Francisco y Juan XXIII
¡°El Esp¨ªritu Santo sopla donde quiere¡±, repet¨ªa Juan Pablo II, y parece que el Esp¨ªritu ha vuelto a hacer de las suyas bajo los imponentes frescos de Miguel ?ngel en la Capilla Sixtina. La elecci¨®n del cardenal arzobispo de Buenos Aires como nuevo Papa ha dejado boquiabierto a medio mundo y ha sido una agradable sorpresa para los que vivimos en Am¨¦rica. En medio de tantas conjeturas y predicciones de los vaticanistas, ?qui¨¦n iba a pensar que el apacible Jorge Mario Bergoglio le robar¨ªa el protagonismo a los m¨¢s encumbrados papabili y se convertir¨ªa en sucesor de Pedro?
En cuanto lo vi, no s¨¦ por qu¨¦ record¨¦ enseguida al difunto papa Juan XXIII, de feliz memoria. Quiz¨¢ sea el leve parecido f¨ªsico que creo descubrir entre ellos, pero estoy seguro de que el v¨ªnculo m¨¢s s¨®lido radica en la sencillez y la bondad que ambos hombres comparten. Al contemplar c¨®mo el Papa argentino salud¨® a Roma con su humilde cruz pectoral y pidi¨® la oraci¨®n del pueblo antes de impartir su propia bendici¨®n, pens¨¦ inmediatamente en aquel otro pont¨ªfice italiano, sincero y bonach¨®n, que conversaba con los jardineros, animaba a los ni?os en los hospitales y rezaba en las prisiones.
?Dejar¨¢ el austero jesuita una huella profunda en la Iglesia como el papa Juan? Ahora empieza para Bergoglio un camino empedrado de dificultades que pondr¨¢n a prueba su temple. Es probable que su pontificado no nos deje grandes acontecimientos al estilo del Concilio Vaticano II. Pero al menos albergo la esperanza de que ponga la casa en orden y d¨¦ nuevos br¨ªos a la Iglesia. Ser¨ªa el hermoso legado de quien es hoy el orgullo de toda Latinoam¨¦rica.¡ª Yoel Prado.
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