Comisario atrapado
Bruselas impone un alto nivel de integridad, pero necesita mecanismos m¨¢s transparentes
La dimisi¨®n de un comisario europeo, el malt¨¦s John Dalli, no tiene precedentes en las instituciones europeas. Hay que remontarse a la renuncia del equipo completo de Jacques Santer, en 1999 y tras la negativa de la comisaria francesa ?dith Cresson a dejar el puesto, para encontrar un caso lejanamente similar. Dalli, responsable de Salud, ha sido acusado por la oficina antifraude europea, OLAF, de permitir que un empresario amigo intercediera en su nombre para retocar el proyecto de endurecer la legislaci¨®n antitabaco. La mera demostraci¨®n de su pasividad, puesto que no se ha demostrado delito alguno, ha sido suficiente para que el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, haya podido forzar la ca¨ªda del malt¨¦s.
Fue justamente el esc¨¢ndalo de la Comisi¨®n Santer el que posibilita ahora que Barroso pueda deshacerse de un miembro de su equipo. No obstante, los presidentes de la Comisi¨®n ni tienen la potestad de formar su propio equipo ni destituir a ninguno de ellos. A falta de una vuelta de tuerca que refuerce la representatividad ¡ªy por tanto el margen de maniobra¡ª de las instituciones europeas, Barroso, como sus antecesores, debe aceptar al comisario que designa cada pa¨ªs y solo puede pedir la dimisi¨®n de uno de ellos. El Parlamento Europeo s¨ª puede forzar la ca¨ªda de la Comisi¨®n en su conjunto ¡ªno de un solo miembro¡ª y vetar un nombramiento, lo que hizo con los candidatos Rocco Buttiglione, Ingrida Udre y Rumiana Jeleva.
La dimisi¨®n de Dalli es una demostraci¨®n palpable del alto nivel de integridad que impone la UE. En tal sentido, hay que aplaudir la r¨¢pida y contundente reacci¨®n de Barroso en un momento de m¨¢xima tensi¨®n dentro del club por la crisis de la deuda; una crisis que est¨¢ aumentando de manera preocupante la desafecci¨®n ciudadana. Es importante mantener ese list¨®n alto, pero tambi¨¦n seguir ahondando en la transparencia de las instituciones. El secretismo con el que act¨²a la OLAF, por ejemplo, no es aceptable. No es l¨®gico que esta peque?a crisis pol¨ªtica la haya desencadenado un informe secreto del que solo hay informaci¨®n verbal a la prensa. Tal opacidad solo da lugar a la especulaci¨®n ¡ªcomo acusar a la industria del tabaco de la salida de Dalli¡ª y a extender la sospecha sobre un sistema de lobbys que funciona en Bruselas con total legitimidad y transparencia.
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