Los puentes rotos
Al hablar de Catalu?a, le responde el autor a Fernando Vallesp¨ªn, hay que tener alguna percepci¨®n com¨²n
Querido Fernando:
Acabo de leer tu art¨ªculo en EL PA?S del s¨¢bado 10 de noviembre, y quiero felicitarte por tu ponderaci¨®n, claridad y prudencia. ?Ojal¨¢ hubiera en Espa?a mucha gente como t¨²!
Sin embargo, no puedo resistir llamarte la atenci¨®n sobre un punto que para m¨ª resulta muy revelador del problema de fondo que tenemos delante, que no es otro que el de tratar de ver al menos los hechos que podr¨ªamos denominar objetivos (si es que existen) con un m¨ªnimo de coincidencia desde las dos partes, requisito indispensable para hacer posible el di¨¢logo. Porque un di¨¢logo que tenga por prop¨®sito alcanzar un acuerdo que no sea la constataci¨®n de que es imposible continuar juntos (puesto que tambi¨¦n para eso habr¨ªa que dialogar) exige unas m¨ªnimas bases comunes en la percepci¨®n de la realidad.
Te voy a poner un ejemplo. Una de las cuestiones sensibles que est¨¢n en el n¨²cleo del conflicto actual es el de la relaci¨®n fiscal entre Catalu?a y Espa?a. Y aqu¨ª, unos podr¨¢n opinar que el d¨¦ficit fiscal es excesivo, incluso muy excesivo, y otros que es el que deber¨ªa ser. Pero lo que resulta imposible es cualquier tipo de di¨¢logo que no parta de la aceptaci¨®n de que este d¨¦ficit fiscal existe y que se sit¨²a en una horquilla determinada. Pero, claro, si una de las partes cree que cualquier solidaridad equivale a un expolio y la otra considera, no ya que Catalu?a tiene el d¨¦ficit fiscal que le corresponde, ?sino que es la CA m¨¢s insolidaria de Espa?a! (como las encuestas indican que ocurre hoy en d¨ªa, gracias a la tergiversaci¨®n sistem¨¢tica a la que se han dedicado durante a?os algunos medios y formaciones pol¨ªticas, ante el silencio estruendoso de algunos de los que ahora os preocup¨¢is, y de las altas instituciones del Estado que ahora hablan de quimeras), entonces no ya el acuerdo, sino simplemente el di¨¢logo, es sencillamente imposible.
En tu art¨ªculo afirmas que ¡°(¡) la inmensa mayor¨ªa de los tuits [derivados del Manifiesto] mostraban el desencuentro creciente entre las posiciones independentistas y aquellas que ponen esperanzas en alguna forma de reconciliaci¨®n [se debe entender que refiri¨¦ndote a las de los firmantes del Manifiesto]¡±, y m¨¢s adelante se?alas que algunos de ellos vienen a decir ¡°(¡) vosotros, los que dec¨ªs que nos comprend¨¦is, ten¨ªais que haberos movilizado antes¡±.
Para que haya di¨¢logo debe aceptarse que existe un d¨¦ficit fiscal?
Quiero empezar por reconocer con toda claridad que el Manifiesto supone una toma de posici¨®n valiente y que se echaba en falta (dejando aparte el art¨ªculo, para m¨ª important¨ªsimo, de Francisco Rubio Llorente, posiblemente la m¨¢xima autoridad de Espa?a en materia constitucional, publicado, tambi¨¦n en EL PA?S, el d¨ªa 8 de octubre). Especialmente, desde mi punto de vista, por la proclamaci¨®n expl¨ªcita y rotunda que formula en el sentido de aceptar lo que decidan los ciudadanos de Catalu?a respecto a su relaci¨®n con Espa?a.
Sin embargo, perm¨ªteme que te diga que yo creo que es sumamente sesgado y poco objetivo en el an¨¢lisis que efect¨²a del conflicto actual y de las causas que han conducido hasta aqu¨ª. En este punto, el grado de comprensi¨®n del Manifiesto (del que haces gala en tu art¨ªculo) es perfectamente descriptible. Te recuerdo algunas de sus frases: ¡°Los independentistas convierten su particular idea de Espa?a en el chivo expiatorio en el que cargar todos los malestares¡±, ¡°La afirmaci¨®n de que Espa?a perpetr¨® agresiones contra Catalu?a es una desgraciada manipulaci¨®n del pasado, que olvida deliberadamente c¨®mo en los conflictos y guerras civiles en los que todo el pa¨ªs se vio envuelto, los catalanes, al igual que el resto de los espa?oles, se dividieron entre los diferentes bandos¡±, ¡°Ni Catalu?a est¨¢ sometida al expolio por parte de Espa?a, ni el com¨²n de los espa?oles alberga sentimiento alguno de menosprecio hacia ella¡±, ¡°Es preciso que CiU y otras fuerzas de afinidad independentista asuman sus graves responsabilidades en la equivocada gesti¨®n de la presente crisis econ¨®mica y en los abusos en que incurrieron y dejen de exculparse bajo el supuesto expolio perpetrado por Espa?a¡±. Leyendo el Manifiesto, uno tiene la impresi¨®n de que no existe ninguna causa objetiva que explique que la sociedad catalana haya llegado a este punto casi de ruptura con el resto de Espa?a. Parece como si todo esto obedeciera a una especie de paranoia.
?Se puede analizar con un m¨ªnimo de seriedad la situaci¨®n actual sin hacer ni una miserable menci¨®n a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a y al proceso que condujo hasta all¨ª? ?Se pueden criticar seriamente las exageraciones que sin duda han cometido algunos hablando de expolio fiscal y no criticar con igual severidad a aquellos otros que un d¨ªa s¨ª, y otro, tambi¨¦n, han alimentado la idea de una Catalu?a carro?era e insolidaria? ?Hay que criticar solo a aquellos que dicen que Espa?a roba a Catalu?a y no a los que dicen que Catalu?a roba a Espa?a (el antiguo presidente de la Junta de Extremadura, en el apogeo del delirio, lleg¨® a afirmar que Catalu?a rob¨® a Extremadura ?nada menos que inmigrantes!)? ?Se puede afirmar seriamente que todo esto no es m¨¢s que un movimiento t¨¢ctico de Artur Mas para esconder los recortes y ganar las elecciones, cuando la pol¨ªtica de recortes viene impuesta por la UE y se lleva a cabo en todas partes? ?No resulta un poco ofensivo para la inmensa mayor¨ªa de los catalanes que muestra abiertamente su disgusto, por decirlo suavemente, con la pol¨ªtica del Estado espa?ol respecto a Catalu?a, plantear las cosas de esta forma? En fin, por no hablar del da?o que ha hecho la campa?a obsesiva contra el catal¨¢n de algunos medios y del PP, pretendiendo que en Catalu?a existe una especie de persecuci¨®n del castellano, que solo existe en la imaginaci¨®n delirante de quienes lo afirman (algunos de ellos, por cierto, firmantes del Manifiesto).
Son muchos los catalanes que est¨¢n afectivamente alejados de Espa?a
Este es el problema, Fernando. Incluso personas como t¨² y yo, que podr¨ªamos estar dialogando sobre los pilares en los que se deber¨ªan asentar los puentes que hay que reconstruir, vemos la misma realidad de forma sensiblemente alejada. All¨ª donde tu ves un enorme esfuerzo de comprensi¨®n y generosidad para con Catalu?a, yo veo una toma de posici¨®n, en la que s¨ª aprecio y valoro, como antes te he dicho, el coraje que supone la important¨ªsima afirmaci¨®n que realiz¨¢is referente a aceptar la voluntad de la sociedad catalana, pero, en cambio, tambi¨¦n veo desgraciadamente unos planteamientos muy parciales, sesgados e incompletos.
Los puentes, simplemente, est¨¢n dinamitados. Ahora va a ser muy complicado reconstruirlos. Y t¨² y los firmantes del Manifiesto deber¨ªais ser conscientes de hasta qu¨¦ punto para ello la pelota est¨¢ en el campo de Espa?a, y de que, si de verdad desea reconstruirlos, deber¨ªa moverse r¨¢pido, con una valent¨ªa muy superior a la mostrada hasta ahora y tratando de superar de forma radical prejuicios que me temo est¨¢n instalados muy en el fondo del alma espa?ola, que es m¨¢s propensa a la imposici¨®n que no al pacto y a la aceptaci¨®n de la diversidad.
No os enga?¨¦is, los nacionalistas radicales no est¨¢n solo en un lado. No os enga?¨¦is, el nacionalismo que hasta hoy ha hecho imposible que en Espa?a se pudiera vivir en concordia aceptando su diversidad nacional, no es el nacionalismo catal¨¢n, sino el nacionalismo espa?ol. Y no os enga?¨¦is, no son solo los nacionalistas radicales catalanes los que han protagonizado esta corriente de fondo que nos ha llevado hasta aqu¨ª. Son muchos, much¨ªsimos, los catalanes que est¨¢n muy decepcionados y disgustados, y muy alejados afectivamente ahora mismo del resto de Espa?a.
Y tambi¨¦n somos muchos los catalanes que tenemos la impresi¨®n de que lo hemos dado todo, y m¨¢s, para dialogar y pactar, y que al final siempre han sido las instituciones del Estado espa?ol las que nos han cerrado la puerta en las narices.
Antoni Castells fue consejero de Econom¨ªa de los gobiernos de Pasqual Maragall y Jos¨¦ Montillas.
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