De la costura al bordado
FOTOS: Miguel de Guzm¨¢n/ Imagen subliminal
El arquitecto Carlos Arroyo define su trabajo como una b¨²squeda de la innovaci¨®n en todos los frentes: desde el detalle constructivo hasta la amplitud de las tipolog¨ªas, de la gesti¨®n del paisaje a la sostenibilidad. En cualquier otro profesional, tal c¨²mulo de buenas intenciones y ambiciones podr¨ªa resultar en empacho: un zurcido en el mejor de los casos. En Arroyo no es m¨¢s que autoexigencia: su ambici¨®n consiste en demostrar que se puede cuidar todos los frentes de la arquitectura, un bordado en lugar de una costura. En esa visi¨®n concienzuda y desjerarquizada puede residir la innovaci¨®n.
El arquitecto madrile?o no solo trabaja en Espa?a, Francia B¨¦lgica y Argentina indistintamente, tambi¨¦n cada uno de sus proyectos es capaz de destilar, y ordenar, esa voluntad de mejora. Por eso resulta l¨®gico que la Academia de Danza, Interpretaci¨®n y M¨²sica que acaba de inaugurar en Dilbeek (B¨¦lgica) conjugue respeto, innovaci¨®n, ahorro energ¨¦tico y cuidado topogr¨¢fico bajo un solo rostro. Eso s¨ª, ese rostro es complejo. El inmueble, que combina una escuela de m¨²sica con un auditorio, se percibe como un espacio din¨¢mico desde un sistema naturalmente est¨¢tico. Es su manera de instalarse en el limite entre el bosque y la ciudad, su prop¨®sito de dialogar con sus vecinos desde la l¨ªnea del cielo y el ritmo entrecortado de las cubiertas para saludar a la historia lo que lo convierte en un edificio cambiante y ligero. Se trata de un espacio contagiado de vitalidad que combinando materiales, vol¨²menes y recorridos casi parece bailar.
Si topogr¨¢ficamente el volumen tiende un puente entre las viviendas del final del pueblo y un centro cultural existente, las cubiertas desvelan usos individuales y, a la vez, una simbiosis con los tejados vecinos. Esconden, sin embargo, recovecos en los que poder orientar correctamente las placas solares en las que se concentra buena parte de la energ¨ªa que consume el centro. Tambi¨¦n ocultan el voladizo que protege el acceso a la escuela y que sirve para resguardar a los m¨²sicos, y sus instrumentos, durante los d¨ªas de lluvia.
Si el suelo arraiga el inmueble y la cubierta lo desgaja para integrarlo visualmente, las fachadas, cambiantes, son las que lo hacen bailar. Es, naturalmente, un efecto ¨®ptico. Las chapas met¨¢licas reflejan hacia un lado el bosque de Wolfsputten que rodea el centro. Pero al mirar hacia el otro lado se rompen en los colores del entorno y en tonos que remiten a la pintura flamenca.
Si el exterior habla de contagio y dinamismo, el interior calla y cede protagonismo al o¨ªdo. All¨ª todo es blanco, salvo los suelos de las salas de ensayo. En el auditorio manda la madera y las gradas est¨¢n formadas por vigas estructurales de madera forradas tambi¨¦n de madera que, en el futuro, podr¨¢n asentar butacas m¨¢s c¨®modas ya que la curva de visibilidad est¨¢ estudiada para admitir ese cambio. Los ladrillos pintados de blanco, la chapa met¨¢lica y los suelos coloreados son materiales econ¨®micos y de f¨¢cil mantenimiento que contribuyen a que el centro sea un espacio interactivo e innovador y, sin embargo, un buen vecino alegre, ocurrente y respetuoso.
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