M¨¢s que unas fotos
N¨²?ez Feij¨®o debe dar explicaciones m¨¢s consistentes sobre su relaci¨®n con un narco
Las fotograf¨ªas del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, en un yate con Marcial Dorado, un conocido contrabandista que cumple condena de c¨¢rcel por narcotr¨¢fico, no son una an¨¦cdota. Tampoco es un asunto que se pueda despachar apunt¨¢ndose al victimismo frente a un misterioso dedo acusador que solo busca el desprestigio de un pol¨ªtico en ascenso. ?A qui¨¦n se refiere Feij¨®o cuando dice que quieren amedrentarle? ?A la oposici¨®n en Galicia? ?A sectores de su partido con los que se ha enfrentado?
A Feij¨®o le honran dos cosas: haber dado la cara sin demora, algo inaudito en el PP actual, y su mea culpa p¨²blico de ayer por no haber investigado en profundidad las actividades de su viejo amigo. Pero sus argumentos son muy endebles. Porque es inveros¨ªmil que el presidente de la Xunta desconociera a mediados de los a?os noventa, ¨¦poca de la que datan las fotograf¨ªas en las que aparecen juntos, que Dorado era un conocido delincuente que atesoraba ya un amplio historial de encontronazos con la ley. En las dos grandes operaciones contra el contrabando y el blanqueo de capitales realizadas en Galicia hasta aquel momento, Dorado estuvo imputado y fue detenido. La primera causa se archiv¨® por prescripci¨®n de los delitos y en la segunda fue puesto en libertad por falta de pruebas. De todo ello ya hab¨ªa dado cumplida cuenta la prensa local, nacional e incluso internacional.
Tambi¨¦n es fr¨¢gil el af¨¢n de Feij¨®o por minimizar el grado de amistad que le un¨ªa a Marcial Dorado. Una mera ¡°relaci¨®n de ocio¡±, como la calific¨® ayer el presidente de la Xunta, de encuentros espor¨¢dicos, no suele ir acompa?ada de paseos en yate, visitas a la mansi¨®n del otro y viajes conjuntos en familia. Ni siquiera la manera de entablar esta amistad queda fuera de sospecha, toda vez que fue un ch¨®fer de la Xunta el que actuaba como testaferro de Dorado y el que, seg¨²n Feij¨®o, le present¨® al narcotraficante. Sus explicaciones sobre la naturaleza de la relaci¨®n han sido hasta ahora confusas e insuficientes.
Feij¨®o, uno de los barones del PP de mayor proyecci¨®n nacional, tiene un problema grave. Su antigua relaci¨®n con uno de los se?ores del narcotr¨¢fico gallego, cuando era un alto cargo pol¨ªtico, no le convierte en c¨®mplice de ninguna actividad il¨ªcita mientras no se demuestre lo contrario, pero extiende sobre ¨¦l una mancha dif¨ªcil de aceptar en un cargo p¨²blico. M¨¢s a¨²n en quien, como Feij¨®o, ha hecho bandera de la necesidad de que los partidos pol¨ªticos act¨²en con contundencia frente a la corrupci¨®n, propia y ajena. El propio N¨²?ez Feij¨®o, preso ahora de sus palabras, convirti¨® en esc¨¢ndalo las fotos del vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, del BNG, junto al empresario Jacinto Rey, contratista de la Xunta, en el barco de este. ¡°El Gobierno no se puede fotografiar con malas compa?¨ªas¡±, dijo entonces el l¨ªder del PP respecto a aquellas instant¨¢neas, tomadas tambi¨¦n antes de que Quintana accediera a su cargo. Feij¨®o ha depositado buena parte de sus aspiraciones de futuro en su autoproclamada capacidad de gesti¨®n y en un discurso de regeneraci¨®n pol¨ªtica. Lo primero no es objeto de este editorial. Lo segundo est¨¢, de momento, en entredicho.
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