De la indignaci¨®n y la provocaci¨®n
No puedo alcanzar a comprender c¨®mo la delegada del Gobierno en Madrid y el ministro del Interior pueden llegar a felicitar a las fuerzas de la Seguridad del Estado por realizar cargas contra los manifestantes. Con independencia de si su intervenci¨®n fue necesaria durante el 25-S o no, lo cierto es que nadie puede felicitarse por ejercer la violencia, del modo que sea. Podr¨ªan congratularse, si as¨ª lo quieren, por realizar detenciones y dejar que la justicia realice su funci¨®n constitucional, pero en ning¨²n caso hacerlo por el ejercicio de la violencia, justificado o no.
Me gustar¨ªa que nuestros pol¨ªticos, antes de hacer manifestaciones como estas, pensaran lo que es un Estado de derecho y se dieran cuenta de que una provocaci¨®n as¨ª, gratuita e innecesaria, no hace sino animar con mayor fuerza a que nuestra indignaci¨®n vaya creciendo. Solo pido a nuestros representantes que piensen m¨¢s, y act¨²en desde la responsabilidad de su cargo y no desde sus v¨ªsceras.¡ª N¨¦stor Orej¨®n. Valencia.
Leo las declaraciones de Mariano Rajoy desde Nueva York a ra¨ªz del 25-S, alabando a ¡°la mayor¨ªa de espa?oles que no se manifiestan¡±. Dice Rajoy que ¡°esa inmensa mayor¨ªa est¨¢ trabajando, el que puede, dando lo mejor de s¨ª para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis¡±.
De estas declaraciones se sigue que para el se?or Rajoy la discrepancia con sus recetas pol¨ªticas es equivalente al deseo de ver a Espa?a en la ruina, que todo aquel que no acate sumisamente ¡°lo que hay que hacer¡± (que se nos ha vendido como la ¨²nica soluci¨®n posible, cuando en realidad es solo una m¨¢s) comete delito de traici¨®n a la patria. Nuestro presidente nos trata como a ni?os peque?os: haz esto, aunque no te guste, que es por tu bien; si protestas ser¨¢s castigado y si lo haces sin rechistar eres digno de admiraci¨®n.
Mire, se?or Rajoy, los ciudadanos espa?oles no somos ni?os, somos gente madura que comprende la dificultad de estos tiempos y s¨ª, tambi¨¦n los que protestamos trabajamos por salir de esta crisis, solo que queremos una salida distinta a la que usted propone. Cr¨¦ame que no disfrutamos viviendo con unas condiciones de vida deterioradas.¡ª Marcos Tello. Le¨®n.
Sembrar el miedo para evitar el ejercicio de derechos fundamentales es una t¨¢ctica propia de los reg¨ªmenes totalitarios. Dif¨ªcilmente puede hablarse de democracia cuando un importante sector de la ciudadan¨ªa asume que, con independencia de motivaciones pol¨ªticas de una u otra ¨ªndole, el precio de encontrarse en el sitio equivocado (por ejemplo: una estaci¨®n de trenes) en el momento equivocado puede ser una detenci¨®n.
Nada es balad¨ª. No fue imprevista la entrada irracional de la polic¨ªa en las instalaciones de Atocha ¡ªa m¨¢s de un kil¨®metro del Congreso¡ª y tampoco ha sido fruto del azar el rumor de que los detenidos podr¨ªan ser puestos a disposici¨®n de la Audiencia Nacional. Todo parece ser el resultado de una estrategia deliberada con la que, a los efectos de evitar pr¨®ximas protestas ante los recortes presentes y futuros, se busca instalar un clima colectivo de incertidumbre y temor que devenga en silencio y, t¨¢citamente, en legitimidad del estado de las cosas.
Desde la responsabilidad y el compromiso, los ciudadanos debemos ejercer libremente nuestros derechos. No aceptemos el mensaje de los que alaban a supuestas ¡°mayor¨ªas silenciosas que no se manifiestan¡±. Ni los derechos nacieron del miedo, ni se defienden en el silencio.¡ª ?lvaro Perea. Getafe, Madrid.
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