El Premio Nacional de Teatro ha reconocido el pulso creador de la actriz, as¨ª como su ¡°defensa¡± de este g¨¦nero interpretativo.Por Jos¨¦ Luis G¨®mez
Blanqu¨ªsima me pareci¨® cuando trabaj¨¦ con ella en una audici¨®n con el prop¨®sito de completar el reparto de Bodas de sangre. Hace m¨¢s de treinta a?os: el papel era la mujer de Leonardo. Parec¨ªa demasiado joven para la tarea. Lo era. Acababa de terminar sus estudios en la RESAD. Y, sin embargo, todo estaba ya en ella, latente. Fragilidad a primera vista, la incandescencia de una congoja b¨¢sica y una potente rebeli¨®n ante la misma, el gusto ya cultivado por la palabra sonora y llena de ecos, el cuerpo dispuesto. Sus escenas con Leonardo ¨CHelio Pedregal¨C permanecen en m¨ª, inolvidables. El campo de su vida profesional ya estaba lleno de surcos y, en parte, sembrado: Jos¨¦ Estruch, inolvidable maestro, disc¨ªpulo de la Xirgu, retornado del exilio uruguayo, hab¨ªa hecho parte de la labor. Ella ha continuado buscando las mejores semillas a su alcance y ar¨¢ndose a s¨ª misma. Eso no es f¨¢cil y, con frecuencia, duele. Pero se devuelve gozo. Interpretar Hamlet, como para muchos actores, fue para m¨ª una aventura interior fundamental. Ana Bel¨¦n ¨Cuna Ofelia maravillosa¨C se hab¨ªa comprometido con el papel por un plazo limitado y, transcurrido este, tuvo que abordar tareas pendientes. Para la gira hab¨ªa que encontrar otra actriz y luch¨¦ por que fuera Blanca; tras Ana no pod¨ªa imaginar a otra que no fuera ella; pero no estaba en mis manos, yo era solo un actor, y al constatar la imposibilidad abandon¨¦ el papel y la gira. Lope de Aguirre, traidor es un texto de Jos¨¦ Sanchis Sinisterra que quise dirigir entre las contribuciones esc¨¦nicas que hizo el Ministerio de Cultura para las conmemoraciones de 1992: el espect¨¢culo de ¨¦l nacido contin¨²a, emblem¨¢tico, en mi memoria. Uno de los papeles problem¨¢ticos era el de una mujer ahorcada que, desde el pat¨ªbulo, la muerte, recobra voz y lanza, como llamas, terribles imprecaciones contra Lope de Aguirre. Desde una posici¨®n f¨ªsica dificil¨ªsima, Blanca era capaz de inflamar, ardiendo. Tuve la oportunidad de trabajar con ella una vez m¨¢s, esta vez ambos como actores. Lamento que, por mi culpa, no pudiera ser. Queda pendiente ese incendio. Blanca es el paradigma de una actriz espa?ola que asume el riesgo desde una rebeli¨®n antigua, una ambici¨®n leg¨ªtima y, ojo, un respeto ins¨®lito por su oficio que, en su hacer, empieza a dejar de serlo para empezar a ser arte; su extraordinario Segismundo es solo un hito provisional en el camino de un oficio viejo y esencial, una tarea que recuerda a la S¨ªsifo.
Jos¨¦ Luis G¨®mez es actor y director del Teatro de la Abad¨ªa.