como todo en este mundo, se ha convertido en una aut¨¦ntica referencia para algunos pa¨ªses deseosos de dar el paso de la dictadura a la democracia. El poder pol¨ªtico pas¨® paulatinamente de un partido de centro a partidos de centro-izquierda y centro-derecha, sin m¨¢s ruido de sables que el del 23-F y sin m¨¢s mecanismo que el de instituciones pol¨ªticas y elecciones libres y bien reguladas. Se transformaron las infraestructuras, se modernizaron los medios de comunicaci¨®n, aument¨® el n¨²mero de estudiantes universitarios, ingresamos en la Uni¨®n Europea, construimos un razonable Estado de justicia, cre¨ªmos haber alcanzado la velocidad de crucero propia de pa¨ªses democr¨¢ticos, no solo en pol¨ªtica y econom¨ªa, sino tambi¨¦n, y sobre todo, en cultura. La disposici¨®n al di¨¢logo, el esp¨ªritu abierto y tolerante parec¨ªan haber sustituido los viejos estilos de vida en una sociedad pluralista.
Pero en 2007 estall¨® en el nivel global y local esa crisis que hab¨ªa venido gest¨¢ndose, una crisis que parece ser sobre todo econ¨®mico-financiera y pol¨ªtica, y descubrimos que el rey estaba en buena parte desnudo. Que, por desgracia, nos queda mucho camino por andar.
Para recorrer con bien ese camino importa preguntar qu¨¦ nos ha pasado, qu¨¦ ha fallado, y un punto esencial es que no se trata solo de una crisis econ¨®mica y pol¨ªtica, sino tambi¨¦n de una crisis ¨¦tica, que pone de manifiesto las carencias de esp¨ªritu c¨ªvico. En los ¨²ltimos a?os, nos ha faltado un marco ¨¦tico efectivo, capaz de estimular la responsabilidad social y un buen uso de la libertad.
Con el deseo de aportar algunas sugerencias para la elaboraci¨®n de ese marco, el C¨ªrculo C¨ªvico de Opini¨®n dedica el sexto de los Documentos que ha publicado al tema Democracia de calidad: valores c¨ªvicos frente a la crisis, y en ¨¦l apunta a modo de ejemplo medidas como las siguientes:
Los protagonistas visibles de la vida p¨²blica tienen un deber de ejemplaridad
Perseguir un bien com¨²n. En una democracia que es, a su vez, un Estado de derecho, es preciso perseguir un bien com¨²n que ampl¨ªe el horizonte de los intereses individuales como los ¨²nicos fines de la actividad econ¨®mica y pol¨ªtica. Por leg¨ªtimos que sean los intereses privados, las instituciones y los ciudadanos se deben tambi¨¦n a unos intereses comunes.
La equidad como fin. Sostener la equidad y mejorarla deber¨ªa ser el principio irrenunciable de un Estado de derecho. En muy poco tiempo, Espa?a consigui¨® poner en pie un Estado de bienestar homologable con el resto de los pa¨ªses de nuestro entorno. Pero el modelo es fr¨¢gil y no podr¨¢ sostenerse si no va acompa?ado de la voluntad de preservarlo por encima de todo. Hay que repensar el modelo con serenidad y con voluntad de conseguir acuerdos lo m¨¢s amplios posibles.
Debe cambiar el orden de los valores. Los a?os de bonanza econ¨®mica pasados han propiciado una cultura de la irresponsabilidad y del dinero f¨¢cil, que ha tra¨ªdo consigo corrupci¨®n, evasi¨®n de impuestos y un consumismo voraz. Si algo puede ense?ar la crisis es que debe cambiar la jerarqu¨ªa de valores transformando las formas de vida, entendiendo que el bienestar no se nutre solo de bienes materiales y consumibles. Formas de vida que fortalezcan cultural y espiritualmente al individuo y a la sociedad con valores como la solidaridad, la cooperaci¨®n, la pasi¨®n por el saber, el autodominio, la austeridad, la previsi¨®n o el trabajo bien hecho.
Decir la verdad. La costumbre de ocultar la verdad por parte de pol¨ªticos y controladores de la econom¨ªa de distintos niveles ha sido responsable de la crisis en buena medida. Pero esa costumbre se ha extendido tambi¨¦n entre intelectuales y otros agentes de la vida p¨²blica, plegados a lo pol¨ªticamente correcto, sea de un signo o de otro. Entre la incompetencia y la ocultaci¨®n saber qu¨¦ pasa y anticipar con probabilidad qu¨¦ puede pasar es imposible para la gente de a pie.
Cultura de la ejemplaridad. Los protagonistas visibles de la vida p¨²blica tienen un deber de ejemplaridad, coherente con los valores que dan sentido a las sociedades democr¨¢ticas. La corrupci¨®n, la malversaci¨®n de bienes p¨²blicos, el despilfarro, el desinter¨¦s por el sufrimiento de quienes padecen las consecuencias de la crisis, la asignaci¨®n de sueldos, indemnizaciones y retiros desmesurados producen indignaci¨®n en ocasiones, pero tambi¨¦n modelos que se van copiando con resultados desastrosos.
Rechazar lo inadmisible. Para que una sociedad funcione bien es necesario que las leyes sean claras y que se apliquen, pero tambi¨¦n que la ciudadan¨ªa rechace las conductas inaceptables. Es verdad que hay que ir con mucho cuidado con eso que se ha llamado la ¡°verg¨¹enza social¡± y que es una de las formas que tiene una sociedad para desactivar actuaciones que considera reprobables. Esa verg¨¹enza ha causado tanto da?o y es tan manipulable, la utilizan tan a menudo unos grupos para desacreditar a otros, que solo puede recurrirse a ella como una cultura, vivida por todos los grupos sociales, de que determinadas conductas no pueden darse por buenas.
El mejor instrumento para conseguir una sociedad mejor y cambiar los valores es la educaci¨®n
Potenciar el esfuerzo. Lo que vale cuesta. Dar a entender que se pueden alcanzar las metas vitales sin trabajo alguno es enga?ar, condenar a las gentes a ser carne de fracaso y destruir un pa¨ªs. Aprender, por el contrario, que esfuerzo y ocio son dos caras del buen vivir, que ayudan a construir un buen presente y un buen futuro.
Superar la partidizaci¨®n de la vida p¨²blica. La partidizaci¨®n de la vida p¨²blica es uno de los lastres de nuestra pol¨ªtica, que impide agregar voluntades para encontrar salidas efectivas y consensuadas a los problemas que nos agobian. Cuando ante cada uno de los problemas p¨²blicos la sociedad se divide siguiendo los argumentarios de los partidos pol¨ªticos se destruyen la cohesi¨®n social y la amistad c¨ªvica indispensables para llevar una sociedad adelante.
El sentido de la profesionalidad. La profesionalidad, en todos sus ¨¢mbitos de ejercicio, es un valor que no debe medirse solo por la eficiencia y la competencia cient¨ªfica y t¨¦cnica, siendo ambos valores altamente encomiables. Ser un buen profesional significa incorporar tambi¨¦n ideales que hagan de las distintas profesiones un servicio a la sociedad y al inter¨¦s com¨²n. Es buena la gesti¨®n estimulada no solo por la obtenci¨®n de beneficios materiales, sino por un esp¨ªritu c¨ªvico y de servicio.
Promover la educaci¨®n. El mejor instrumento de que disponemos para conseguir una sociedad mejor y cambiar el orden de los valores es la educaci¨®n, entendida como formaci¨®n de la personalidad y como una tarea de la sociedad en su conjunto. El ideal de autenticidad debe poder conjugarse con los valores propios de la vida democr¨¢tica.
Recuperar el prestigio. Ni las instituciones ni las personas que ostentan los cargos de mayor responsabilidad han sabido ganarse la reputaci¨®n y el prestigio imprescindibles para merecer confianza y credibilidad por parte de la ciudadan¨ªa. Adem¨¢s del d¨¦ficit notable de ideas para gestionar y resolver la crisis, se echa de menos un liderazgo compartido por el conjunto de grupos pol¨ªticos, que act¨²e con valent¨ªa y con prudencia, que corrija los despilfarros de otros tiempos, que sepa discernir la gravedad de cada problema y que tenga visi¨®n de futuro y no atienda ¨²nicamente al corto plazo.
Construir un marco de valores comunes. Es urgente construir un suelo de valores compartidos, fortalecer los recursos morales que surgen de las buenas pr¨¢cticas porque solo as¨ª se generar¨¢ confianza. Pero tambi¨¦n crear espacios de deliberaci¨®n que hagan posible construir pueblo, y no masa, que fortalezcan la intersubjetividad y no se disgreguen en la suma de subjetividades. Generar pueblo y sociedad civil tanto en Espa?a como en Europa, donde somos y donde queremos estar, es uno de los retos, porque tal vez sea esta una de las claves del fracaso de Europa: no haber intentado reforzar la conciencia de ciudadan¨ªa europea, la Europa de los ciudadanos, esa pieza que resulta indispensable para que sean posibles tanto la Europa econ¨®mica como la pol¨ªtica.
Victoria Camps, Adela Cortina y Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Delgado, en representaci¨®n del C¨ªrculo C¨ªvico de Opini¨®n.
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