La deriva europea

El avance del antieurope¨ªsmo en las opiniones p¨²blicas es tan acelerado que pa¨ªses tradicionalmente entusiastas con el proyecto, como Espa?a, alcanzan ahora un nivel de rechazo similar al brit¨¢nico; y pa¨ªses igualmente adeptos y casi reci¨¦n llegados, como Polonia, registran ya un mayor n¨²mero de ciudadanos en contra que a favor. La UE est¨¢ afrontando la m¨¢s profunda crisis econ¨®mica de su historia con la peor de las estrategias por cuanto, adem¨¢s de no dar resultados, ha dinamitado el escaso poder de las instituciones comunitarias, impone el sistema intergubernamental y aplica recetas econ¨®micas que velan por el equilibrio de las cuentas p¨²blicas y el sistema financiero a costa del sacrificio ciudadano.

En apenas un a?o, los 27 pa¨ªses de la Uni¨®n elegir¨¢n mediante el voto directo a sus representantes en el Parlamento Europeo. Es previsible que la abstenci¨®n alcance cotas hist¨®ricas, salvo que la proliferaci¨®n de partidos euroesc¨¦pticos movilice a los electorados y logre unas instituciones europeas de perfil pol¨ªtico incierto. Pero si de algo se han percatado los europeos durante esta crisis es de la p¨¦rdida de peso de su voto y de su opini¨®n acerca de c¨®mo resolver la situaci¨®n; una realidad m¨¢s imputable a los l¨ªderes pol¨ªticos nacionales que a las instituciones comunitarias, instrumentalizadas casi siempre a favor de aquellos.

Esta crisis y su gesti¨®n han frenado valores de la UE que los europeos apreciaban, como la solidaridad, la cohesi¨®n y la prosperidad, lo que est¨¢ promoviendo la desconfianza hacia el vecino y un regreso a los siempre simplistas y peligrosos estereotipos. El choque de democracias ¡ªcentrado b¨¢sicamente en el desencuentro entre el Norte y el Sur¡ª que ayer analizaban seis grandes peri¨®dicos europeos, entre ellos EL PA?S, es una deriva preocupante que los l¨ªderes pol¨ªticos actuales deber¨ªan afrontar cuanto antes. Ma?ana puede ser demasiado tarde.