Esfuerzo auton¨®mico
El Gobierno debe revertir a las comunidades la flexibilidad que Bruselas dar¨¢ al d¨¦ficit
Contra las simplificaciones populistas, las comunidades aut¨®nomas han realizado en 2012 un notable esfuerzo por sanear sus finanzas. Para calibrarlo con exactitud habr¨¢ que esperar al cierre del ejercicio, que suele ser siempre peor de lo previsto. El ritmo de saneamiento, hasta el mes de octubre, es notable. El gasto general se ha reducido en un 2,17%, dentro del cual las inversiones han sido el cap¨ªtulo m¨¢s perjudicado, con un descenso del 25,3%, mientras que los gastos corrientes han aumentado un 14,93%, pese a que el gasto en n¨®minas ha decrecido un 4,5%, merced a las decenas de miles de empleos laboral-administrativos perdidos.
Seguramente la orientaci¨®n del esfuerzo en la contenci¨®n del gasto es mejorable. Lo m¨¢s f¨¢cil es sajar inversiones, como se ha hecho de entrada, con el efecto recesivo inducido. Y despu¨¦s cancelar empleos precarios. No tiene mucho sentido que aumenten los gastos corrientes globales cuando bajan los correspondientes a las remuneraciones. Parte del secreto de los desequilibrios estriba en el aumento de los intereses de la deuda auton¨®mica: su cuant¨ªa ha descendido algo, pero su coste ha aumentado debido al alza de la prima de riesgo.
De forma mejorable, s¨ª, pero la cuesti¨®n es que las finanzas auton¨®micas se han ordenado significativamente. Mientras acabaron 2011 con un d¨¦ficit del 3,4% sobre el PIB, lo har¨¢n en este ejercicio algo por encima del previsto 1,5%: algo notable, pues supone reducirlo en casi la mitad. Ello ha sido posible tambi¨¦n, en gran medida, gracias a dos instrumentos puestos a su disposici¨®n por el Gobierno: el plan de pagos (atrasados) a los proveedores y el fondo de liquidez auton¨®mica. Ambos son mecanismos muy ¨²tiles, pero su creaci¨®n obedece a la responsabilidad pol¨ªtica del nivel administrativo internacionalmente responsable, no a ning¨²n arrebato de generosidad sobrevenida.
Har¨¢ bien Hacienda en no reincidir en su altaner¨ªa amenazante respecto a las autonom¨ªas, y en reconocer ese esfuerzo. Sobre todo porque se trata de una exigencia superior a la que se autoimpone el propio Gobierno. En tres ejercicios, el d¨¦ficit de las comunidades debe pasar del 3,4%, al 1,5% y de este al 0,7% en 2013: a raz¨®n de reducirlo a la mitad en cada a?o. Mientras que la Administraci¨®n central se queda con un tope m¨¢s amplio este a?o, el 4,5%, y tambi¨¦n el pr¨®ximo, un 3,8%, lo que supone una ventaja excesiva para ella en relaci¨®n con las dem¨¢s. Que adem¨¢s afrontan los gastos m¨¢s inel¨¢sticos y socialmente m¨¢s delicados: educaci¨®n y sanidad.
Esa ventaja deviene abusiva si se considera que todo el margen del aumento en los impuestos de mayor potencia recaudatoria (IRPF e IVA) y la flexibilizaci¨®n otorgada por Bruselas los acapara el Gobierno en solitario. Las autonom¨ªas llevan raz¨®n cuando reclaman que la mayor flexibilidad que Bruselas se apresta a otorgar a Espa?a para los dos pr¨®ximos a?os debe revertir tambi¨¦n sobre ellas. Tambi¨¦n para que el gasto social y el Estado de bienestar no resulten estrangulados.
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