Como Bush, pero al rev¨¦s

Un presidente mediocre puede dejar una poderosa huella y condicionar el futuro de su pa¨ªs tanto o m¨¢s que otros presidentes m¨¢s brillantes. Este es el caso de Bush, como est¨¢ comprobando su sucesor, Barack Obama, a cada momento. A la dificultad de terminar las guerras que dej¨® abiertas en Irak y Afganist¨¢n se a?ade la mara?a legal que le sirvi¨® para lanzar su guerra global contra el terror: Obama todav¨ªa no ha conseguido desenredarla, cosa que le ocasiona no pocos dolores de cabeza, como se est¨¢ demostrando con el campo de detenci¨®n de Guant¨¢namo, donde tiene a un centenar de presos en huelga de hambre que le han obligado a resucitar la promesa de clausurarlo.

M¨¢s que las guerras libradas y los cambios legales, en el legado presidencial pesan las ideas que amoldan la ¨¦poca. Estados Unidos, gracias a Bush y a pesar de Obama, sigue en guerra contra el terror, una guerra indefinida que sigue autorizando al comandante en jefe a realizar acciones fuera de la legalidad internacional, o incluso nacional, como asesinar a distancia a conciudadanos sospechosos de terrorismo.

La sombra del expresidente se proyecta sobre su sucesor incluso cuando este ¨²ltimo va en direcci¨®n contraria, como sucede con la crisis de la Siria de Bachar el Asad, en comparaci¨®n con el Irak de Sadam Husein. Se parte del mismo principio te¨®rico de que el uso de armas qu¨ªmicas por parte del r¨¦gimen podr¨ªa justificar una intervenci¨®n militar de Estados Unidos. Pero si Bush declaraba innecesaria una pistola humeante para tener la evidencia del crimen, el actual presidente exige la plena seguridad de que se ha utilizado este tipo de armas e incluso quiere conocer exactamente qui¨¦n las ha utilizado, no fuera caso que la culpa sea de la resistencia y el bombazo se lo llevara el r¨¦gimen.

Todo lo que eran facilidades para ir a la guerra en uno son dificultades en el otro. Bush no tuvo paciencia para esperar los resultados completos de las investigaciones de los inspectores de Naciones Unidas. Le bastaron las pruebas falsas fabricadas por la CIA y organiz¨® una coalici¨®n de voluntarios en la que le acompa?aron Blair y Aznar, sin necesidad de la aprobaci¨®n del Consejo de Seguridad. Obama atender¨¢ a las inspecciones de Naciones Unidas, quiere que la comunidad internacional tenga la seguridad de que hay una pistola humeante y que la decisi¨®n que se deduzca no sea multilateral, es decir, con cobertura legal internacional.

Obama no quiere meter a su pa¨ªs por tercera vez en una guerra en esta zona explosiva tras las p¨¦simas experiencias de Irak y Afganist¨¢n. La aventura de la guerra requiere un intenso apetito que EE UU ha perdido del todo despu¨¦s de sacrificar tantas vidas y dinero en dos guerras de resultados discutibles. De ah¨ª que prefiera dejar su compromiso en el suministro de armas a la oposici¨®n m¨¢s prooccidental contra el r¨¦gimen sirio. Como Bush, pero al rev¨¦s.