El contraterrorismo del presidente Obama
Su programa de ¡®drones¡¯ le sit¨²a dentro del paradigma b¨¦lico de Bush
Un episodio y un programa han marcado el contraterrorismo de la presidencia Obama. El episodio no es otro que el abatimiento, en mayo de 2011, de Osama Bin Laden en su escondite paquistan¨ª de Abbottabad. El programa consiste en utilizar de manera sistem¨¢tica drones? o aeronaves sin piloto para lanzar misiles contra miembros de Al Qaeda y otras entidades afines en las zonas tribales al noroeste de Pakist¨¢n pero tambi¨¦n en Afganist¨¢n, Yemen o Somalia. Para el presidente Obama y sus responsables de seguridad nacional, haber terminado con Osama bin Laden es un ¨¦xito. Obama hab¨ªa dado prioridad a la decapitaci¨®n de Al Qaeda. Antes de asumir el cargo advirti¨® que actuar¨ªa con determinaci¨®n ¡ªes decir, que dar¨ªa la orden de matar¡ª, en el caso de que se detectase a terroristas de elevado perfil fuera de Estados Unidos y las autoridades jurisdiccionalmente competentes no quisieran o no pudieran actuar al respecto.
Sin embargo, de sus posiciones previas a ocupar la Casa Blanca era dif¨ªcil deducir que fuese a aprobar semejante programa de ataques mediante drones, adem¨¢s de naturaleza encubierta, tan frecuente e intenso como el que ha llevado a cabo. Entre otras razones porque es un programa iniciado durante el segundo mandato de Bush, de cuya estrategia contraterrorista se hab¨ªa mostrado muy cr¨ªtico Obama, consider¨¢ndola basada en una pol¨ªtica del miedo y excesiva.
Pero solo en 2009, su primer a?o como presidente, Obama autoriz¨® m¨¢s de esos ataques, hasta 54, que Bush entre 2004 y 2008. En 2010 fueron no menos de 122 y en 2011, de 72. Entre 2004 y 2008, bajo la presidencia de Bush, se estiman entre 374 y 544 los muertos ocasionados. De 2009 hasta 2011 fueron entre 1.324 y 2.348. Aun as¨ª, desde la Administraci¨®n de Obama subrayan informalmente, dado el car¨¢cter encubierto del programa, que se han hecho grandes avances en reducir al m¨ªnimo el porcentaje de civiles muertos.
Los cauces dentro de los cuales se desarrollan estrategias contra el terrorismo global son estrechos y relativamente invariables
Sea como fuere, dicho programa califica el contraterrorismo de Obama, pese a su preocupaci¨®n por diferenciarse de Bush modificando la narrativa, cerrando c¨¢rceles secretas, oponi¨¦ndose a la tortura, apelando al enjuiciamiento civil de sospechosos, limitando poderes presidenciales, implementando planes de prevenci¨®n de la radicalizaci¨®n o favoreciendo la cooperaci¨®n internacional. El uso de los drones se increment¨® a medida que el bloqueo institucional y la pasividad social hac¨ªan fracasar la promesa de cerrar Guant¨¢namo.
Ese programa de drones implica el uso de medios militares de un modo que resulta legal para las autoridades estadounidenses, las cuales no han dejado de invocar en los ¨²ltimos cuatro a?os una situaci¨®n de guerra con campos de batalla, alejada del tratamiento del terrorismo como fen¨®meno criminal. Ello sit¨²a a esa faceta de la estrategia contraterrorista de Obama dentro del paradigma b¨¦lico en que fue encuadrada por Bush. Existe, en este sentido, continuidad entre el contraterrorismo de Obama y el de Bush. Todo indica que dicho programa ha diezmado Al Qaeda y desbaratado complots. Esto y mantener, mejor¨¢ndolas, medidas preexistentes de protecci¨®n, explica la ausencia de un nuevo gran atentado en Estados Unidos. Aunque, debido a fallos de inteligencia, un nigeriano en misi¨®n de Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga casi destruye una aeronave de pasajeros sobre Detroit en la Navidad de 2009. Tampoco fue detectado a tiempo el coche bomba que un estadounidense de origen paquistan¨ª coloc¨® en mayo de 2010, por orden de Therik e Taliban Pakistan, en la neoyorquina Times Square.
Afirmar que, como resultado del programa de drones, Al Qaeda est¨¢ m¨¢s debilitada que hace cuatro a?os parece correcto respecto a su n¨²cleo central. Ahora bien, Al Qaeda es hoy una estructura terrorista global con extensiones territoriales. Ninguna ¡ªAl Qaeda en Irak, Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga y Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico¡ª est¨¢ peor. Tampoco ¡ªsalvo quiz¨¢ Al Shabab¡ª sus principales asociadas, como el Emirato Isl¨¢mico de Afganist¨¢n o Therik e Taliban Pakistan. Adem¨¢s, se han articulado nuevas organizaciones yihadistas en el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo.
Ello ha sido propiciado por la conflictividad en el mundo ¨¢rabe, fracasos como el de AFRICOM en Mal¨ª y el modo en que la Administraci¨®n de Obama viene gestionando los repliegues de tropas estadounidenses. Las que abandonaron Irak a fines de 2011 dejaron una inseguridad que facilita a la rama iraqu¨ª de Al Qaeda fortalecerse e inmiscuirse en Siria. Anticipar su salida de Afganist¨¢n en 2014 ha permitido que los talibanes redefinan la situaci¨®n como una victoria.
Obama y sus allegados obvian ya referirse a Guant¨¢namo, a comisiones militares ¡ªcomo la que, coincidiendo con la campana electoral, juzga all¨ª a cinco acusados de implicaci¨®n en los atentados del 11 de septiembre de 2001 y no ante un tribunal civil en Nueva York¡ª, a la detenci¨®n preventiva sin juicio o a restaurar valores. Ser¨¢ que los cauces dentro de los cuales el proceso pol¨ªtico estadounidense permite desarrollar estrategias contra el terrorismo global son estrechos y relativamente invariables, est¨¦ quien est¨¦ en la Casa Blanca.
Fernando Reinares, actualmente profesor visitante de Pol¨ªticas y Programas Contraterroristas en la Universidad de Maryland, College Park, es investigador principal del Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico en la Universidad Rey Juan Carlos.
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