Los implacables monarcas del ¡®low cost¡¯
El hermetismo define a la multimillonaria familia alemana Albrecht, due?a de los supermercados Aldi La muerte reciente de uno de sus herederos por causas no difundidas a?ade m¨¢s misterio a un clan que ha sido v¨ªctima de un secuestro y acusado de pr¨¢cticas empresariales totalitarias
Al repartirse en dos el territorio alem¨¢n en 1960, los hermanos Albrecht alinearon sus supermercados baratos en la ilustre tradici¨®n del emperador romano Teodosio o los Reyes Cat¨®licos. Todos ellos tiraron sendas l¨ªneas sobre el mapa para que sus dominios quedaran en familia, pero libres de disputas. En la ¨¦poca en la que se construy¨® el muro de Berl¨ªn, Karl (nacido en 1920) y Theo (1922-2010) Albrecht pactaron su propio Tordesillas de los s¨²per econ¨®micos: el emblema azul y blanco de los Aldi de Theo domina desde 1962 la venta al detalle en la mitad norte de Alemania, mientras que al sur del Ruhr ondean, un poco m¨¢s coloridas, las bolsas de pl¨¢stico de su hermano Karl. El ¨¦xito fulminante de los Aldi (acr¨®nimo de Albrecht-Discount) los lanz¨® a los primeros puestos de multimillonarios mundiales. Juntos, estos herederos de una tienda de ultramarinos en la ciudad industrial de Essen han sido tan ricos como Bill Gates.
Qui¨¦n lo dir¨ªa, se admirar¨¢ el cliente novato ante una de sus hoscas y destartaladas filiales. Hasta 10.000 en todo el mundo (250 en Espa?a), organizadas seg¨²n el principio de austeridad m¨¢xima, precios m¨ªnimos y servicio nulo. En una de Berl¨ªn-Kreuzberg, por ejemplo, la mercanc¨ªa se presenta en cajas originales bajo letreros con grandes cifras que anuncian alimentos, trastos del hogar o de oficina: archivadores a 0,99 euros, lechugas a 0,65, ensalada mixta envasada a 1,69.
Un reportero fue a la caza de una foto de la familia en 2003. Hoy es persona 'non grata'? a perpetuidad en todos los supermercados Aldi
En el pa¨ªs que exporta a todo el mundo deportivos Porsche, plumas Montblanc o trajes Hugo Boss no hay mejor negocio que vender muy barato en supermercados francamente feos. Una afici¨®n alemana al ahorro encarnada tanto en el triunfo arrasador de la empresa como en el modo de vida de sus archimillonarios due?os.
Eberhard Fedtke se sorprende cuando le preguntan si es verdad que Theo Albrecht iba por las oficinas apagando las luces al final del d¨ªa: ¡°?Claro que s¨ª! La austeridad es un principio b¨¢sico de la empresa¡±. Fedtke particip¨® como abogado y comercial en los 10 a?os clave del ascenso de Aldi. Entre 1967 y 1977 trat¨® a Karl y m¨¢s a Theo, que lo reclutar¨ªa para Aldi Norte. Adem¨¢s de la taca?er¨ªa que siempre se le supone a un gran empresario alem¨¢n, Fedtke certifica a los Albrecht el otro rasgo distintivo de la casta: son tan reacios a la publicidad y a la fama que ¡°viven en un burka¡±. Nada sale de Aldi, sus directivos tienen prohibido hablar con periodistas o participar en simposios empresariales. Los colegas de Aldi, r¨ªe Fedtke, ¡°eran nuestro ¨²nico Facebook; no hab¨ªa m¨¢s que eso y la familia¡±.
El antiguo ejecutivo compart¨ªa con los Albrecht la parroquia cat¨®lica de San Marcos en el distinguido y muy recoleto barrio de Essen-Bredeney. Los Albrecht escuchaban la misa cada domingo ¡°con los suyos¡±. Si busca un contraste con la estampa del magnate Theo Albrecht apagando luces despu¨¦s del trabajo, el curioso puede acercarse en un paseo a la tremenda mansi¨®n que el industrial Alfred Krupp construy¨® en 1873 para encumbrar a su estirpe. De los Albrecht ni siquiera hay media docena de fotos. Hace poco muri¨® uno de los hijos del difunto Theo, Berthold, con 58 a?os. Sobra decir que no se sabe de qu¨¦. En 2003, el reportero berlin¨¦s Frank Schinski sali¨® a la caza fotogr¨¢fica de alg¨²n Albrecht junto a los muros blancos de San Marcos. Como represalia fue declarado persona non grata a perpetuidad en todos los supermercados Aldi del mundo.
Son tan reacios a la publicidad y a la fama que ¡°viven en un burka¡±, cuenta un exempleado. Nada sale de Aldi, sus directivos tienen prohibido hablar con periodistas
Los Albrecht rigen su imperio con mano de hierro. En la ¨¦poca de mayor expansi¨®n, ¡°los gestores regionales ten¨ªan dos problemas: mantener el suministro y dar salida a las enormes ganancias que no se reinvert¨ªan inmediatamente¡±. Todo, cuenta Fedtke, ¡°ven¨ªa dictado desde arriba del todo¡±. Su libro Aldi geschichten (Historias de Aldi) contiene calurosos elogios a la ¡°genial visi¨®n empresarial¡± de los hermanos, pero tambi¨¦n cr¨ªticas a algunos m¨¦todos de gesti¨®n ¡°totalitarios¡±. ¡°Es su empresa y el ¨¦xito los avala, pero me parece que eran demasiado severos¡±. Mantienen esta estructura f¨¦rrea moldeando a los nuevos j¨®venes gestores ¡°en el perfil exacto que la empresa requiere¡±.
As¨ª lo explica tambi¨¦n Andreas Straub, que trabaj¨® en Aldi durante cuatro a?os como directivo regional. El autor de Aldi-Einfach billig (Aldi-Simplemente baratijas) carga las tintas contra la empresa que lo despidi¨® en 2011. Rompiendo lo que denuncia como una ley del silencio en Aldi, cont¨® a este peri¨®dico que la disciplina corporativa es implacable y que funciona gracias al ¡°control, el miedo y la amenaza¡±. Desde los despachos hasta las cajas registradoras. Es ¡°un sistema implantado en toda la empresa y que, con toda probabilidad, parte de los fundadores¡±. Aldi Sur se defiende remitiendo a uno de sus raros comunicados, donde el pasado mayo afirmaba que ¡°no hay ning¨²n sistema de amedrentamiento ni de control¡±. El sindicato de servicios Verdi, por el contrario, denuncia espionajes sistem¨¢ticos de los empleados e injusticias laborales en la empresa.
El af¨¢n de discreci¨®n y control de los Albrecht podr¨ªa tener su ra¨ªz en el sonado secuestro de Theo en 1971. Tras pagar un rescate millonario que tratar¨ªa de desgravar de Hacienda como gastos (seg¨²n su abogado, ¡°lo secuestraron por su condici¨®n de empresario¡±), los Albrecht elaboraron un sistema de vigilancia ¡°muy complejo¡±. En la filial de Kreuzberg, una cajera prefiere no detallar a la prensa cu¨¢nto gana ni en qu¨¦ condiciones trabaja. Detr¨¢s tiene el falso espejo a trav¨¦s del cual quiz¨¢ vigilen ahora mismo los supervisores, por encargo de los grandes hermanos Aldi.
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