?Los "chicos malos" de Europa?
Es necesario debatir las distintas visiones de Reino Unido y del continente
Una vez m¨¢s, se ve a los brit¨¢nicos como ¡°los chicos malos¡± de Europa. El discurso del primer ministro, David Cameron, pronunciado el 23 de enero, pidiendo una renegociaci¨®n fundamental de la relaci¨®n entre Reino Unido y la Uni¨®n Europea y la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum ha sido, de hecho, un serio error pol¨ªtico. El discurso no estaba hecho para asegurar un futuro mejor para Europa, sino para preservar la unidad del Partido Conservador.
De todas formas, es importante reconocer que aparte de los duros entre los conservadores, en Reino Unido hay mucha gente m¨¢s favorable a Europa que aboga por un debate serio sobre el futuro de la Uni¨®n. Claro, siempre est¨¢n los que opinan como Cimbelino de Shakespeare y creen que ¡°Inglaterra es un mundo en s¨ª mismo¡±, pero eso no es verdaderamente cierto y ha habido malentendidos a ambos lados del canal de la Mancha.
Desde el continente, muchos dicen que un nacionalismo de cortas miras reina en la pol¨ªtica brit¨¢nica. S¨ª es cierto que algunos tories creen que Reino Unido puede ser autosuficiente y se aferran a dichas nociones retr¨®gradas completamente desligadas del mundo moderno. Pero tambi¨¦n existe una corriente internacionalista en el pa¨ªs a la que le preocupa la introspecci¨®n de la UE. En cierta forma, Reino Unido se muestra m¨¢s c¨®modo con el internacionalismo que sus socios europeos, pero menos a gusto con la centralizaci¨®n formal institucionalizada en Bruselas.
Puede que Reino Unido se muestre m¨¢s esc¨¦ptico hacia una uni¨®n pol¨ªtica formal, pero en muchos sentidos est¨¢ m¨¢s abierto a Europa y es m¨¢s internacional que muchos pa¨ªses del continente europeo. Es mucho m¨¢s f¨¢cil para empresas y ciudadanos espa?oles establecerse en Reino Unido que viceversa. ?Acaso se plantear¨ªa Espa?a nombrar a un peruano para el puesto de gobernador del Banco de Espa?a, como Reino Unido ha puesto a un canadiense al frente del Banco de Inglaterra? Londres tiene raz¨®n al frustrase ante la oposici¨®n de otros Estados miembros de la UE a una mayor ampliaci¨®n. A menudo se dice que Reino Unido se ha salido con la suya al asegurarse la expansi¨®n de la Uni¨®n, pero la verdad es que la ampliaci¨®n como una herramienta de la pol¨ªtica exterior est¨¢ m¨¢s bien aparcada.
La salida de Londres de la Uni¨®n Europea es perjudicial para ambas partes
Es posible que haga falta ¡°m¨¢s Europa¡±, pero Londres no hace mal en plantear dudas sobre medidas que podr¨ªan llegar a perjudicar la legitimidad democr¨¢tica. El fortalecimiento de la democracia era el razonamiento detr¨¢s del ¡°proyecto europeo¡± original, pero las propuestas actuales a favor de la uni¨®n pol¨ªtica parecen restarle importancia. La uni¨®n fiscal podr¨ªa ayudar a solucionar los problemas inmediatos de la eurozona, pero las futuras generaciones podr¨ªan llegar a cuestionar las credenciales democr¨¢ticas de dicha medida. ?C¨®mo reaccionar¨¢n los franceses o los espa?oles cuando su presupuesto nacional sea sometido a la aprobaci¨®n del Bundestag? La resistencia brit¨¢nica a abrir la mano en su control democr¨¢tico no es irracional ni tampoco antieuropea.
Hablar de un Reino Unido antieuropeo en tensi¨®n con un continente proeuropeo es demasiado simplista. Desde Irlanda hasta Dinamarca, plebiscitos populares han rechazado medidas clave que pujaban por una mayor integraci¨®n. Y no fue precisamente Reino Unido quien enterr¨® la Constituci¨®n europea, sino dos Estados fundadores de la UE, Francia y Holanda. Ello pone de relieve la divisi¨®n existente entre la clase pol¨ªtica m¨¢s eur¨®fila y un electorado cada vez m¨¢s euroesc¨¦ptico a lo largo de la Uni¨®n. Si no se aborda, esta tensi¨®n podr¨ªa perjudicar el proyecto europeo y llegar a ser tan peligrosa como las rivalidades interestatales.
No hace falta alertar de que Reino Unido ¡°corre el riesgo de perder influencia¡±. La clase pol¨ªtica y los diplom¨¢ticos brit¨¢nicos ya reconocen el problema, pero la cuesti¨®n es ?influencia a qu¨¦ precio? Si algunos miembros del club est¨¢n a punto de emprender una nueva empresa, Reino Unido tiene el derecho ¡ªy la obligaci¨®n¡ª de opinar. Simplemente desestimar a los brit¨¢nicos como los ¡°chicos malos de Europa¡± no es un argumento viable.
Adam Smith ha descrito al canal ingl¨¦s como una puerta al mundo, algo que a¨²n comparten muchos brit¨¢nicos. Reino Unido podr¨ªa o no tener la visi¨®n correcta de un globalismo m¨¢s abierto y menos centrado en una preferencia europea absoluta, pero debemos por lo menos debatir las distintas visiones bas¨¢ndonos en sus m¨¦ritos, y no simplemente limitar la perspectiva brit¨¢nica al ¡°nacionalismo¡± de unos pocos esc¨¦pticos desconectados de la realidad. Reino Unido s¨ª tiene la culpa por perder a sus amigos en el continente, pero el continente tambi¨¦n tiene la culpa por no conseguir transformar a la Uni¨®n Europea en un organismo m¨¢s ¨¢gil y abierto al exterior en consonancia con los desaf¨ªos del orden mundial de hoy.
Habr¨¢ muchos, especialmente en el sur de Europa, que se alegrar¨ªan de librarse de Reino Unido. Los brit¨¢nicos se han convertido en unos socios tan dif¨ªciles y tan poco generosos que se merecen la antipat¨ªa de los dem¨¢s. La interpretaci¨®n de Londres de los ¡°beneficios¡± del proyecto de integraci¨®n europeo ha sido muy cerrada y corta de miras. Pero la verdad es que aqu¨ª hace falta llevar a cabo un debate de verdad. Reino Unido no ha sabido entender al continente, pero el continente tampoco ha sabido entender a Reino Unido; tanto lo uno como lo otro son perjudiciales para el futuro de la integraci¨®n europea.
David Mathieson es investigador asociado de FRIDE y Richard Youngs es director de FRIDE e investigador senior en la Transatlantic Academy.
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