Pobre Charlene
No digo que Alberto no la tenga en palmitas. Pero pasi¨®n, desenfreno, lo que se dice lujuria, no observo yo en esa pareja. Veo mucho m¨¢s compenetrados a Carolina y Karl Lagerfeld
Yo no s¨¦ si ser¨¢ por Dijsselbloem ¡ªs¨ª, hombre, el esbirro de Merkel en el Eurogrupo¡ª, y su ¨®rdago de generalizar la soluci¨®n chipriota. Pero de momento me han aplicado una quita del 30% en esta columna, y si te he mutilado, te jorobas. He osado llamar al jefe, que est¨¢ en la playa con la prole ¡ªmucha globalizaci¨®n, pero a don Cosmopolita no lo sacas de La Manga¡ª, y me jura ante su se?ora que es una medida excepcional, ¨²nica, hist¨®rica. Y luego, en un aparte, que qu¨¦ m¨¢s quiero, que otros matar¨ªan por este p¨²lpito y que me relaje un poco, hist¨¦rica, que hoy es S¨¢bado de Gloria. Pues por eso estoy que trino: para un minuto de ¨ªdem que tiene una, va el se?orito y me lo deja en nada. Igualito que los Grimaldi con Charlene de M¨®naco en el Baile de la Rosa.
Pobre Charlene. Y a m¨ª que esa chica, m¨¢s que envidia, que tambi¨¦n, con esos modelazos de Armani con que la disfrazan, me da l¨¢stima. Ya puede ser rubia de ojos azules, medir dos metros de envergadura, y metro y tres cuartos de tobillo a sobaco. Para m¨ª que m¨¢s que la Princesa Seren¨ªsima de ese cuento, es la Cenicienta Ansiol¨ªtica. Ida perdida se la ve¨ªa en el evento m¨¢s cursi del globo. Desapercibidita del todo pas¨® la sudafricana eclipsada por su cu?ada Carolina, su sobrina Carlota y su sobrino-nieto Grimaldi-Santo Domingo que acababa de nacer en Londres. Del c¨®nyuge, ni hablamos, ya me dir¨¢s t¨² qu¨¦ se puede esperar de un marido que concibe con todas menos contigo.
Yo no digo que Alberto no la tenga en palmitas para que no se vaya de la boca. Pero pasi¨®n, desenfreno, lo que se dice lujuria, no observo yo en esa pareja. Como que veo mucho m¨¢s compenetrados a Carolina y Karl Lagerfeld, que presidieron el acto como lo que son: dos reinonas del siglo XX. Los que s¨ª deben de mont¨¢rselo de vicio son Carlota y Gad, su novio el c¨®mico, solo hay que ver c¨®mo se comen con los ojos. Hay m¨¢s sexo en esa mirada que en el t¨¢lamo principesco. Porque esa es otra, Charlencita, mona. Por mucho que te hagan la reverencia, te vistan como a una diosa y te esculpan el rostro para parecerte a tu difunta suegra, que te tengan a dos velas tiene que picar lo suyo. Yo que t¨², tomaba medidas. Tengo fichados del ?Hola! a un par de gorilas palaciegos que quitan el hipo. Preg¨²ntale a Estefan¨ªa. De nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.