La salida negociada en Siria
El conflicto armado est¨¢ provocando una fractura social que ser¨¢ muy dif¨ªcil de recomponer
El 15 de abril los cinco principales organismos humanitarios de la ONU pidieron a la comunidad internacional que use su influencia para evitar que en Siria cientos de miles de personas pierdan sus hogares, sus vidas y su futuro. El comunicado conjunto abogaba por impulsar un acuerdo pol¨ªtico que ponga fin a una guerra civil que dura ya m¨¢s de dos a?os y que constituye un grave deterioro de la seguridad en una regi¨®n ya de por s¨ª muy inestable.
El sobrecogedor drama humanitario que sufre Siria no se limita, con ser grav¨ªsimo, a los m¨¢s de 70.000 muertos, el mill¨®n de refugiados y los cinco millones de desplazados. La persistencia e intensidad del conflicto armado tambi¨¦n ha acabado con todo vestigio de respeto por la dignidad humana y est¨¢ provocando una fractura social que ser¨¢ muy dif¨ªcil de recomponer. En estas circunstancias, la descomposici¨®n del Estado, con una Administraci¨®n inoperante, d¨¦bil y sin autoridad alguna sobre buena parte del territorio, est¨¢ facilitando que grupos islamistas radicalizados, se?ores de la guerra y el crimen organizado est¨¦n tomando el control de importantes ¨¢reas de poder.
La estrategia puesta en pr¨¢ctica por Bachar el Asad de respuesta temprana y violenta desactiv¨® en 2011 lo que inicialmente no pasaba de ser un arrollador movimiento de protesta social. Con ello consigui¨® que las milicias opositoras al r¨¦gimen se hicieran con el protagonismo de la rebeli¨®n, transformando la crisis pol¨ªtica y social en una guerra civil. Tal como est¨¢ planteado, el conflicto es sostenible gracias a los apoyos externos al r¨¦gimen, encabezados por Rusia, que permiten al presidente sirio desentenderse de las posibles actuaciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y minimizar los efectos del embargo europeo y de la ayuda norteamericana a los rebeldes. As¨ª, lo que podr¨ªa haberse resuelto en un tiempo razonable se ha enquistado en una guerra cada vez m¨¢s radicalizada y compleja, caracterizada por la desuni¨®n de los grupos opositores y por las connotaciones sectarias, fruto de la presencia de combatientes extranjeros, grupos extremistas y delincuencia organizada. Sin cambios sustanciales, no es previsible que el final de la crisis pueda alcanzarse, ni siquiera a medio plazo, por v¨ªa del conflicto armado, pues los apoyos que reciben las partes enfrentadas equilibran las fuerzas y prolongan la confrontaci¨®n.
Los combates van en aumento,
el drama humanitario se
agrava y una soluci¨®n armada
parece cada d¨ªa m¨¢s remota
As¨ª las cosas, el estancamiento y la virulencia del conflicto est¨¢n haciendo de Siria un nuevo Estado fallido marcado por la descomposici¨®n de la Administraci¨®n, el colapso econ¨®mico, la desaparici¨®n del tejido productivo, la destrucci¨®n de infraestructuras y una importante fractura social. Pero como suele ser habitual, las consecuencias negativas de la guerra civil no se limitan al propio pa¨ªs. En este caso, resulta preocupante el protagonismo de los yihadistas ¡ªel 20% de los rebeldes¡ª, las actuaciones de los partidarios del r¨¦gimen en el L¨ªbano, y los flujos de refugiados que han llevado al l¨ªmite la capacidad de acogida de Jordania, L¨ªbano, Turqu¨ªa e Irak. Si a esta delicada situaci¨®n se a?ade la reafirmaci¨®n de la postura de Rusia, cuyo Ministro de Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov, ha insistido en que la ¨²nica salida posible pasa por el di¨¢logo y la creaci¨®n de un Gobierno de transici¨®n, parece indiscutible que la opci¨®n de una operaci¨®n militar internacional ha quedado inhabilitada.
Descartada la intervenci¨®n militar directa, la Uni¨®n Europea y Estados Unidos han implementado medidas tan poco determinantes como el embargo de armamento, la restricci¨®n de vuelos, las sanciones comerciales y la ayuda no letal a los rebeldes. Estas actuaciones podr¨ªan verse reforzadas a corto plazo con otras m¨¢s resolutivas como la asistencia militar y la entrega de armamento a los rebeldes, ya que hasta el momento Rusia, China e Ir¨¢n han podido contrarrestar el apoyo occidental y de la Liga ?rabe. En este sentido debe entenderse el posicionamiento de los pa¨ªses occidentales para que el Tratado sobre el Comercio de Armas acordado el 2 de abril en la Asamblea General de las Naciones Unidas no prohibiera el suministro de armas a los grupos rebeldes.
Ante la lenta evoluci¨®n de los acontecimientos, cabr¨ªa preguntarse si es posible retomar la v¨ªa de la negociaci¨®n entre las partes, incluido el actual r¨¦gimen, para lograr un acuerdo que permita una transici¨®n pol¨ªtica monitorizada por las Naciones Unidas. Ya en abril de 2012 se alcanz¨® un acuerdo de cese de la violencia bajo la vigilancia de la Misi¨®n de Supervisi¨®n de las Naciones Unidas en Siria (resoluci¨®n 2043), que deb¨ªa aplicar los seis puntos propuestos por el enviado especial conjunto, Kofi Annan: proceso pol¨ªtico incluyente, cese de la violencia, asistencia humanitaria, liberaci¨®n de detenidos, libertad de circulaci¨®n a periodistas y libertad de asociaci¨®n y derecho a manifestarse pac¨ªficamente. Tras un corto periodo de relativa calma se reanudaron las hostilidades y el 15 de junio la misi¨®n tuvo que suspender sus actividades.
Un a?o despu¨¦s, los combates siguen en aumento, el drama humanitario se ha agravado y la posibilidad de una soluci¨®n armada al conflicto parece cada d¨ªa m¨¢s remota. Ante este panorama, la comunidad internacional deber¨ªa dar otra oportunidad a la negociaci¨®n sin reducir la presi¨®n sobre las partes. En caso contrario, la ¨²nica salida viable para el fin de la guerra es asumir las consecuencias de apoyar al Ej¨¦rcito Libre Sirio con mayor determinaci¨®n y antes de que los extremistas dominen la oposici¨®n al r¨¦gimen. Todo antes que acomodarse al sufrimiento humano y a incrementar la inseguridad en la regi¨®n.
Francisco Rubio Dami¨¢n es colaborador experto del Observatorio paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza.
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