Un juez dormido
Los suizos votan, con ejemplaridad democr¨¢tica, tener un leg¨ªtimo Estado delincuente
Hay un hombre honesto que est¨¢ ahora mismo luchando por su vida en un hospital de Madrid. Se llama Antonio Pedreira, es magistrado y fue el instructor, despu¨¦s de Baltasar Garz¨®n y antes de Pablo Ruz, del caso G¨¹rtel. Por sus manos pasaron decenas de miles de folios con declaraciones de acusados, testigos y pruebas periciales.
Pedreira consumi¨® muchas horas, miles de horas, de su tiempo, de su tasado tiempo, en la tarea de activar mecanismos para que las instituciones bancarias de Suiza abrieran sus archivos para que se pudiera comprobar el listado de cuentas abiertas de los presuntos, y no tan presuntos, implicados en la trama de saqueo que la polic¨ªa hab¨ªa bautizado con el nombre de G¨¹rtel en honor al m¨¢s que presunto organizador, Francisco Correa.
Pedreira, con los escasos medios que la justicia espa?ola da a sus agentes, se pas¨® meses de su vida, de su tasado tiempo, enfrentado a los mejores despachos de abogados espa?oles, cuya tarea fundamental en este caso era (y puede que siga siendo) obstaculizar las investigaciones con el fin de dilatar los plazos legales y que las acciones llegaran a prescribir.
Los abogados de Correa, los abogados de Francisco Camps y de unos cuantos presuntos m¨¢s, realizaban una tarea leg¨ªtima desde el punto de vista del derecho, que consist¨ªa en obtener para sus defendidos o bien la absoluci¨®n o bien la menor de las penas posibles. Esa actividad es, hay que insistir, leg¨ªtima. Como, por ejemplo, es leg¨ªtimo en nuestro entramado legal que alguien pueda mentir para defenderse en un juicio.
Hay m¨¢s cosas leg¨ªtimas en el mundo. En Espa?a es leg¨ªtimo retrasar un procedimiento, porque la ley lo permite. En Francia se ha juzgado a Strauss-Kahn en pocos meses. Aqu¨ª es impensable algo as¨ª.
En un pa¨ªs como Suiza en el que la democracia est¨¢ muy arraigada, sus ciudadanos mantienen un sistema envidiable que convierte a su Estado en un leg¨ªtimo delincuente, a partir de las leyes que protegen el secreto bancario. En Suiza est¨¢n m¨¢s protegidos los delincuentes extranjeros que evaden a las Haciendas de sus pa¨ªses que los estafados por esos delincuentes. Porque eso es parte del negocio, del PIB del pa¨ªs. Las comisiones rogatorias que ha enviado, por ejemplo, el juez del caso G¨¹rtel han encontrado unos obst¨¢culos que solo con enorme esfuerzo y mucho tiempo se van superando. Tuvo menos problemas Luis B¨¢rcenas para que el banco que acog¨ªa sus 22 millones de euros, el Dresdner Bank, le comunicara que estaba siendo objeto de investigaci¨®n, tres meses antes de que se pudieran escrutar sus cuentas. La ¨²ltima, el do de pecho de la justicia suiza, ha sido la de intentar denegar datos porque estaban en la famosa lista Falciani.
Hace unos a?os, no tantos, salieron a la luz las complicidades de instituciones y ciudadanos suizos con los negocios fruto del llamado expolio nazi. Y eso los suizos lo permitieron, ejerciendo un derecho que resulta ejemplar por su transparencia.
Podemos ir tambi¨¦n a la City londinense, donde se acu?¨® un feliz t¨¦rmino, el de los PIGS, para referirse a los pa¨ªses donde se acumulaban los problemas financieros por culpa de una innata tendencia al golfer¨ªo: Portugal, Irlanda, Grecia y Espa?a. Pig, por si alguien no lo sabe, significa cerdo, en ingl¨¦s.
Ese apelativo cari?oso se lanz¨® desde el centro donde directivos de bancos tan honorables como Barclays, HSBC y alg¨²n otro pactaban, mientras tomaban alg¨²n que otro trago en una elegante cafeter¨ªa o en el Blackfriars, los intereses para forrarse a costa de los clientes. Elegantes, con traje cruzado de rayas. Delincuentes de alcurnia, mal nacidos, puestos a definirles con precisi¨®n.
En ese tipo de cuevas es donde han encontrado refugio algunos tipos como B¨¢rcenas, que parece ser que se va definiendo como el centro de la G¨¹rtel, una red inmensa de blanqueo de dinero que ha gozado de la protecci¨®n de un Estado c¨®mplice de delincuentes como es el suizo y de elegantes redes de intereses cruzados como los que defiende el primer ministro ingl¨¦s, David Cameron. Los privilegios de la City de Londres y la legislaci¨®n sobre el secreto bancario de Suiza son buenos trozos de PIB.
?El Partido Popular espa?ol tambi¨¦n le ha protegido?
Pablo Ruz contin¨²a con su tarea de indagaci¨®n contra una mara?a leg¨ªtima, evitando incurrir en alguna pr¨¢ctica irregular que pudiera llevarle a ser aparcado del caso. Le vigilan mil ojos de abogados caros.
Antonio Pedreira ya no puede. Es posible que no pueda despertar de su sue?o.
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