Infantas, vuelven los noventa
Est¨¢bamos encantados con saber que los pr¨ªncipes de Asturias ense?an a su hija chino-mandar¨ªn y que su abuela paterna le habla en ingl¨¦s (como a sus hijos) cuando, ?zas!, salta la imputaci¨®n
Cristina Federica de Borb¨®n es la primera infanta imputada de la historia. Debemos celebrar tal hecho como un intento de madurez del sistema judicial. Marca un precedente: a partir de ahora, en su vida de infanta existen dos d¨ªas se?alados. El d¨ªa del Matrimonio y el d¨ªa de la Imputaci¨®n. Entre 1997 y 2013. Pero ?qu¨¦ vestir¨¢ si acude ante el juez Castro? Ser¨ªa uno de los trajes m¨¢s vistos y analizados de la historia mon¨¢rquica. Dado que las soleadas fotos de Feij¨®o y el narcotraficante Marcial Dorado han impulsado la nostalgia por los a?os noventa, nos inclinar¨ªamos por que la Infanta vista algo de esa d¨¦cada, en la que contrajo matrimonio como una met¨¢fora del paso del tiempo. Despu¨¦s de todo, ella tambi¨¦n fue seguidora de Cristal, el culebr¨®n venezolano que marc¨® aquellos a?os casi tanto como el grunge y Nirvana.
Por eso, mientras repasa su armario de soltera, pensando en c¨®mo explicarse, podemos revisar por un momento las series de esa d¨¦cada donde a¨²n ¨¦ramos inocentes. Qu¨¦ duda cabe que Dorado y Feij¨®o aprovechaban sus momentos de amistad para disfrutar con el mar y con Friends. Que hoy los pr¨ªncipes de Asturias podr¨ªan animar la instrucci¨®n de do?a Leonor con cap¨ªtulos doblados al mandar¨ªn de El pr¨ªncipe de Bel Air y que el Rey podr¨ªa acompa?ar su solitaria rehabilitaci¨®n con episodios de M¨¦dico de familia.
Cuesta abajo y cuesta arriba, ya veremos si la Infanta baja y sube la rampa del juzgado para dar esa necesaria explicaci¨®n, como su marido hace un a?o o como lo hacen los Torres, los grandes socios que se volvieron archienemigos. Esa pendiente hacia el juzgado en Palma est¨¢ de moda en el turismo balear. La gente se toma fotos y v¨ªdeos bajando ¡°a lo Urdangarin¡±. En la isla, a muchos les molesta que los duques hayan empleado su t¨ªtulo para presuntamente esquilmar sus arcas de forma tan medieval, pero quienes se quedaron con la boca abierta ante la imputaci¨®n fueron los lectores de la revista ilustrada ?Hola!: su optimista portada con la infanta do?a Leonor, con reportaje sobre su formaci¨®n como futura reina, fue la primera v¨ªctima del tsunami provocado por la imputaci¨®n. Est¨¢bamos encantados con saber que los pr¨ªncipes de Asturias ense?an a su hija chino-mandar¨ªn y que su abuela paterna le habla en ingl¨¦s (como a sus hijos y dem¨¢s familia) cuando, ?zas!, salta la imputaci¨®n a las portadas de los peri¨®dicos. Y t¨ªa y sobrina aparecen en todas partes. Las dos sin poder escapar ni del quiosco ni de su futuro. Las dos rubias sin elecci¨®n. Por su parte, la Casa del Rey, sin jefe a la vista pero al tel¨¦fono, se declara sorprendida, ?qu¨¦ sorpresa! Tambi¨¦n nosotros: con una menor de edad en las portadas y sin jefe de Estado visible. ?Qu¨¦ dice, qu¨¦ hace, qu¨¦ piensa el Rey de todo esto? Llamar a su amigo Miquel Roca para ir tirando y manejar el proceso. Como aquel ¡°Por qu¨¦ no te callas¡±.
Las fotos de Feij¨®o nos hablaban de la aventura impl¨ªcita en toda amistad marina, no mariana. Este episodio Huckleberry Finn / Tom Sawyer se ha arrugado ante el fantasma de la herencia de don Juan, fruto de los a?os noventa y v¨ªctima ahora de esta repentina necesidad de transparencia que durante d¨¦cadas nadie mencion¨® y que ahora quiere exig¨ªrsele a la Casa del Rey. Recordamos el funeral de don Juan, hace ya dos d¨¦cadas, por el gesto de la Reina recogiendo aquella l¨¢grima de las mejillas del Rey a las puertas de El Escorial y por esa sensaci¨®n de que la vida del padre del Rey fue una sucesi¨®n de sue?os perdidos, Estoril como un sitio de cretonas descoloridas, un poquito de fado y mar. Pero 20 a?os despu¨¦s, felizmente sabemos que no, que el largo exilio del padre del Rey fue tambi¨¦n en sitios triple A: Londres, Roma, Suiza, y que esas ayudas que recib¨ªa don Juan, oye, le permitieron dejar esa herencia de casi tres millones de euros. Hay que reconocer que hoy, caninos y furiosos como estamos, es como para abrir un nuevo episodio de Expediente X. El portavoz del PP, Alfonso Alonso, ha llegado a calificar de ¡°extempor¨¢neas y extravagantes¡± las preguntas formuladas por la oposici¨®n en el Congreso sobre esta herencia millonaria de la que cre¨ªamos una familia modesta. Sin duda, Alfonso Alonso, m¨¢s papista que el propio Papa, no ve nada extempor¨¢neo y extravagante ni en lo que dice ni en lo que defiende, el Parlamento no est¨¢ para controlar a la Corona. Y as¨ª estamos, manga por hombro.
El dinero de pl¨¢stico fue tambi¨¦n un gran fen¨®meno de los noventa. ?Qui¨¦n no inaugur¨® su dependencia de la tarjeta de cr¨¦dito en esa d¨¦cada? Fue gracias a una de ellas que se descubri¨® la fortuna suiza de Luis B¨¢rcenas. El extesorero (que a su manera y para muchos fue un modelo en los noventa) solicit¨® una Visa MasterCard y se la negaron porque en la agencia suiza entrevieron algo de la trama G¨¹rtel. Los de la tarjeta act¨²an con mayor celeridad que Hacienda, se igualan en gesti¨®n r¨¢pida al Museo de Cera de Madrid, hasta ahora la ¨²nica instituci¨®n que desplaza a los imputados vip de sus salones apenas les acaricia la primera acusaci¨®n. Revisando los noventa, ?por qu¨¦ no hacer con todos ellos un remake de Sensaci¨®n de vivir?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.