Provoco el caos, luego existo
Nada que objetar a las ocurrencias publicitarias, excepto si perjudican a terceros
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Una marca de ropa promete equipar gratuitamente a los que se presenten ligeros de atav¨ªo en determinada tienda y se monta una cola de 500 personas. Una l¨ªnea a¨¦rea ofrece billetes gratis a los que se manifiesten con pancartas contra otra, y la respuesta resulta espectacular. No menos que el calendario de una empresa cuando incluye la imagen de una actriz velada solo con una mantilla y arrodillada en una ermita sevillana. No son casos imaginarios, han ocurrido en Espa?a durante los ¨²ltimos a?os. Lo mismo que se ha abusado de personajes p¨²blicos: la reina do?a Sof¨ªa abrazada a un joven de torso desnudo, en un fotomontaje destinado a una empresa de contactos; el supuesto robo del esca?o de Zapatero en el Congreso para una campa?a contra la pobreza...
Muchas personas se divierten horrores con los resultados de las t¨¢cticas guerrilleras o transgresoras en publicidad y mercadotecnia. Si alg¨²n afectado se pone quisquilloso, o si hay protestas de asociaciones feministas, de consumidores, de la Iglesia o de quien sea, el alegre infractor vuelve a convertirse en noticia cuando retira la campa?a en cuesti¨®n. El caso es que hablen de uno, aunque sea mal.
A¨²n peor es aprovecharse de las estrecheces econ¨®micas del presente. Sucedi¨® en Madrid el martes pasado. A trav¨¦s de las redes sociales se extendi¨® el mensaje de que bastaba con presentarse en la gasolinera del Campo de las Naciones (junto a la autopista M-40) con un smartphone de una marca surcoreana de tecnolog¨ªa, para resultar agraciado con 50 euros en combustible. Multitud de conductores se vieron atra¨ªdos como las moscas a la miel, y tanto los ilusionados con llenar el dep¨®sito gratis como los que simplemente pasaban por all¨ª quedaron atrapados en el caos. Las autoridades tuvieron que parar aquel absurdo desorden p¨²blico, empleando dotaciones policiales.
Nada que objetar a la creatividad ni a la inventiva, siempre que no perjudique a terceros. Pero parece poco confuciano hacer perder a otros horas de trabajo y provocar gastos en despliegues policiales innecesarios. Las ocurrencias, por transgresoras que sean, no deben recaer en bolsillos ajenos.
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