Menudo pollo
Los capones de Cascajares subastados en el Ritz no pueden confesar. Pero D¨ªaz Ferr¨¢n deber¨ªa observar la prestancia de estas aves en su lujoso cautiverio
La primera pregunta que muchos nos hicimos ante la detenci¨®n de D¨ªaz Ferr¨¢n fue: ?cu¨¢ntas horas pasar¨¢ en la c¨¢rcel? Nos hemos acostumbrado a ver entrar y salir de c¨¢rceles y juzgados a coches blindados con pavos de lujo dentro. Pareciera que una de las tendencias de este invierno es pasar un rato entre rejas.
Por eso, en un tiempo en el que necesitamos insuflar optimismo emprendedor, deber¨ªamos incentivar la creaci¨®n de empresas para tratamiento vip a presos vips. ?Ser¨¢ la celda de D¨ªaz Ferr¨¢n igual a la de un delincuente com¨²n? En los a?os noventa, en Venezuela sucedi¨® algo similar: sobrepoblaci¨®n penal de reos estelares. Se lleg¨® a retratar una celda vip y vimos que era como una suite minimalista, con tel¨¦fonos y fax, que, al contrario que la corrupci¨®n y los presos de alto copete, s¨ª paso de moda y desapareci¨®. Si llegamos a ver la celda deluxe que le han preparado a D¨ªaz Ferr¨¢n, tendr¨¢ ordenadores, m¨®viles y cuenta en Twitter. Pero no olvidemos que aquella oleada de corrupci¨®n de altos vuelos en Venezuela termin¨® provocando la aparici¨®n estelar de Hugo Ch¨¢vez, lo que indica que, viendo este tremendo pollo de entradas y salidas de la c¨¢rcel, expresidentes de la patronal reconvertidos en presuntos delincuentes, se l¨ªe el gran pollo y apostemos por un gallo que cante y haga lo que mejor le parezca.
Lo que arrebata es lo del famoso lingote de oro en casa, ?expuesto en el sal¨®n principal o en la biblioteca? En el fondo es coherente que un expresidente de la patronal disponga de un lingote en casa. Ya que no podemos encerrarles m¨¢s de lo que dura un spa, debemos exigirle a este tipo de presidiario chic que se deje llevar por peque?as extravagancias. Que le dejen estacionar su Rolls en el patio de la c¨¢rcel, ?el Rolls de la c¨¢rcel! Que llegue en esmoquin y con botonadura de oro junto con un par de amigos acompa?¨¢ndole con una buena fiesta encima. Como en la ¨¦poca de los g¨¢nsteres, donde los malos no se privaban de nada y viv¨ªan a todo tren. Eso s¨ª que debemos exig¨ªrselo a Ferr¨¢n, Gao Ping y los N¨®os: lujo insensato para hacer m¨¢s digerible la impunidad.
En la feria Art Basel de Miami una dama intentaba explicar a un millonario qui¨¦n era Jacobo Fitz James. ¡°?No conoce usted la casa de Alba?¡±, y ¨¦l pon¨ªa cara de que le hablaban de una casa de tartas. ¡°?Qu¨¦ coleccionan?¡±
Lejos de all¨ª, pero tambi¨¦n en un encierro, los millonarios del mundo se re¨²nen en Miami para celebrar la und¨¦cima edici¨®n de Art Basel, la feria de arte que mejor mezcla fiesta, arte modern¨ªsimo y dinero de cualquier parte. Las calles de Miami Beach se pueblan de groupies aferrados a sus m¨®viles, yendo como zombis del glamour de la fiesta de Vanity Fair a la de Chanel y a la de Bruce Weber. El c¨¦lebre fot¨®grafo firmaba algunos de sus libros rodeado de los nuevos modelos de Dolce & Gabbana, pero tambi¨¦n de su esposa, que asiste al aleteo de testosterona con asombrosa calma. ¡°Bruce Weber nos ense?¨® el homoerotismo en los ochenta¡±, proclamaba una cr¨ªtica neoyorquina. Reafirm¨¢ndolo estaban el mism¨ªsimo Calvin Klein, del brazo de Donna Karan, remedando aquella inolvidable aparici¨®n de Michael Jackson y Madonna en los Oscar. Unas horas antes, en un vaiv¨¦n de cuadros de seis metros de pintores colombianos, espa?oles y vietnamitas, los supermillonarios de Florida abr¨ªan sus colecciones. En la de los Margulles, que re¨²ne escultura, fotograf¨ªa y v¨ªdeo, una dama intentaba explicar al propietario qui¨¦n era Jacobo Fitz James. ¡°?No conoce usted la casa de Alba?¡±, y el millonario pon¨ªa cara de que le hablaban de una casa de tartas. ¡°?Qu¨¦ coleccionan?¡±, pregunt¨® profesionalmente. Jacobo prefer¨ªa no responder, entendiendo r¨¢pidamente que en Am¨¦rica son bastante reacios a asumir que no es lo mismo el coleccionismo que el patrimonio.
Los que no pueden prestar declaraci¨®n ni confesar son los aut¨¦nticos pollos. Se celebr¨® en Madrid la cl¨¢sica subasta de capones de Cascajares, un lugar en Palencia donde se cr¨ªan estos majestuosos gallos cuyo plumaje resulta tan codiciado como su carne. Diez capones de variopintos nombres, Ciriaco, Bienhallado o Josemi (un emplumado homenaje al querido cronista), asombraban a la audiencia expuestos entre rejas en los salones del hotel Ritz. Los de Art Basel deber¨ªan exportarlo, y D¨ªaz Ferr¨¢n, observar la prestancia de estas aves en su lujoso cautiverio.
El evento no es moco de pavo: una exaltaci¨®n muy europea de la sociedad rural y sus logros agropecuarios. Diez capones pavone¨¢ndose delante de una sociedad igualmente exigente y vanidosa, animales y personas mir¨¢ndose con rec¨ªproca curiosidad, ajenos a la rebeli¨®n en la granja. Esperanza Aguirre (vestida de azul pavo real), Luc¨ªa Bos¨¦, Beatriz de Orleans y Carmen Lomana, admirando las aves por esa inigualable capacidad de mezclar plumas de colores y carne jugosa. En un momento dado, la presidenta de Prodis, la asociaci¨®n que recibe los dineros de la subasta, habl¨® con una voz que llam¨® la atenci¨®n de aves y personas. Un acento castellano seco y preciso como el que quiere Wert para todos los catalanes. El cap¨®n Josemi consigui¨® superar el umbral de los 2.000 euros, porque el cronista hom¨®logo lo despleg¨® todo para levantar la puja. T¨ªmidamente puj¨¦ por uno, quise ayudar al cap¨®n Bienhallado a sentirse un poco mejor y menos humillado. No continu¨¦, no solo porque pens¨¦ que mi marido me re?ir¨ªa por gastarme tanto dinero en un pollazo, sino tambi¨¦n porque no tengo el valor suficiente para convertirme como D¨ªaz Ferr¨¢n en un pollo sin lingote.
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