La burla nacional
En la calle lo que se oye ya es el lugar com¨²n que m¨¢s ennegrece: todos son iguales
Este pa¨ªs ya tiene asentada en la comisura de los labios la mueca del desenga?o. Pasa con las personas y pasa con los materiales, se oxidan, c¨®mo no va a pasar con los pa¨ªses.
Un pa¨ªs oxidado que requiere el reciclaje de su ¨¢nimo. El ¨¢nimo nacional est¨¢ maltrecho; demasiadas evidencias de que lo que ocurre no es solo una crisis que se descorrer¨¢ cuando cambie el ciclo. Le dan muchas vueltas, en el Parlamento, en la prensa, en la calle, a lo que sucede.
En el Parlamento, el presidente dice que esto que pasa (la corrupci¨®n, por ejemplo) ya le pas¨® a los que ahora se lo recriminan. En la prensa, burleteros antiguos exhiben en p¨²blico los materiales de los que se ufanan y ocultan c¨®mo han usado la mentira y la calumnia desde?osa para hacer un pa¨ªs peor, m¨¢s desconfiado, menos seguro, donde la dignidad de las personas no importaba si el desd¨¦n pod¨ªa usar el peso de las cinco columnas.
Y en la calle lo que se oye ya es el lugar com¨²n que m¨¢s ennegrece: todos son iguales. En esa maldita igualaci¨®n se ha trabajado con ah¨ªnco, y han trabajado tambi¨¦n los perjudicados. Ahora hace falta fregar el piso, limpiar las paredes, abrir las puertas y las ventanas, quitarle el holl¨ªn a las cuentas, decir ¡°lo siento¡± donde debe decirse y empezar de nuevo; si es preciso, empezar como si nunca antes hubi¨¦ramos tenido un pa¨ªs tan triste.
Mu?oz Molina dice en su ¨²ltimo libro, que a¨²n no ha aparecido, que hubo un tiempo en que todo parec¨ªa s¨®lido; hab¨ªa convicciones, gente que las llevara adelante, confianza. Y de pronto todo eso result¨® ser nada, y ahora se desmigajan las pocas piedras que ten¨ªamos. Al contrario de lo que expres¨® en las Cortes, es deseable que el presidente del Gobierno ofrezca una hoja de ruta, un s¨ªntoma de que tiene una perspectiva, la seguridad de que ha visto cajones que otros no han visto y que se dispone a limpiarlos para que ya no queden ni sombras ni dudas, para que no quede ninguna sombra de duda.
No es un tiempo de reproches mutuos; la oposici¨®n lo hizo peor que nosotros, qu¨¦ dice ahora; eso ya se nos ocurri¨®, qu¨¦ hacen ahora, quieren aparecer en la foto, pues que vayan esperando sentados. Este pa¨ªs se ha contagiado de esos burleteros capaces de jugar con el prestigio de otros, incluso con sus sentimientos, con tal de quedar por encima exhibiendo su vanidoso desd¨¦n.
Un pa¨ªs as¨ª, que padece esos contagios, es un pa¨ªs obligado a pararse como el sol que invocaba Espronceda. Y a partir de ese instante en que todos recuperemos la respiraci¨®n para seguir andando es probable que se perciba en la calle, como cuenta Juan Antonio Masoliver R¨®denas que dec¨ªa Joyce, que ya es hora de cambiar de conversaci¨®n porque el pa¨ªs est¨¢ siendo otro. Mientras tanto, este pa¨ªs se hace pegajoso, a veces cruel, como esas mujeres que quieren borrar el rostro de los otros, para robarles, por cierto, en la impresionante versi¨®n que de El malentendido de Camus hace Cayetana Guill¨¦n Cuervo en el Centro Dram¨¢tico Nacional.
Un pa¨ªs sobrecogedor, en sentido lato y tambi¨¦n simb¨®lico, un pa¨ªs de burla que ahora o se hace serio o no ser¨¢ nada m¨¢s que un pa¨ªs de sobreentendidos y de malentendidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.