Reforma y reacci¨®n en Cuba
Una nueva generaci¨®n propone otras ideas de la naci¨®n y su futuro
Como toda reforma, la t¨ªmidamente emprendida por el gobierno cubano, est¨¢ produciendo su propia reacci¨®n. La posibilidad de que esa reforma, hasta ahora bien delimitada a una flexibilizaci¨®n econ¨®mica, ampl¨ªe derechos civiles con la nueva ley migratoria y eventuales modificaciones en el sistema pol¨ªtico, ha disparado las alarmas en sectores inmovilistas. La zona m¨¢s ortodoxa de la burocracia, que hasta ahora ha aceptado una reforma econ¨®mica que deje intacta la estructura de poder, ha decidido mostrar su desacuerdo con la imaginaci¨®n ¨Cya no digamos con el dise?o- de cambios constitucionales, que viabilicen una democratizaci¨®n del pa¨ªs.
La llegada de Ra¨²l Castro al poder se dio acompa?ada de un impulso al debate p¨²blico, preferencialmente entre periodistas, intelectuales y acad¨¦micos autodenominados ¡°revolucionarios¡±. Dos revistas de la isla, Temas y Espacio Laical, editadas por socialistas y cat¨®licos reformistas, son una buena muestra de la vitalidad de ese debate. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, los l¨ªmites impuestos a esa discusi¨®n, a partir de una r¨ªgida y ficticia frontera entre revoluci¨®n y contrarrevoluci¨®n, han sido rebasados. Una nueva generaci¨®n, que comparte valores de la tradici¨®n socialista, cree necesaria una apertura del sistema pol¨ªtico a otras ideas de la naci¨®n y su futuro.
La dilataci¨®n de la esfera p¨²blica, generada por las nuevas tecnolog¨ªas, hace cada vez m¨¢s frecuente que coincidan, en medios virtuales o reales, voces de la oposici¨®n y del socialismo cr¨ªtico, de la prensa gubernamental y los blogs alternativos, de publicaciones institucionales y p¨¢ginas independientes. El principal objetivo de la reacci¨®n es cortar esa confluencia y restaurar el muro que, supuestamente, debe separar a los ¡°revolucionarios¡± de los ¡°contrarrevolucionarios¡±. Los reaccionarios son los alba?iles de la incomunicaci¨®n: cada vez que se abre un hueco en el muro, ellos se encargan de taparlo, para que cubanos de uno y otro lado no puedan darse la mano.
Si un grupo de intelectuales y activistas de la sociedad civil, socialistas y cat¨®licos, se pone de acuerdo para dise?ar un proyecto de reforma pol¨ªtica, en perfecta sinton¨ªa con lo anunciado por Ra¨²l Castro en febrero, que trace una hoja de ruta para avanzar en cambios constitucionales ¡ªlimitaci¨®n del mandato a dos quinquenios, reelecci¨®n inmediata y no permanente, sufragio directo del jefe de Estado, ampliaci¨®n de las libertades de asociaci¨®n y expresi¨®n¡¡ª y llaman a un debate, en el que intervienen intelectuales y publicaciones de la di¨¢spora, penalizados como ¡°contrarrevolucionarios¡±, entonces la oficialidad concluye que dicho proyecto tambi¨¦n es ¡°contrarrevolucionario¡±.
Escribir que la Revoluci¨®n no ha comenzado es tan intolerable como escribir que ya termin¨®
Si un joven intelectual negro, de izquierdas, env¨ªa desde la isla un art¨ªculo a The New York Times, en el que se?ala que la poblaci¨®n negra est¨¢ siendo desfavorecida por el avance del mercado y la inequidad y cuestiona que la representatividad racial sea relegada en la sucesi¨®n presidencial que anticipadamente se planea, entonces ese joven intelectual negro es acusado de mimetizar el lenguaje del enemigo y distorsionar la historia nacional. Si el art¨ªculo de marras es titulado por The New York Times, ¡°Para los negros cubanos la Revoluci¨®n no ha comenzado¡±, entonces su autor merece ser destituido de su puesto en una importante instituci¨®n cultural de la isla. Escribir que la Revoluci¨®n no ha comenzado es tan intolerable como escribir que ya termin¨®.
Si un grupo de blogueros y activistas de la oposici¨®n logra beneficiarse de la reciente reforma migratoria, aprobada por el gobierno de Ra¨²l Castro, y viaja por distintas ciudades de Am¨¦rica Latina, Europa y Estados Unidos, denunciando serenamente las limitaciones a los derechos de asociaci¨®n y expresi¨®n, y recibiendo el respaldo de l¨ªderes de derecha o izquierda, del viejo exilio de Miami y Madrid o de la nueva di¨¢spora del DF o Nueva York, entonces la reacci¨®n habanera debe movilizar sus prensas electr¨®nicas y sus comit¨¦s de ¡°Solidaridad con Cuba¡± en el mundo, para presentar a esos j¨®venes como marionetas de Washington y darles su merecido con actos de repudio y griter¨ªo de calumnias.
Los ¨²nicos reaccionarios cubanos que existen no son, desde luego, esos alba?iles y aduaneros del poder insular. Tambi¨¦n est¨¢n los que desde la oposici¨®n y el exilio se empe?an en desconocer que una nueva generaci¨®n cr¨ªtica ha surgido en la isla, no necesariamente desligada de las instituciones del Estado y en mejores condiciones que cualquier l¨ªder exiliado o cualquier pol¨ªtico cubanoamericano de impulsar, pac¨ªfica y leg¨ªtimamente, una ampliaci¨®n de las libertades p¨²blicas en Cuba. De hecho, las pol¨ªticas tradicionales de la oposici¨®n, el exilio, Estados Unidos y la Uni¨®n Europea ¡ªembargo, sanciones, aislamiento, ¡°programas de transici¨®n¡±, catalogaci¨®n de Cuba como ¡°Estado terrorista¡±¡¡ª no s¨®lo contribuyen al endurecimiento del r¨¦gimen sino que restan capital moral a los nuevos sujetos del cambio.
La intransigencia en la isla no puede pensar ni actuar sin la dicotom¨ªa?
La reticencia a reconocer esos nuevos actores tiene que ver con el arraigo de viejos conceptos de la Guerra Fr¨ªa en la mentalidad de unos y otros. La intransigencia de la isla no puede pensar ni actuar sin la dicotom¨ªa revoluci¨®n/contrarrevoluci¨®n. La ortodoxia exiliada y opositora, por su parte, no puede desprenderse de la divisi¨®n del mundo entre comunistas y anticomunistas. Los j¨®venes reformistas de la isla, en su mayor¨ªa identificados con diversas versiones del socialismo, no son suficientemente revolucionarios para la reacci¨®n de adentro ni suficientemente anticomunistas para los reaccionarios de afuera.
Como en Venezuela, Bolivia o Ecuador, en Cuba existe un socialismo gubernamental, para el que pesan m¨¢s los s¨ªmbolos que las ideas y que concentra su discurso en un barato espiritismo en torno a las figuras de Bol¨ªvar, Mart¨ª o el Che y en el culto a la personalidad de Fidel Castro y Hugo Ch¨¢vez. Pero tambi¨¦n existe un socialismo subalterno, m¨¢s marxista que populista, comprometido con la autogesti¨®n popular, el respeto a la diversidad racial y sexual, la libertad de asociaci¨®n y expresi¨®n y el Estado de derecho. Si el lenguaje del primer socialismo gira en torno a la noci¨®n de apolog¨ªa, el concepto b¨¢sico del segundo sigue siendo la cr¨ªtica.
En el entendimiento que puedan alcanzar los socialistas cr¨ªticos con la nueva red de l¨ªderes, activistas y blogueros independientes est¨¢ cifrada la posibilidad de una nueva oposici¨®n leg¨ªtima en Cuba. Una oposici¨®n que podr¨ªa ejercer presi¨®n en los bordes de las instituciones oficiales, a favor de cambios constitucionales que permitan llegar al 2017 con un liderazgo renovado y unido. Sin descartar ninguna forma de resistencia pac¨ªfica, una meta de los partidarios de la reforma pol¨ªtica en Cuba podr¨ªa ser la elecci¨®n de los primeros candidatos independientes a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en los comicios legislativos de ese a?o.
Rafael Rojas es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.