Noche del orgullo s¨¦nior
Estoy con Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega. "Me da igual lo que digan, yo me veo mon¨ªsima", les solt¨® a las v¨ªboras que le preguntaban si fue el artista Monereo quien le restaur¨® el rostro
Hay d¨ªas en los que no est¨¢ una para fiestas. Jornadas en las que se te hace un mundo enfoscarte el careto por la ma?ana, y no te digo nada quitarte el yeso por la noche. Como que ayer, sin comerlo ni beberlo debido a mi dieta perpetua, me dieron las tantas entre la ofi y un evento, y me fui directa a la cama con toda la impedimenta. As¨ª me he levantado: con un chapapote de r¨ªmel en los ojos con el que se podr¨ªa reasfaltar la Autov¨ªa del Mediterr¨¢neo, que falta le hace, y no miro a nadie, Pastor, t¨ªa, menuda motosierra le has metido a Fomento. Aunque, ahora que me fijo, da el pego. El corrimiento de tierras, digo. Eso es un ahumado y no los de Lydia Lozano. Y, encima, la laca me ha amanecido soldada al cr¨¢neo y me ha quedado un melen¨®n de esc¨¢ndalo. Total, que me tiro a la calle a pelo: ande yo caliente y los dem¨¢s que se jodan, que dijo Andrea Fabra en sede parlamentaria.
Yo en eso estoy con Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, primera vicepresidenta del Gobierno de la historia, y actual miembro permanente del Consejo de Estado. ¡°Me da igual lo que digan, yo me veo mon¨ªsima¡±, les solt¨® a las v¨ªboras que le preguntaban si fue el artista Monereo el que le restaur¨® el rostro. Fue en la cena del Club de las 25. Un c¨ªrculo de primas donas feministas presidido por Karmele Marchante que reuni¨® en el Palace a lo mejorcito de cada casa, para que luego digan los de S¨¢lvame que la abuela no tiene tir¨®n medi¨¢tico. El fiest¨®n del oto?o, vamos, aunque no saliera en ninguna revista, ni falta que hace.
T¨² imag¨ªnate a Marchante y De la Vega alternando de t¨² a t¨² con la Calaf, Sara Montiel, Bibiana Fern¨¢ndez, Loles Le¨®n, ?ngela Molina, Marisa Paredes, Lola Herrera y Luis Mar¨ªa Anson, entre otras divas. Y empleo el femenino porque eso fue un fiest¨®n de chicas de todos los sexos. Hubo risas, pullas y barra libre hasta altas horas. Con decirte que acabaron cantando la jota Si las mujeres mandaran, en vez de mandar ellos, con Cristina Almeida con la servilleta de cachirulo.
Menuda cumbre de loros, dir¨¢n algunos, no ser¨¦ yo quien les contradiga. Vale que la media de edad superaba los 50. Vale que entre lo cotorras, lo vistosas y lo vivas que son pueden pasar por aves prensoras, dicho sea con todo el respeto y la envidia cochina. Vale que puede que en ese sal¨®n hubiera m¨¢s concentraci¨®n de sustancias inyectables que en la Operaci¨®n Puerto. Pero aqu¨ª estiradas somos todas, y lo de ellas es todo suyo. O nacieron as¨ª, o se lo han currado con sangre, sudor y l¨¢grimas. Ellas s¨ª que se los han puesto toda la vida por montera, los ovarios, digo, y no ese conseller, el tal Carlos Delgado, que se puso unos test¨ªculos de ciervo por montera confirmando aquello de d¨®nde tienen los hombres la cabeza.
Lo dicho, un jolgorio: cero protocolo, cero dress-code, cero Coca-Cola Zero. Apuesto a que Tita Thyssen hubiera matado por estar en la lista. Nada que ver con esas veladas de pijos que inundan el quiosco. Todas esas Margaritas Vargas, Palomas Cuevas y Carolinas Herreras Juniors y sus ni?os ideales arrullados por su corte de ni?eras, ayas y doncellas. Como dice Bibiana, a ella nunca se le cayeron los anillos. Y si se le cayeron, meti¨® la mano en el lodo para recogerlos. Y te dejo, que he quedado. Hoy estoy mona de pelo y eso hay que aprovecharlo.
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