Quienes hayan le¨ªdo 'La tregua' (1960) y 'Gracias por el fuego' (1965) pueden ver en esas dos novelas la cara y cruz de la narrativa del escritor uruguayo. Si en una se retrata la vida oficinesca, el abismo insalvable de la mediocridad existencial, en la otra se atisba esa exigencia de compromiso pol¨ªtico que caracteriza la obra de Benedetti, su narrativa, su poes¨ªa y su cancionero. Si hay algo que debe destacarse en el autor rioplatense es un prop¨®sito de radiograf¨ªa o cr¨®nica urbana. El centro moral y sociol¨®gico de su producci¨®n literaria se afinca en ese territorio casi m¨ªtico que es Montevideo. La ciudad donde se dan cita los milagros cotidianos imposibles y la rutina m¨¢s alienante y desesperanzada. Particularmente recuerdo, en el orden estrictamente t¨¦cnico, que Benedetti hac¨ªa hincapi¨¦ en el logro de una escritura llana y transparente y, cuesti¨®n nada balad¨ª, en el car¨¢cter exacto y cuasi definitivo de los t¨ªtulos: no dejo de pensar en la novela 'Primavera con una esquina rota'.RICARDO GUTI?RREZEntre el apretado espacio que dejaron los maestros del 'boom', Bryce Echenique ocupa un lugar destacado. Brilla sobre otras consideraciones por su sentido del o¨ªdo para la reproducci¨®n ficcional de los relatos orales, las historias de que se nutren sus narradores, tanto en novelas como 'Un mundo para Julius' (1970) como para su ¨²ltimo excelente libro de cuentos, 'La esposa del rey de las curvas' (2010). 'La vida exagerada de Mart¨ªn Roma?a' (1981) es un texto plet¨®rico de autoiron¨ªa: la que el mismo autor inflige a su '¨¢lter ego', Mart¨ªn, un tipo que no esquiva su costado enamoradizo. Por ello reza en la novela un ep¨ªgrafe bastante elocuente: algo as¨ª como que en la vida lo ¨²nico importante es la belleza y el amor. No es un tema menor el tratamiento que hace Bryce Echenique, adem¨¢s de los relatos orales, de la autobiograf¨ªa. Se trate de una novela de aprendizaje como 'Un mundo para Julius' o de un relato autobiogr¨¢fico como 'La vida exagerada de Mart¨ªn Roma?a', el autor peruano siempre es un aut¨¦ntico maestro en el arte de reunir en un solo tono narrativo la iron¨ªa y lo sentimental.LOUIS MONIA veces parece como si la ¨²nica obra del escritor cubano fuera 'Tres tristes tigres' (1967), obra que, como la de otros compa?eros de generaci¨®n, redunda en la concepci¨®n total de la novela. Su estructura, su manejo del tiempo, sus nada inofensivos juegos de palabras, sus discontinuidades, su empleo incluso de la tipograf¨ªa remiten a un palimpsesto debajo del cual podr¨ªamos leer desde a 'Tristan Shandy' hasta el 'Ulises'. A Joyce remite tambi¨¦n porque La Habana se convierte en un 'leitmotiv', en sustancia narrativa y paranarrativa, en met¨¢fora. Cabrera Infante, que ejerci¨® la cr¨ªtica de cine (tan importante para entender su obra), al escribir 'Tres tristes tigres' anuncia la clausura del c¨ªrculo con una obra que la complementa: 'La Habana para un infante difunto' (1979), t¨ªtulo par¨®dico que conduce al c¨¦lebre tema de Maurice Ravel 'Pavana para un infante difunto'. Aqu¨ª tambi¨¦n hallamos el juego, adem¨¢s de intertextual, paratextual: la novela no solo narra sino que cuenta como se hace artefacto narrativo.MIGUEL TORRESNaci¨® en Bruselas y muri¨® en Par¨ªs. Dos ciudades de habla francesa, la misma lengua en la que predominaron los grandes maestros galos del surrealismo, esa escuela l¨ªrica del inconsciente que tanto redund¨® en su obra. Cort¨¢zar compagin¨® la vocaci¨®n del vidente cotidiano, el demiurgo de la realidad invisible. Cit¨® en un solo espacio a Jarry, Lautr¨¦amont, Borges, Macedonio y Arlt. Entre Par¨ªs y Buenos Aires, urdi¨® 'Rayuela', manual supremo de la enso?aci¨®n y las visiones de la mano del gran maestre: Morelli. Luego est¨¢n sus cuentos, esos fogonazos de materia inmaterial que atraviesan t¨²neles de fruct¨ªferos misterios. Y el jazz, el compromiso social y los infatigables y milagrosos cronopios.RUE DES ARCHIVES / CORDON PRESSEn las novelas del escritor chileno prima las atm¨®sferas opresivas, psicolog¨ªas atormentadas, todo ello siempre en el contexto de las clases altas de su pa¨ªs. La dial¨¦ctica entre el individuo y la sociedad, la decadencia moral y social son vectores que nos ayudan a interpretar sus obras. Eso vale tanto para novelas de tratamiento m¨¢s tradicional ('Este domingo', 1966), como para textos de imbricada estructura ('El obsceno p¨¢jaro de la noche', 1970). Donoso, adem¨¢s, fue testigo privilegiado del 'boom' de la literatura latinoamericana. Comparti¨® con los grandes maestros del 'boom', geograf¨ªa f¨ªsica (Barcelona) y generacional: fue part¨ªcipe de una empresa de gran calado est¨¦tico que dej¨® historiada en 'Historia personal del boom' (1972). En el campo de las estrategias narrativas, esperpento, deformaci¨®n de los perfiles humanos, multiplicaci¨®n de planos y voces narrativas, parodia: todo sirve, como ocurre en cierta manera tambi¨¦n en las novelas de Onetti, para no hacerse demasiadas ilusiones con la alta y mediana burgues¨ªa chilena. No quisiera dejar de mencionar uno de sus ¨²ltimos libros, 'Donde van a morir los elefantes' (1995): un compendio novel¨ªstico donde se cruzan la cr¨ªtica de los Estados Unidos (donde ejerci¨® como profesor universitario) y su patol¨®gica relaci¨®n con Latinoam¨¦rica. Adem¨¢s, en este libro, como suced¨ªa tambi¨¦n en los ensayos literarios de Ernesto S¨¢bato, Donoso carga contra la correcci¨®n pol¨ªtica de algunas tendencias narrativas y anal¨ªticas en EE UU, sin olvidarse, de paso, de cargar contra los presupuestos te¨®ricos de Barthes y Bajtin. Donoso, en el fondo, escribi¨® libros para alejarse cada minuto m¨¢s de la oscuridad, como defini¨® ¨¦l mismo la meta esencial de la novela.GORKA LEJARCEGICaso curioso el de Jorge Edwards, un autor que por un mismo libro es censurado por dos reg¨ªmenes ideol¨®gicos opuestos: el ultraderechista de Augusto Pinochet y el comunista de Fidel Castro. El libro es 'Persona non grata' (1973), publicado el mismo a?o del sangriento golpe de Estado contra Salvador Allende. Las experiencias relatadas en ese libro como diplom¨¢tico hac¨ªan blanco en el costado m¨¢s intransigente del r¨¦gimen cubano; por ser un representante en el exterior del Gobierno de Allende es expulsado por el pinochetismo. En ese libro Edwards daba buena cuenta de su excelente estilo como memorialista, estilo que vuelve a repetir con no menos ¨¦xito en 'Adi¨®s, poeta' (1990), una magn¨ªfica biograf¨ªa de Pablo Neruda. La clase media tradicional chilena es uno de los temas recurrentes en su obra. Con esa materia social y una no disimulada querencia por el historicismo como arma de interpretaci¨®n moral, el autor construye una narrativa con sello propio en el contexto de sus contempor¨¢neos chilenos. En 1990, se hizo en Espa?a una edici¨®n de sus cuentos: 'Cuentos completos'. Acuda el lector a ese volumen: varios cuentos deber¨ªan estar en la antolog¨ªa del g¨¦nero m¨¢s exigente. En su m¨¢s reciente texto, 'La muerte de Montaigne' (2011), Edwards vuelve a sentirse c¨®modo (algo que el lector agradece) en ese g¨¦nero de no f¨¢cil elaboraci¨®n entre la biograf¨ªa, la memoria y la historia, que ¨¦l como pocos sabe conjugar.CRIST?BAL MANUELAmigo de las 'summas' literarias, como 'Cambio de piel' (1967) y 'Terra nostra' (1975), Carlos Fuentes se mueve tambi¨¦n brillantemente en las distancias medias y cortas: no hay nada m¨¢s que leer su 'nouvelle' 'Aura' y esa joyita de la ficci¨®n breve que es 'Chac-mool' para hacernos una idea fundamentada de su versatilidad narrativa. Si a ello le agregamos la cantidad de reflexiones sobre el arte, la literatura, el mundo, la pol¨ªtica (mexicana sobre todo, pero tambi¨¦n planetaria), daremos entonces con un aut¨¦ntico 'homme de lettres' de nuestro tiempo. La novela para Fuentes es la expresi¨®n absoluta del conocimiento de la realidad hist¨®rica y la realidad intrahist¨®rica soldadas en una sola realidad llamada transfiguraci¨®n literaria. Mito y testimonio configuran la ecuaci¨®n bajo la cual el autor mexicano arma su discurso literario. De todo lo que se puede decir de la narrativa de Fuentes me quedo con su concepci¨®n de la novela como ente total, nacida en Cervantes, proseguida por Thomas Mann y Hermann Broch: la novela hecha de novela, poes¨ªa, ensayo, ciencia, filosof¨ªa y, sobre todo, de infatigable redefinici¨®n del g¨¦nero novel¨ªstico.RA?L CANCIOS¨®lo con 'Cien a?os de soledad' hubiera pasado a la historia de la literatura universal. ?Pero antes no hubiera quedado igual en dicha historia con la novela corta 'La hojarasca' (1955) y 'El coronel no tiene quien le escriba' (1961)? Este cuento tiene la semilla imaginativa en la estela de Cervantes. El escritor colombiano tuvo que seguir demostrando que nada fue casual. Y as¨ª vinieron m¨¢s obras maestras. 'Cr¨®nica de una muerte anunciada' (1981) y cuatro a?os m¨¢s tarde 'El amor en los tiempos del c¨®lera'. Garc¨ªa M¨¢rquez pertenece a un continente en donde sucedi¨®, seg¨²n cuenta ¨¦l mismo, que un general librara varias batallas y no ganara ninguna. En ese caldo de pesadilla y fantas¨ªa, ayudado de Hemingway, Faulkner y juveniles lecturas de Verne y Salgari, se gesta Macondo, probablemente el territorio imaginario m¨¢s real del mundo. Y el m¨¢s citado.CORDON PRESSHablar del gran escritor cubano es hablar de dos libros fundamentales, con ese aire fundacional que suelen tener los grandes textos: la novela 'Paradiso' (1966) y el libro de ensayos 'Las eras imaginarias'. 'Summa' absoluta. De palabras, red de s¨ªmbolos, teor¨ªas literarias y filos¨®ficas (sobre todo Nietzche). Heredero de G¨®ngora, Mallarm¨¦ y Valery, 'Paradiso' es la palabra y la frase como fuente de conocimiento intelectual hecho carne. No faltaron colegas coet¨¢neos que criticaron su exuberancia verbal. Vargas Llosa fue uno de ellos. Para m¨ª, leer 'Paradiso' es como leer 'Los a?os de aprendizaje de Wilheim Meister', de Goethe. Con ello quiero decir que 'Paradiso' no solo es la novela de Jos¨¦ Cem¨ª ('¨¢lter ego' de Lezama Lima), sino la novela de iniciaci¨®n m¨¢s ambiciosa de la prosa latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Como ensayista, en 'Las eras imaginarias' Lezama abre cauces, ense?a caminos para una renovada hermen¨¦utica textual.Nacido en Guatemala, sin embargo se puede decir que el autor del cuento m¨¢s corto de la historia del cuento realiz¨® toda su obra en M¨¦xico. El aporte de Monterroso a la ficci¨®n latinoamericana es una especie de s¨¢tira de la misma ficci¨®n. Lo ¨²nico que hay que tomarse en serio es el humor y la imperiosa vocaci¨®n de brevedad. Monterroso escribi¨® muchos libros de relatos, pero su libro esencial y probablemente ya un cl¨¢sico es 'Obras completas (y otros cuentos)' (1959). Para este escritor su filosof¨ªa de la composici¨®n se asienta en la m¨¢s radical concisi¨®n, en la sintaxis y en la exposici¨®n de las ideas. Aforismos, part¨ªculas textuales, fragmentos, todo ello conforma un corpus est¨¦tico sobre el cual Monterroso defiende su po¨¦tica. Graci¨¢n parece por momentos dictarle su convicci¨®n de la brevedad como el arte supremo de la escritura. Todav¨ªa, a parte de su famoso 'El dinosaurio', me gusta recordar 'Fecundidad': "Hoy me siento bien, un Balzac: estoy terminando esta l¨ªnea".GORKA LEJARCEGINo s¨¦ d¨®nde le¨ª una vez algo as¨ª como que el lector no espere de Onetti una visi¨®n del mundo tranquilizadora. William Faulkner y Roberto Arlt aportan al escritor uruguayo la mirada desilusionada de la condici¨®n humana, la ¨ªnfima esperanza. Leer 'El astillero', por citar una novela onettiana por excelencia, no es solo entrar en una met¨¢fora (o icono literario del existencialismo rioplatense), sino tambi¨¦n en el territorio de lo real humano: de la derrota de las ilusiones, de lo clandestino, de lo opaco, de lo atroz. No es un asunto menor en la obra de Onetti el duelo entre lo n¨ªtido y lo ambiguo: la imposibilidad de conocer absolutamente el comportamiento humano.EFESoy un defensor ac¨¦rrimo del escritor argentino. Creo que su operaci¨®n literaria consistente en crear la ilusi¨®n del murmullo cotidiano, el vocer¨ªo femenino en sordina, la creaci¨®n a partir de todo ello de sus tramas novel¨ªsticas es lo que le da consistencia narrativa. Releer 'Boquitas pintadas' es asistir a la conjunci¨®n del 'kitsch', el melodrama radiof¨®nico, la tragedia oper¨ªstica y la comedia tan cercana al cine (hoy podemos compararla) de Pedro Almod¨®var. Puig hace de su narrativa una aventura particular, con casi pocas conexiones generacionales para compartir ideario est¨¦tico. Su po¨¦tica se nutre de la cultura popular. Y con esa filosof¨ªa compositiva arma uno de los artefactos de ficci¨®n m¨¢s incisivos en su infalible cr¨ªtica de la vida y la burgues¨ªa provinciana. ?Qui¨¦n escribi¨® una de las mejores novelas sobre la persecuci¨®n pol¨ªtica y la tortura? Sin duda Puig con 'El beso de la mujer ara?a' (1976). En esta obra en especial y tambi¨¦n en el resto de sus libros, los di¨¢logos cobran una importancia capital. En el final de toda su narrativa (a la que por cierto no ser¨ªa nada descabellado relacionarla en cierta manera con la de Mart¨ªn Gaite en nuestro pa¨ªs: ese murmullo, el chismorreo como t¨¦cnica de representaci¨®n literaria), espera la dolorosa sensaci¨®n de soledad. Puig es un maestro en el uso de los mecanismos m¨¢s marginales de la comunicaci¨®n literaria, de la frivolidad: el desamparo.MIGUEL GENEREs casi un lugar com¨²n afirmar que Ribeyro es mejor cuentista que novelista. Yo le¨ª en su momento 'Cr¨®nica de San Gabriel' (1960) y la lectura posterior de sus cuentos a aquella novela de aprendizaje. Soy de los que cree que sus cuentos cada d¨ªa se afianzan m¨¢s. Ribeyro es el cl¨¢sico autor maltratado por los fulgores del 'boom'. Ahora que han pasado algunos a?os, que comienzan a sedimentar los valores eclipsados de algunos grandes autores, los dolorosos y resignados personajes de los cuentos de Ribeyro retornan para quedarse con esa sequedad expresiva tan suya. El mundo que recrea Ribeyro no resulta reconfortante. No hay en ¨¦l lugar para la inocencia. Sus criaturas de ficci¨®n guardan sus fracasos con afilado silencio, fracasos que no dejan de ser los fracasos del hombre como ser social.MIGUEL GENERLa obra capital del escritor paraguayo, 'Yo el Supremo' (1974), no es el aparente texto documental basado en un exhaustivo aparato bibliogr¨¢fico e hist¨®rico. Dicha novela es un poderoso texto de ficci¨®n donde se reflexiona sobre el poder y, sobre todo, sobre la imposibilidad del poder absoluto. 'Yo el Supremo' es una de las novelas m¨¢s representativas y mejor lograda de ese especie de subg¨¦nero de novelas de dictadores, que inicia Valle-Incl¨¢n con 'Tirano Banderas' y prosigue hasta hace unos a?os con 'La fiesta del Chivo', de Mario Vargas Llosa. Su asunto central es la reconstrucci¨®n ficcional de la vida de Gaspar de Francia, pr¨®cer fundacional del Paraguay, tirano ilustrado como mandaban los c¨¢nones ideol¨®gicos de la ¨¦poca (mediados del XIX). Pol¨ªtica e historia insuflan el cuerpo reflexivo de la novela. Pero adem¨¢s, la novela se convierte en una monumental aventura textual.LUIS MAG?NEl a?o que viene se cumplir¨¢n cincuenta a?os de la publicaci¨®n de 'La ciudad y los perros', probablemente la novela latinoamericana fetiche por antonomasia junto a 'Cien a?os de soledad' y 'Rayuela'. Vargas Llosa ya demuestra en esta novela tres de sus caracter¨ªsticas: una deslumbrante capacidad inventiva, la redefinici¨®n del realismo y convicci¨®n para acometer las m¨¢s diversas t¨¦cnicas narrativas. Pero adem¨¢s se suma otra: su papel como estudioso del hecho literario (ah¨ª est¨¢n sus trabajos sobre Garc¨ªa M¨¢rquez, la c¨¦lebre novela de caballer¨ªas 'Tirant lo blanc', Flaubert, V¨ªctor Hugo y Onetti), adem¨¢s de sus art¨ªculos sobre pol¨ªtica. Otra curiosidad: Vargas Llosa, como Garc¨ªa M¨¢rquez, es premio Nobel de literatura. Como el colombiano, Vargas Llosa defiende posiciones ideol¨®gicas en el campo de la pol¨ªtica y de la econom¨ªa. Pero, a su vez, los vincula un sim¨¦trico antagonismo: Vargas Llosa fue desde el principio y sigue siendo un azote del castrismo, mientras Garc¨ªa M¨¢rquez es amigo del l¨ªder cubano. Si uno es un defensor de las izquierdas latinoamericanas, el otro es un abanderado del neoliberalismo m¨¢s descarnado. Para terminar: siempre me llam¨® la atenci¨®n el primer t¨ªtulo que su autor pens¨® para 'La ciudad y los perros', un t¨ªtulo que bien se merece una novela: 'La morada del h¨¦roe'.RUE DES ARCHIVES / CORDON PRESS