No hay recambio para el magnate de Ikea
Ingvar Kamprad fund¨® en su adolescencia una empresa que cambi¨® las casas de medio mundo Ni sus lazos con el nazismo, ni los recientes esc¨¢ndalos alimenticios han doblegado su imperio A sus 87 a?os, el empresario no encuentra un heredero entre sus tres hijos
"Me queda demasiado trabajo pendiente. No tengo tiempo para morir¡±. Ingvar Kamprad, de 87 a?os reci¨¦n cumplidos, amenazaba hace poco con eternizarse como alma m¨¢ter de Ikea, la empresa que fund¨® cuando a¨²n era menor de edad y que le ha convertido en uno de los hombres m¨¢s ricos de Europa. Pero sus planes de permanencia pueden verse frustrados no solo por el factor biol¨®gico. El gigante empresarial que emplea a m¨¢s de 140.000 personas en una cuarentena de pa¨ªses y que ha hecho que las casas de medio mundo se parezcan entre s¨ª como dos gotas de agua no ha encontrado un reemplazo como cabeza visible dentro de la familia Kamprad.
Es cierto que el viejo Ingvar abandon¨® hace casi 30 a?os el mando directo de la compa?¨ªa. Desde entonces ha seguido muy de cerca la evoluci¨®n del negocio, pero los portavoces de Ikea se esfuerzan en se?alar que su labor ahora se limita a asesorar. ¡°Es un hombre muy sabio y tenemos mucha suerte de tenerlo ah¨ª¡±, dice Ylva Magnusson, portavoz de la compa?¨ªa. Pese a los esfuerzos de Kamprad por ceder el testigo a uno de sus tres hijos, el experimento no cuaj¨®, y ya parece evidente que ninguno de ellos se har¨¢ con las riendas del negocio.
¡°No quiero que compitan entre ellos para ver qui¨¦n es el m¨¢s apto. Antes o despu¨¦s, deber¨¦ elegir a uno¡±, hab¨ªa dicho el patriarca en 1998. Peter, de 48 a?os, parec¨ªa el m¨¢s indicado, por delante de Jonas, m¨¢s volcado en el dise?o de productos, y Mathias, con una visi¨®n empresarial. Hace a?os se especul¨® con que Peter se encaramar¨ªa a la cima del grupo. Pero algo se torci¨®. Est¨¢ previsto que el actual consejero delegado, Mikael Ohlsson, ceda pronto el testigo al responsable de Ikea Suecia, Peter Agnefj?ll. ¡°Trat¨® de dejar el poder a los hijos, pero no funcion¨®¡±, resume Jon ?sberg, director de la revista econ¨®mica sueca Aff?rsv?rlden.
Ninguno de los hijos tiene la responsabilidad de dirigir Ikea, pero los tres trabajan en el negocio familiar; cada uno en un consejo de administraci¨®n de la mara?a de empresas que rodean al imperio construido a base de madera y del ¡°m¨®ntatelo t¨² mismo¡±. ¡°Ejercemos influencia en el grupo a trav¨¦s de nuestros puestos. Nuestra ambici¨®n nunca ha sido tener un papel operativo¡±, admit¨ªa Peter el a?o pasado en una entrevista que los tres herederos dieron a una revista corporativa para los empleados del grupo. ¡°Son los gerentes los que dirigen la compa?¨ªa. Y tenemos plena confianza en ellos¡±, a?adi¨® Jonas.
Los ¨²ltimos meses han sido movidos para la compa?¨ªa, que, pese a ser de origen sueco, ha trasladado su complicado engranaje legal a Holanda y Luxemburgo por motivos fiscales. El esc¨¢ndalo que le llev¨® a retirar comida de sus restaurantes por contener carne de caballo no identificada e incluso restos fecales en algunos de sus pasteles fue la puntilla. Pocos meses antes hab¨ªa pasado por la humillaci¨®n de tener que pedir perd¨®n porque algunas empresas suministradoras hab¨ªan usado prisioneros pol¨ªticos como mano de obra gratuita en la Alemania socialista de los a?os sesenta y ochenta del siglo pasado. Un informe realizado por Ernst & Young aseguraba adem¨¢s que directivos de Ikea sab¨ªan lo que estaba pasando y miraron a otro lado.
Pero este esc¨¢ndalo es una minucia comparado con el que arrastra Kamprad por sus veleidades nazis de juventud. Pese a que el multimillonario ya hab¨ªa reconocido algo que ahora considera el mayor error de su vida, las revelaciones hechas por la periodista sueca Elisabeth ?sbrink en 2011 dieron una nueva dimensi¨®n al problema. Un libro de ?sbrink desvel¨® que los lazos de Kamprad con los c¨ªrculos fascistas de la Suecia de los a?os cuarenta fueron m¨¢s all¨¢ de lo que hab¨ªa reconocido el magnate y que duraron m¨¢s de lo conocido, hasta 1950. ¡°En una entrevista en 2010 me reiter¨® su lealtad hacia Per Engdahl, l¨ªder fascista durante la II Guerra Mundial y la figura clave de los c¨ªrculos nazis suecos durante 15 o 20 a?os despu¨¦s de la guerra. Es como si alguien te dice que Goebbels era un t¨ªo guay¡±, asegura la periodista por tel¨¦fono desde Estocolmo. ?sbrink se?ala la paradoja de que en 1944, mientras Kamprad era un activo miembro del partido nazi de Suecia, se hizo muy amigo de un adolescente jud¨ªo refugiado que le pidi¨® trabajo. Este se convirti¨® en uno de los primeros empleados que pusieron en marcha el imperio que m¨¢s tarde le har¨ªa rico.
Su pasado nazi no es de lo ¨²nico que se arrepiente. Tambi¨¦n se reprocha la afici¨®n al alcohol que le consumi¨® durante d¨¦cadas. ?Han afectado en algo al negocio todos los esc¨¢ndalos que rodean a Kamprad? No parece. Pese a las turbulencias internas y externas, Ikea gan¨® el a?o pasado 3.200 millones de euros, una cifra r¨¦cord en la historia de la compa?¨ªa. ¡°Es sorprendente, pero nada de todo lo malo que ocurre alrededor da?a al negocio. Sus tiendas, vayas el d¨ªa que vayas, est¨¢n siempre llenas¡±, responde Jon ?sberg.
Es evidente que el gancho de los muebles baratos y resultones es imbatible. Pero el director del semanario Aff?rsv?rlden cree que hay m¨¢s motivos que explican la popularidad del magnate entre los suecos. ¡°La gente le admira y le quiere. El secreto est¨¢ en que vive como si fuera el vecino de al lado. Viaja en turista, siempre cuenta lo mucho que le gusta ir a tiendas baratas y mira cada c¨¦ntimo como si fuera el ¨²ltimo. Odia cualquier signo de ostentaci¨®n, y eso es algo que a los suecos nos gusta mucho¡±, concluye ?sberg.
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