La heredera del mar
El imperio marino de Jacques Cousteau flota en un marem¨¢gnum de donaciones gracias a ¡®la marca¡¯ de su apellido. La nieta del m¨ªtico ocean¨®grafo franc¨¦s defiende con su apellido teor¨ªas opuestas a las de su abuelo sobre mares espa?oles
Hay algo que suena a huida en la voz de Alexandra Cousteau. Como si, al hablar, quisiera dejar atr¨¢s el apellido que la acompa?a desde hace 36 a?os. Por debajo de todas esas palabras que llegan desde su casa al otro lado del Atl¨¢ntico ¡ªdespacio, en espa?ol, con acento a veces franc¨¦s y a veces ingl¨¦s¡ª, se filtra la voluntad de mostrar, con todos los respetos, que ella puede rachear la ola m¨¢s profunda del mar, aunque lleve todo el peso y la fuerza del oc¨¦ano. Y dice sin temor cosas como: ¡°Ser Cousteau no significa ir en barco y bucear todos los d¨ªas. Eso hoy no es realista, es perder el tiempo. Mi misi¨®n es conseguir apoyos y subvenciones para preservar el medio acu¨¢tico¡±. Y otras como: ¡°Mi abuelo se equivoc¨®. No es demasiado tarde para Cabrera (Baleares). Espa?a tiene la oportunidad de poseer el gran Parque Nacional del Mediterr¨¢neo¡±.
Su abuelo, Jacques Cousteau (1910-1997), el hombre que le descubri¨® los secretos del medio marino a la humanidad con sus series y pel¨ªculas documentales (L'Odyss¨¦e sous-marine du Commandant Cousteau o Le Monde du silence), estaba convencido de que en ese parque protegido no hab¨ªa mucho que hacer. ¡°Pensaba que el da?o sufrido en ese pedazo de mar [poblado de corales rojos, meros y langostas] hab¨ªa sido demasiado, le falt¨® tecnolog¨ªa para darse cuenta de que hab¨ªa que ampliarlo y Espa?a ser¨ªa l¨ªder en protecci¨®n y en turismo sostenible¡±, argumenta Alexandra. Y la ¡°princesa sirena¡±, como la llamaba el m¨ªtico capit¨¢n del Calypso cuando de ni?a la paseaba por el acuario de M¨®naco, ha venido 27 a?os m¨¢s tarde a llevarle la contraria y a negociar con pescadores, consejeros y presidentes regionales baleares.
El apellido Cousteau tiene la profundidad del mar, pesa como un cachalote y lleva la fuerza de un tsunami. Es una marca que sirve para caminar sobre y bajo las aguas. ¡°Alexandra, con su apellido, nos hace de canal y nos permite el acceso a instancias que, de otro modo, ni nos escuchar¨ªan¡±, explica una portavoz de la organizaci¨®n internacional Ocena, que hace dos a?os la contrata como ¡°asesora¡± a sueldo, aunque no especifica sus condiciones.
Mi abuelo se equivoc¨®. No es demasiado tarde para Cabrera (Baleares) Espa?a tiene la oportunidad de poseer el gran Parque Nacional del Mediterr¨¢neo"
Pero Cousteau es tambi¨¦n un logotipo oxidado por el salitre, las marejadas y las resacas sufridas tras un gran naufragio familiar. Ocurri¨® el 25 de junio de 1997, el d¨ªa que muri¨® el comandante franc¨¦s a los 87 a?os.
Los restos de aquella p¨¦rdida ¡ªbatallas legales mediante¡ª se desperdigaron a uno y otro lado del continente azul. Se transformaron en los eco-resorts de lujo de las islas Fiji que dirige Jean-Michelle, el hijo mayor del primer matrimonio Cousteau, y en su ¡°proyecto educativo¡± Ocean Futures Society, fundado en 1999 tras perder ante el juez los derechos sobre el legado paterno.
La Cousteau Society y el Equipe Cousteau ¡ªhist¨®ricas sedes de Nueva York y Par¨ªs¡ª las hered¨® la que fuera primero amante (y madre de otros dos hijos) y luego segunda esposa, Francine. Hoy, convertida en viuda, es la gestora de los bienes del ocean¨®logo, incluido el Calypso, que acumula herrumbre en un pantal¨¢n de la Breta?a francesa.
Y en la costa californiana, Alexandra cre¨® hace cinco a?os la fundaci¨®n Blue Legacy, dedicada a hacer campa?as y pel¨ªculas para ¡°visibilizar los puntos cr¨ªticos del medio acu¨¢tico del planeta¡±.
Todas, incluidas las actividades acu¨¢ticas desarrolladas por otros nietos del capit¨¢n, llevan el apellido Cousteau, en la proa o en la popa. El sello de la casa que, unido a la palabra ¡°donate¡± (donar), es capaz de atraer millones de euros de organismos internacionales como la UNESCO ¡ªdonde existe un programa espec¨ªfico Unesco-Cousteau¡ª o de entidades locales a lo largo y ancho del globo ¡ªel ayuntamiento de San Feliu de Gu¨ªxols (Gerona) anunci¨® a bombo y platillo en 2003 una inversi¨®n de 12 millones de euros en un parque marino promovido por la viuda del capit¨¢n, que finalmente no se hizo ¡°por falta de inter¨¦s y reproches¡±, seg¨²n un miembro de la corporaci¨®n municipal¡ª. Pero tambi¨¦n, como puede verse en sus p¨¢ginas web, cuentan con donativos de productoras cinematogr¨¢ficas para grabar v¨ªdeos submarinos, de empresas medioambientales, de negocios de ropa acu¨¢tica o de certificados de buceo, de casas de relojes suizos, de fabricantes de motores fueraborda, de actividades de ocio-aventura... Todo un oc¨¦ano de socios y subvenciones.
En ese marem¨¢gnum de ayudas p¨²blicas y privadas, la reina es Francine que, ataviada con el gorro de lana rojo que fue se?a de identidad de su difunto esposo, trata de conseguir los ocho millones de euros que calcula necesarios para convertir el Calypso en un museo itinerante, y los dos millones que supondr¨ªa que el gobierno franc¨¦s declarara patrimonio nacional ese antiguo dragaminas de la Royal Navy brit¨¢nica.
Por su parte, Alexandra, que realiz¨® su primera inmersi¨®n a los siete a?os con su abuelo y que cree deberle a las conversaciones que mantuvo con ¨¦l ¡°la inquietud por conocer las reglas que mueven el mundo¡±, mantiene su papel de sirenita en ese acuario de donaciones de agua dulce o salada. Puede ser con contratos temporales con Oceana o con National Geografic o asoci¨¢ndose con otras ONG como Pronatura y con gobiernos y empresas privadas locales para realizar documentales que se han visto hasta en el Magic Room de Louis Vuitton en Nueva York, aunque pretendieran sensibilizar sobre la necesidad de restaurar el delta del R¨ªo Colorado.
Francine y Alexandra no se dirigen la palabra. El recuerdo que Alexandra tiene de su abuelo no es en un barco, sino en uno de los mejores caf¨¦s de Par¨ªs frente a una taza de chocolate o, a?os m¨¢s tarde, en la mesa de alg¨²n restaurante de Nueva York. Hoy, madre de una ni?a de 18 meses, cuenta que siempre quiso ser un mam¨ªfero marino, ¡°porque son seres que recorren oc¨¦anos enteros y viven en familia¡±. Pero asegura que, con tanta sobrepesca y contaminaci¨®n, ahora se quedar¨ªa en medusa: ¡°Son las ¨²nicas que tienen el porvenir asegurado¡±.
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