La ¡®sarkoman¨ªa¡¯ hace del expresidente un ¨ªdolo pop
Mientras baja la popularidad de Hollande, Sarkozy ejerce de "jubilado m¨¢s activo de Francia" El creciente culto popular hacia su figura le dota de un halo de superestrella y refuerza sus sue?os de reconquistar el El¨ªseo
Cual Napole¨®n en la isla de Elba, Nicolas Sarkozy rumia este oto?o la idea de su retorno. Pol¨ªtico bonapartista ¨Cm¨¢s pr¨®ximo al Petit Napole¨®n, el tercero, que al primero¨C, Sarkozy digiere mal su Waterloo de las elecciones presidenciales del pasado mayo. Cree que los franceses fueron injustos con ¨¦l; que su sucesor, el socialista Fran?ois Hollande, se va a estrellar, se est¨¢ estrellando ya; y que, qui¨¦n sabe, la vida da muchas vueltas, igual puede volver a presentarse en 2017. Su esposa, Carla Bruni, declaradamente harta de la pol¨ªtica y la prensa pol¨ªtica, le anima a que emprenda una nueva vida, a que disfrute de la estupenda villa de ella en Cap N¨¨gre, en la Costa Azul, salga con los amigos comunes del mundo de la moda y el espect¨¢culo, disfrute de los deportes que a ¨¦l le gustan, gane dinero con otras cosas.
Todo esto es un secreto a voces en Par¨ªs. Sarkozy sufre un s¨ªndrome de abstinencia del poder com¨²n a los pol¨ªticos que lo han dejado, sobre todo si ha sido a causa de una derrota electoral. Lo singular de su caso es que las fantas¨ªas que abriga encuentran amplio eco en la derecha francesa. Los dos aspirantes a su sucesi¨®n al frente del partido Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), Jean-Fran?ois Cop¨¦ y Fran?ois Fillon, compiten por demostrar cu¨¢l es m¨¢s fiel al expresidente; a Sarkozy le vitorean cuando va a cenar a un restaurante chic, corre por el parque Monceau o sale en bicicleta por los alrededores de Cap N¨¨gre, y hasta ha surgido una industria de memorabilia que estampa su afilado rostro en bolsos, camisetas y tazas de caf¨¦.
El fen¨®meno ha adquirido tal dimensi¨®n que, resucitando el t¨ªtulo de una comedia de 2007 del chansonnier Michel Guidoni, revistas como Les Echos y Le Nouvel Observateur hablan de ¡°sarkoman¨ªa¡±. En la ¨²ltima edici¨®n parisiense de La Nuit Blanche, el s¨¢bado 6 de octubre, triunf¨® la marioneta de Sarkozy exhibida en el Palais de Tokyo. Era la del popular programa Les guignols de l¡¯info y le representaba en estado de congelaci¨®n. ?Una met¨¢fora para aludir a que, igual que eso que la leyenda urbana afirma de Walt Disney, Sarkozy no est¨¢ muerto, en este caso pol¨ªticamente, sino tan solo hibernado y esperando la resurrecci¨®n?
Tiene hasta su propio bolso, Nicolas reviens! (vuelve Nicol¨¢s), dise?ado por la mujer de un exministro suyo, que en verano arras¨® en la costa azul
¡°El expresidente se calla, pero est¨¢ en todas partes¡±, escribe C¨¦cile Cornudet en Les Echos. ¡°En los quioscos, en los libros, en los debates por la presidencia de la UMP, en las cabezas. La musiquilla de su regreso suena cada vez m¨¢s fuerte: entre sus pr¨®ximos, que lo desean; entre sus adversarios, que lo temen¡±. Y en Le Nouvel Observateur, Carole Barjon constata: ¡°La elecci¨®n presidencial ha sido seguida, en efecto, por un estado de gracia¡ el de Nicolas Sarkozy. El expresidente no ha sido nunca tan popular como desde su derrota, al menos entre la derecha, donde sus m¨¢s fervientes seguidores le consagran un aut¨¦ntico culto¡±.
Compar¨¢ndolo con Johnny Hallyday, el semanario fundado por Jean Daniel informa de que Sarkozy tiene sus fans y sus productos. Entre ellos, el bolso Nicolas Reviens! (?Vuelve Nicolas!), dise?ado por Marie-Caroline Ferry, esposa de un exministro de Educaci¨®n de Sarkozy, que se vende en boutiques de Par¨ªs y en Internet al precio de 57 euros. Seg¨²n Paris Match, esos bolsos arrasaron el pasado verano en Port Grimaud y Saint Tropez.
La cuenta en Facebook del expresidente alcanza casi 800.000 amigos, una cifra superior a la de su ¨¦poca en el El¨ªseo. En la web de la Asociaci¨®n Nacional de Amigos de Nicolas Sarkozy (ANANS) pueden encontrarse, en texto y v¨ªdeo, los discursos del expresidente. Existe una tienda en Internet consagrada a art¨ªculos ¨Ccamisetas, caretas, alfombrillas para rat¨®n, fondos de escritorio para el ordenador, tazas¨C con la efigie del pol¨ªtico que mordi¨® el polvo frente a Hollande. Y en otros lugares, como Zazzle y eBay, tambi¨¦n se pueden comprar online las mercanc¨ªas de la sarkoman¨ªa.
En gran medida, Sarkozy fue derrotado por el rechazo que suscitaba su mism¨ªsima persona. A una mayor¨ªa de franceses, y no solo de izquierdas, les resultaban insoportables su hiperactividad, el exhibicionismo de sus amistades con los millonarios, su adicci¨®n a estar siempre en la tele, su chuler¨ªa barriobajera y esa incapacidad para separar la vida p¨²blica de la privada que le convirti¨® en el primer presidente people de la Rep¨²blica Francesa, alguien que sal¨ªa tanto en las revistas del coraz¨®n como en la prensa pol¨ªtica.
¡°Pero los franceses olvidan r¨¢pidamente¡±, le ha dicho el viejo cronista y escritor derechista Jean d¡¯Ormesson, seg¨²n cuenta Carole Barjon. ?Y tanto! Mientras la popularidad de Hollande y los suyos se erosiona, Sarkozy, tras un verano estupendo con Carla Bruni en Marraquech, Canad¨¢ y Cap N¨¨gre, se ha convertido en ¡°el jubilado m¨¢s activo de Francia¡±. No para de recibir visitas de pol¨ªticos, empresarios, artistas y deportistas en el despacho privado que ha estrenado en la Rue de Miromesnil. Cuentan que no hace la menor autocr¨ªtica, est¨¢ al corriente de todo, telefonea a los directores de los peri¨®dicos para conocer de antemano los sondeos, no se pronuncia en p¨²blico sobre su sucesor, pero saborea en privado sus problemas.
Ilustres visitantes extranjeros de Par¨ªs quieren cenar con ¨¦l y su esposa; lo hizo, entre otros, Robert De Niro. Y, seg¨²n informa C¨¦cile Cornudet, dirigentes extranjeros como Obama, Merkel, Putin, Van Rompuy y Aznar le llaman con frecuencia.
Sarkozy tiene 57 a?os de edad, ahora va con barba de tres o cuatro d¨ªas para dar una imagen m¨¢s informal y hasta canalla, y con su habitual jactancia proclama: ¡°Soy el hombre m¨¢s demandado del mundo¡±. Oficialmente, ha dejado la pol¨ªtica, pero, claro, si los franceses quieren que vuelva, pues no tendr¨¢ m¨¢s remedio que volver. En realidad, dicen los que le conocen, ¡°il ne pense qu¡¯¨¤ ?a¡±, solo piensa en eso.
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