?Qui¨¦n guarda la caja fuerte de Merkel?
El titular de hacienda alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble, es el ministro m¨¢s poderoso de Europa En 1990, un loco le tirote¨® en un acto electoral. Desde entonces va en silla de ruedas Celebra su 70? cumplea?os en la cima de la influencia
Para romper el hielo con el ministro m¨¢s poderoso de Europa, lo mejor es hablarle de f¨²tbol. Aunque Wolfgang Sch?uble se dice seguidor del equipo de su ciudad natal, Friburgo (asociado con el modest¨ªsimo club de su circunscripci¨®n electoral, Offenburg), lo que de veras le enciende la mirada son la selecci¨®n nacional alemana y el Bayern de M¨²nich. El pasado julio lo demostr¨® de nuevo al recibir a EL PA?S en las tripas del mastod¨®ntico Ministerio de Hacienda. ?C¨®mo est¨¢? ¡°Impresionado con el equipo espa?ol¡±. Charl¨® brevemente de los m¨¦ritos de Del Bosque y la sequ¨ªa alemana de t¨ªtulos internacionales antes de esbozar un gesto resignado: ¡°Ahora toca hablar de cosas m¨¢s simples¡±. Se refer¨ªa a la crisis del euro y al rescate espa?ol. Cuando le parece, Wolfgang Sch?uble suelta iron¨ªas con una gracia a la que las c¨¢maras no hacen justicia.
Es l¨®gico que a un pol¨ªtico le interese el f¨²tbol. Primero, porque lo conecta con la afici¨®n de una enorme masa de votantes. A un tipo como Sch?uble le permite bajar un rato del pedestal de su inteligencia y tambi¨¦n alg¨²n pelda?o de la torre de marfil que es la alta pol¨ªtica. Tiene otros usos pr¨¢cticos: Sch?uble eligi¨® el descanso del partido de la Eurocopa entre Alemania y Portugal para informar a los espectadores de que Espa?a hab¨ªa solicitado su multimillonario rescate bancario. La victoria alemana ayudar¨ªa a digerir la mala noticia. El f¨²tbol, adem¨¢s, es una mina did¨¢ctica. El estilo del actual equipo alem¨¢n, m¨¢s creativo y flexible que en el pasado, le sirve a Sch?uble para ilustrar los cambios sociales en Alemania. Tambi¨¦n recurri¨® a la Eurocopa para explicar que en las negociaciones sobre el rescate espa?ol ¡°no hay ganadores o perdedores, esto no es f¨²tbol¡±.
En mitad de la crisis del euro, una hora en el despacho de Sch?uble puede provocar desconcierto. A la entrada del ministerio, un conserje cuenta que los pasamanos est¨¢n hechos de mismo aluminio que el fuselaje de los Stukas de Hermann G?ring, el gerifalte nazi que lo mand¨® construir en 1935. Afuera, una de las fachadas gran¨ªticas conserva un mural de colorines comunistas y risue?os de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). El interior es solemne y burocr¨¢tico. Una puerta nada vistosa conduce a una antesala donde dos secretarias atienden las necesidades del ministro, que espera en su silla de ruedas tras el escritorio decorado con un ramo de flores. F¨²tbol, claro. Despu¨¦s, 60 minutos de implacable confianza en las posibilidades de Europa ante la crisis, fe en las reformas y esperanza en la austeridad. El visitante se pregunta si las desmedidas incertidumbres espa?olas, el temor de millones por sus puestos de trabajo o el desaliento de las clases medias griegas alcanzan el rec¨®ndito y austero despacho del ministro alem¨¢n de Hacienda. ¡°Hemos salido de situaciones peores¡±. ?No se entera este se?or mayor tan simp¨¢tico? ?No se entera el resto?
No pudo ser candidato a la Canciller¨ªa en 2002. Tampoco a la alcald¨ªa de Berl¨ªn ni a la Presidencia federal en 2004, porque Merkel no se lo permiti¨®
Tres semanas m¨¢s tarde, el jefe del Banco Central Europeo Mario Draghi anunci¨® que har¨¢ ¡°lo que sea necesario¡± para estabilizar el euro. Esto incluye la compra masiva de deuda. Sch?uble estaba de acuerdo.
Quiz¨¢ la m¨¢s grave de las ¡°situaciones peores¡± de las que Sch?uble ha salido fue lo que ¨¦l llama el ¡°accidente¡±. En 1990, un loco le tirote¨® en un acto electoral de su circunscripci¨®n. Le entr¨® una bala por la mejilla y la otra le fraccion¨® una v¨¦rtebra. Desde entonces va en silla de ruedas. Hab¨ªa sido un apasionado jugador de tenis. En el equipo de f¨²tbol del Bundestag jugaba de extremo izquierda, muy lejos de donde tiene el esca?o.
Ha estado 10 legislaturas en ¨¦l y medio siglo en la democristiana CDU, desde los d¨ªas en que estudiaba Derecho y Econ¨®micas en Friburgo. Despu¨¦s de presentar su tesis doctoral en 1971 obtuvo su primera acta de diputado federal en Bonn. En 1984, Helmut Kohl (CDU) lo nombr¨® jefe de la Canciller¨ªa y Ministro sin cartera. En 1989 sustituy¨® al halc¨®n b¨¢varo Fridrich Zimmermann en Interior, a¨²n m¨¢s conservador que ¨¦l. Hasta que las elecciones de 1998 liquidaron 16 a?os de aplastante hegemon¨ªa democristiana. Con la era Kohl terminaba tambi¨¦n la vieja Rep¨²blica Federal de Bonn. Sch?uble tuvo tanto peso en el proceso de Unificaci¨®n de las dos Rep¨²blicas alemanas como en el traslado de la capital federal a Berl¨ªn, a final de siglo.
En los a?os de decadencia democristiana, Sch?uble fue el delf¨ªn del orondo canciller. Tras el varapalo electoral de 1998 se hizo con la presidencia de la CDU y nombr¨® secretaria general a la exministra de Medio Ambiente Angela Merkel. Hab¨ªa que poner orden y Sch?uble aplic¨® la mezcla de autoritarismo y carisma, marca de la casa, para devolver las aguas al cauce y terminar con lo que despu¨¦s llam¨® ¡°la hora de los listillos¡± en el partido. Las urnas europeas le depararon un ¨¦xito sensacional en 1999. Entonces estall¨® el esc¨¢ndalo de financiaci¨®n ilegal que transformar¨ªa a la CDU para siempre. Merkel public¨® un art¨ªculo carg¨¢ndose a su valedor Kohl. Este se neg¨® a aclarar las responsabilidades en el esc¨¢ndalo y Sch?uble tuvo que dimitir. Son enemigos desde entonces, tan ac¨¦rrimos que el excanciller ha rechazado la invitaci¨®n a la fiesta del 70? cumplea?os del ministro, el pr¨®ximo d¨ªa 26.
Es uno de los pol¨ªticos mejor valorados por los alemanes, pero en cuarenta a?os de primera divisi¨®n pol¨ªtica, nunca ha superado el honroso segundo puesto
Sch?uble, ¡°el ¨²ltimo europe¨ªsta¡± de la vieja guardia democristiana, encarna las contradicciones de su generaci¨®n: marcado por la infancia de posguerra y la desnazificaci¨®n, su reconocido ¡°patriotismo¡± no entiende una Alemania ajena al proceso de unificaci¨®n europeo. En otros aspectos como la inmigraci¨®n o la seguridad, su conservadurismo es de manual. Practica el cristianismo evang¨¦lico, est¨¢ casado con la economista Ingeborg Sch?uble desde 1969 y tiene con ella cuatro hijos. La ca¨ªda de Kohl y el ascenso de Merkel impidieron su candidatura a la Canciller¨ªa en 2002. Tampoco pudo presentarse a la alcald¨ªa de Berl¨ªn, por rencillas en la pol¨ªtica local. Ni a la presidencia federal en 2004, porque Merkel prefiri¨® a un tecn¨®crata llamado Horst K?hler del que hoy se ha olvidado ya incluso su extempor¨¢nea dimisi¨®n en 2010.
La pol¨ªtica no ser¨¢ f¨²tbol, pero la biograf¨ªa del influyente ministro de Hacienda revela numerosos puntos de corte: la pugna constante entre rivales, por ejemplo, o la importancia de la t¨¢ctica, la perseverancia o el quiebro. Pero sobre todo, el peso fundamental del azar en los resultados. Sch?uble es un pol¨ªtico de talento enorme, duro, disciplinado y ambicioso, que no apart¨® la mirada de las primeras posiciones del poder. Es uno de los pol¨ªticos mejor valorados por los alemanes, pero en cuarenta a?os de primera divisi¨®n pol¨ªtica, nunca ha superado el honroso segundo puesto.
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