Habla, mudita

Los periodistas no solo tenemos la obligaci¨®n de informar a la ciudadan¨ªa acerca de lo que ocurre. Somos tambi¨¦n la voz de los ciudadanos. Cuando un presidente de Gobierno o un ministro o un director de cualquier departamento, en fin, cuando cualquier pol¨ªtico, gobierne o no, se niega a contestar preguntas en una rueda de prensa, el bofet¨®n no se lo da ¨²nicamente a los informadores presentes en la sala. Nos lo propina a todos.

Por ello resulta m¨¢s que encomiable la actitud que, por fin, los corresponsales espa?oles mantuvieron ante la ministra de Sanidad, Ana Mato, a ra¨ªz de su presencia en la inauguraci¨®n de la 57? Sesi¨®n de la Comisi¨®n Jur¨ªdica y Social de la Mujer, de Naciones Unidas. Le dieron plant¨®n porque no quer¨ªa dar respuestas.

Lo que me preocupa es que tuviera que ser en Nueva York en donde los periodistas protestaran. ?Por qu¨¦ no antes y en Madrid, o en cualquier localidad espa?ola en donde los caballeros y damas del actual Gobierno han ido coloc¨¢ndonos sus burras sin permitir contrapreguntas, ni siquiera preguntas, o manifest¨¢ndose en forma de v¨ªdeo publicitario? ?Quiz¨¢ porque aqu¨ª nos hemos aborregado y porque all¨ª, en otro ambiente, los periodistas mantienen la integridad profesional y la independencia? Y si esto ¨²ltimo es as¨ª, ?es porque all¨ª asisten cada d¨ªa a la, pese a todo, independencia de los medios m¨¢s prestigiosos, o porque se encuentran lejos de sus respectivas redacciones y de sus intrigas de poder? ?O es porque los de all¨ª tienen menos miedo?

Esta p¨¦sima costumbre antidemocr¨¢tica del mudismo se inici¨® en 2007, y este mismo peri¨®dico la denunci¨®. Con el tiempo, la tendencia se ha acentuado hasta la exasperaci¨®n. Cinco a?os despu¨¦s, tenemos una reacci¨®n: en la ciudad que nunca duerme, no en una de las nuestras, tan amodorradas, period¨ªsticamente hablando.