Austeridad: nueva acepci¨®n
Lo que antes significaba ¡°sin lujos¡± hoy significa que te echen de casa
Cuando se desata una guerra, una de las primeras v¨ªctimas es la verdad. Y cuando se produce una crisis econ¨®mica, los primeros da?os los reciben las palabras.
Entre los vocablos heridos por la recesi¨®n figuran los t¨¦rminos ¡°austeridad¡± y ¡°austero¡±. Vivimos en la pol¨ªtica de la austeridad, debemos ser austeros; pero estas palabras ya no significan lo mismo que antes.
¡°Austero¡± parti¨® del lat¨ªn austerus (¨¢spero); y ¨¦ste del griego auster¨®s (Breve diccionario etimol¨®gico de Corominas y Pascual). En 1726, el Diccionario de Autoridades recog¨ªa que lo austero, ¡°seg¨²n el sentido recto latino¡±, se relacionaba con ¡°lo que es en parte ¨¢spero y acerbo al gusto, como el sabor de las frutas que a¨²n no est¨¢n en saz¨®n¡±. En aquel entonces el uso de la palabra se reduc¨ªa al mundo de los m¨¦dicos y boticarios, que quiz¨¢s defin¨ªan de ese modo el mal paladar que dejaban sus f¨¢rmacos.
Pero a tal sentido recto se incorporar¨ªa un sentido figurado, pues por analog¨ªa se empez¨® a llamar austero a todo aquello r¨ªgido y desabrido; hasta registrarse una acepci¨®n acad¨¦mica diferente, tambi¨¦n en el siglo XVIII y con la ortograf¨ªa de entonces: ¡°Austero: Metaphoricamente, vale mortificado, penitente, mui observante, retirado y silencioso. Y as¨ª comunmente se dice ¡®Fulano hace una vida mui austera y recogida¡¯, ¡®la regla es bien austera¡±.
En el banco de datos de la Real Academia podemos confirmar que la palabra se relacionaba con un comportamiento riguroso al que se somet¨ªa por voluntad propia un individuo, como aquel severo Aly-Mazer a quien Zorrilla defini¨® as¨ª (Granada. Poema oriental, 1852): ¡°Viejo sant¨®n de venerable traza, / famoso asaz entre la mora gente / era el severo Aly-Mazer, de raza / noble, de vida austera y penitente, / quien por causas rec¨®nditas y extra?as / retirado viv¨ªa en las monta?as¡±.
El noble moro de vida austera, pues, decidi¨® a su leal saber y entender sobre la penitencia que a s¨ª mismo se propinaba; y si hab¨ªa decidido retirarse a las monta?as por causas rec¨®nditas, eso a ¨¦l solo concern¨ªa.
Nos rodean cientos de eufemismos pero el de este vocablo representa quiz¨¢s el caso m¨¢s sutil
Sin embargo, el significado de la palabra se ha modificado con rapidez ante nuestros ojos despistados: la austeridad ya no es una elecci¨®n, sino una obligaci¨®n.
Hoy en d¨ªa se impone la austeridad a las comunidades aut¨®nomas, al gasto del Estado, a nuestra vida en general, a la educaci¨®n, a la sanidad, a los subsidios, incluso a ¡°los chuches¡±.
?Y qu¨¦ era la austeridad antes de la crisis?
La ¨²ltima edici¨®n del Diccionario tiene definido ¡°austero¡± como ¡°sobrio, morigerado, sin excesos¡±. Y a?ad¨ªa este ejemplo de uso: ¡°En esa ¨¦poca, llevaba una vida austera, sin lujos¡±.
La expresi¨®n ¡°sin excesos¡± de esa vig¨¦sima tercera edici¨®n sustituye a otra anterior: ¡°Sin ninguna clase de alardes¡±; entrada aqu¨¦lla en la que tambi¨¦n figuraba el adjetivo ¡°sencillo¡±.
As¨ª que, se mire por donde se mire, el vocablo se ha venido asociando hasta hoy con la idea de no ir m¨¢s all¨¢ de lo necesario, generalmente por voluntad propia: sencillo, sin lujos, sin alardes, sin excesos.
Pero no es ¨¦sa la austeridad de esta crisis.
La austeridad consiste ahora en que las medicinas se conviertan para muchos en un lujo, en que el mantenimiento de las carreteras resulte un exceso y en que llegar a fin de mes constituya todo un alarde. Austeridad es que a alguien lo echen de su casa y que por tanto recorte sus gastos en calefacci¨®n y en electricidad.
Como por arte de birlibirloque, el lenguaje pol¨ªtico nos arroja la palabra ¡°austeridad¡± a todas horas, pero no para referirse a la cualidad de quien prescinde de lujos o excesos. ¡°Austeridad¡± no significa ya renunciar a tener m¨¢s de lo necesario, sino conformarse con menos de lo necesario.
Jos¨¦ Mar¨ªa de Pereda, en Pe?as arriba (1895), describ¨ªa una habitaci¨®n y dec¨ªa de ella que ten¨ªa un aspecto ¡°tan austero que rayaba en lo pobre¡±. Es decir, terminaba la austeridad donde comenzaba la miseria. Ahora la austeridad no raya en la pobreza; ambos t¨¦rminos no siguen separados por una l¨ªnea fronteriza. Y la maniobra consiste en hacernos creer que se propone austeridad a quien la pobreza se le impone.
Nos rodean cientos de eufemismos, pero ¨¦ste representa quiz¨¢s el caso m¨¢s sutil. La memoria de nuestros vocablos, la memoria de nuestra cultura, de la religi¨®n, la herencia que recibimos con el lenguaje y las ideas que las palabras nombran, relacionan la austeridad con un comportamiento valeroso, heroico a veces. La austeridad no era mala, ni perjudicial, ni ominosa, ni mucho menos impuesta, no sobreven¨ªa tampoco: se adoptaba; constitu¨ªa un sacrificio elegido a mayor gloria personal o colectiva, una demostraci¨®n de control que cada cual administraba a su gusto.
Nos hablan hoy de pol¨ªticas de austeridad, pero lo son de pobreza (¡°falta, escasez¡±, seg¨²n el Diccionario), de miseria (¡°falta de lo necesario para el sustento¡±), de penuria (¡°falta de las cosas m¨¢s precisas¡±). Tres veces el sustantivo falta en las tres definiciones de esas palabras; tres veces el significado acad¨¦mico de falta como ¡°defecto o privaci¨®n de algo necesario o ¨²til¡± y no como renuncia austera de lo superfluo.
Y tambi¨¦n existe la austeridad de siempre, por supuesto: la austeridad de quien decide no gastar, de quien ahorra para su tranquilidad entre tanta incertidumbre. Pero incluir a todos los ciudadanos bajo la misma palabra supone quiz¨¢s una nueva forma de ocultar lo que sucede.
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