Retrato de un rey sin reino
Don Duarte P¨ªo de Braganza es desde 1976 el melanc¨®lico heredero al trono de Portugal El perpetuo pretendiente dice que el 30% de sus compatriotas son favorables a la monarqu¨ªa Nos recibe en su bella y decadente residencia en la localidad de Sintra
La casa del duque de Braganza est¨¢ en la parte noble de la noble ciudad de San Pedro de Sintra, a 40 kil¨®metros de Lisboa, y la cita es en una ma?ana fr¨ªa, neblinosa y h¨²meda. El caser¨®n es grande, viejo, bello, decadente, con un jard¨ªn inmenso a la espalda manchado de musgo y verd¨ªn. Las habitaciones son oscuras, alfombradas, de techos altos, y se encuentran pobladas de retratos de antepasados de hace muchos a?os, de armeros con 15 escopetas de caza, de azulejos historiados en los z¨®calos y de estufas catal¨ªticas. El duque Duarte P¨ªo, el heredero de la dinast¨ªa casi milenaria (aunque ya sin trono) de los reyes de Portugal, llega a la hora. Tiene 67 a?os. Es alto, afable, atento, con cara de aparente buena persona. Habla un espa?ol esmerado. Invita a pasar al comedor y ense?a el retrato de cuerpo entero de un caballero con armadura y cara de pocos amigos que preside la mesa principal. Es Nuno ?lvares Pereira, el condestable que derrot¨® a los ej¨¦rcitos espa?oles en Aljubarrota. Empezamos bien.
¡ªVenci¨® a los castellanos. Pero, ojo, trat¨® muy dignamente al enemigo. Fue santificado hace poco, y yo hice mis intrigas en Roma para conseguirlo, porque los espa?oles no quer¨ªan.
La comida es frugal y cada uno (incluido el duque) se sirve a s¨ª mismo. No hay criados. Afuera, m¨¢s all¨¢ de la ventana que da al jard¨ªn, comienza a caer la lluvia mansa y triste de muchas ma?anas de invierno de Sintra.
Duarte P¨ªo de Braganza naci¨® en el exilio, pero en suelo luso, en la embajada portuguesa de Berna, en 1945. Constituye el hasta ahora ¨²ltimo eslab¨®n de una vieja monarqu¨ªa que instaur¨® el legendario Alfonso Henr¨ªquez en el siglo XII. Las ramas de su ¨¢rbol geneal¨®gico enlazan con todas las casas reales europeas, y en ¨¦l figuran nombres mareantes como el de la condesa Francisca de Paula Kinsky de Wchinitz y Tettau, el emperador Pedro de Brasil o el conde Johann Nepomuk Dobrzensky de Dobrzenicz. En 1950, el dictador Ant¨®nio de Salazar permiti¨® a la familia real portuguesa, que languidec¨ªa en el extranjero desde la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica en 1910, regresar al pa¨ªs, aunque se propuso ¡ªy consigui¨®¡ª que ninguno de sus miembros le hiciera sombra, ni hiciera mucho ruido. ¡°Una vez, en un acto al que acud¨ª junto a la hija del presidente de la Rep¨²blica de entonces, Am¨¦rico Tom¨¢s, nos hicieron fotos para los peri¨®dicos, y al d¨ªa siguiente vi c¨®mo me hab¨ªan sacado limpiamente de la foto¡±, recuerda.
Don Duarte P¨ªo, como se le conoce en Portugal, estudi¨® con los jesuitas, fue a la universidad en Lisboa y se diplom¨® como perito agr¨ªcola. Despu¨¦s cumpli¨® el servicio militar en Angola, en plena guerra colonial, pilotando helic¨®pteros de combate. Uno de los retratos que abruman la casa lo muestra, joven y sonriente, con la chupa de cuero de aviador de aquellos a?os peligrosos.
No descarta la posibilidad de reinar alg¨²n d¨ªa y abomina del "despilfarro de algunos dirigentes pol¨ªticos del reciente pasado". Viaja en turista y conduce un coche de m¨¢s de 10 a?os
La revoluci¨®n de los claveles le pill¨® en Saig¨®n completamente despistado. ¡°El presidente del Parlamento de Vietnam del Sur me llam¨® al hotel para despertarme e informarme. Y como yo le hab¨ªa hablado de que estaba de acuerdo con el general Sp¨ªnola y la postura de los militares contrarios a la dictadura, me solt¨®: ¡®?Eh!, que han ganado los tuyos¡¯. Me levant¨¦ y envi¨¦ un telegrama a los vencedores felicit¨¢ndoles¡±.
En 1976, tras morir su padre, Duarte Nuno, se convirti¨®, casi con seguridad para toda la vida, en melanc¨®lico heredero sin trono, en rey sin reino, en pretendiente perpetuo a la espera de una oportunidad que no llega nunca en un pa¨ªs con un muy visible presidente de la Rep¨²blica que asume las funciones a las que se emplear¨ªa un hipot¨¦tico rey. ?Frustrante? El duque responde r¨¢pido, como si se lo hubieran preguntado muchas veces: ¡°No lo es, creo que hay muchos portugueses que quieren un rey. Y muchos que opinan que es bueno que la Casa Real Portuguesa exista incluso en la Rep¨²blica para poder ayudar sin otras obligaciones¡±. Duarte P¨ªo asegura que los portugueses, seg¨²n varios sondeos, son favorables a la monarqu¨ªa en un aproximado 30%, y que el CDS, uno de los partidos que forman la actual coalici¨®n conservadora gubernamental, cuenta en sus filas con muchos dirigentes mon¨¢rquicos.
Sus ocupaciones consisten, seg¨²n explica, en presidir una fundaci¨®n mon¨¢rquica, asistir a las espaciadas citas del Consejo de la Confederaci¨®n Nacional de Cooperativas Agr¨ªcolas y de Cr¨¦dito, reunirse de vez en cuando en su palacete con una suerte de consejo privado del reino al que pertenecen algunos exministros, rectores de universidad e intelectuales, y en visitar la cincuentena, m¨¢s o menos, de localidades portuguesas que le invitan al a?o. Y opinar ocasionalmente, con desigual ¨¦xito medi¨¢tico, de lo que acontece en su pa¨ªs. Ahora tambi¨¦n escribe un op¨²sculo sobre la historia de Portugal dedicado a los extranjeros y toma notas para redactar sus memorias. El Gobierno portugu¨¦s (que no paga ninguno de sus gastos, seg¨²n aclara) le proporcion¨® hace tiempo un pasaporte diplom¨¢tico que, en cierta manera, le libera de esa especie de limbo jur¨ªdico e institucional en el que viv¨ªa. Todo, incluido el gabinete t¨¦cnico que le asiste, sale de su propio patrimonio personal.
¡°Viajo en turista y tengo un coche que tiene m¨¢s de 10 a?os¡±, precisa, para tratar de dejar claro que se opone al despilfarro, algo de lo que acusa a algunos dirigentes pol¨ªticos del reciente pasado de un pa¨ªs ahora ahogado por la crisis: ¡°Aqu¨ª ha habido Gobiernos, de varias tendencias pol¨ªticas, que gastaron mucho en cosas in¨²tiles, en autopistas o en la Expo. No se puede pedir prestado para pagar esos lujos cuando Portugal no tiene con qu¨¦ pagarlos. Salazar nunca pidi¨® prestado. Solo para pagar el puente del 25 de Abril. La mentalidad republicana es muy de mirar al corto plazo. La monarqu¨ªa lo hace m¨¢s a largo plazo¡±.
Conoce desde siempre a la familia del Rey de Espa?a. ¡°No nos vemos lo que a m¨ª me gustar¨ªa, pero es que no hay tiempo¡±, explica. Asegura que al pr¨ªncipe Felipe le ve, sobre todo, en las bodas de las casas reales europeas.
Es cat¨®lico, abomina de los Gobiernos portugueses que han ¡°animado al aborto en vez de animar a las mujeres a que den el hijo en adopci¨®n¡± y dice admirar a los partidarios de formaciones pol¨ªticas minoritarias: ¡°Persiguen un ideal, sin inter¨¦s personal, lo que no se puede decir de los que pertenecen a partidos m¨¢s grandes¡±.
Terminada la comida, don Duarte P¨ªo invita a conocer el jard¨ªn, el aut¨¦ntico lujo de este palacete comprado en tiempos convulsos con buen ojo de mercader. ¡°Se lo adquir¨ª, a muy buen precio, a sus due?os, que, tras la ca¨ªda de la dictadura, se apresuraron a irse a Brasil. ?Fue mi particular conquista revolucionaria, je, je!¡±. El jard¨ªn es interminable, h¨²medo, descuidado y decadente, con una fuente cegada llena de verd¨ªn y musgo y un lago. Hay una le?era, una huerta (¡°biol¨®gica¡±, precisa), una trama masona de arriates en la que los miembros ne¨®fitos de la logia, hace cientos de a?os, desfilaban como fantasmas en direcci¨®n a la fuente con los ojos vendados. Don Duarte P¨ªo pasea a grandes trancos contando m¨¢s historias sobre la finca envuelto en un enorme capote alentejano, defendi¨¦ndose de la lluvia con un paraguas t¨ªpico de aldea portuguesa tambi¨¦n apto para uso de un gigante. Un perro originario de Tras-os-Montes perteneciente a una raza t¨ªpicamente portuguesa y del tama?o de un burro peque?o (aqu¨ª todo es t¨ªpico y enorme, por lo que parece) avanza cabalgando inquieto desde las frondas lejanas de este bosque privado con vistas a las monta?as siempre verdes del parque natural de Sintra.
El duque se cas¨® a los 50 a?os con Isabel In¨¦s de Castro Curvelo de Her¨¦dia, cuando muchos cronistas le auguraban un desolado porvenir de solter¨®n sin remedio y un futuro din¨¢stico sin descendencia, circunstancia que abocar¨ªa a la Casa Real Portuguesa, con una peligrosa tendencia a autodevorarse, a otro suicida litigio sucesorio como los que ha mantenido el propio Duarte P¨ªo. No ha sido as¨ª. El matrimonio tiene tres hijos. El mayor, Alfonso de Santa Mar¨ªa de Braganza, tiene ya 16 a?os; en la web de la instituci¨®n aparece pegado a un iPad, y, seg¨²n su padre, estudiar¨¢ algo cercano a la biolog¨ªa. El duque asegura que su hijo mayor anda ya preocupado sobre su futuro sucesorio, sobre si quiere o no convertirse en otro abstracto, difuminado y accesorio rey sin reino de un pa¨ªs republicano. ¡°Es una responsabilidad: asumir la cabeza de una casa real con casi mil a?os de historia. Y servir al pueblo donde el pueblo diga, reinando o no¡±.
¡ª?Y querr¨¢?
¡ªYo creo que s¨ª.
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