Sime¨®n II, el monarca republicano
Fue rey de Bulgaria a los seis a?os. Le echaron los comunistas y se exili¨® en Espa?a Regres¨® en 2001 para convertirse en las urnas en primer ministro Hoy aguarda, entre bastidores, el desenlace de unos comicios en un momento delicado para su pa¨ªs
El rey esperaba de pie en el zagu¨¢n. El pasado 15 de abril hizo una tarde de primavera radiante, pero el vest¨ªbulo de esa imponente casa de gruesas piedras color ceniza, al final de la avenida de la Reina Victoria de Madrid, estaba en total penumbra. Una figura esbelta, de porte elegante y cr¨¢neo despejado, traje gris y corbata azul, se adivinaba justo detr¨¢s del mayordomo que abri¨® la puerta. El monarca sali¨® al paso, extendi¨® la mano para saludar e invit¨® amablemente a pasar hasta un peque?o despacho con dos sillas ubicado a la izquierda del amplio recibidor. Los rostros retratados de sus antepasados ¡ªsu padre Boris III, su abuelo Fernando I, su bisabuelo Luis Felipe I¡¡ª se cruzaban en el camino seg¨²n se dilataban las pupilas. La estancia la preside un cuadro con el severo gesto italiano de la reina Juana de Saboya, su madre. Hay una vitrina de medallones con rostros en blanco y negro de familiares cercanos y lejan¨ªsimos, fotograf¨ªas con amigos como Juan Carlos I o Hassan II sobre el escritorio¡ El rey Sime¨®n de Bulgaria no trabaja aqu¨ª.
No hay un solo documento en la mesa. Ni un papel que indique que est¨¦ o haya estado en campa?a ante las elecciones de ma?ana, 12 de mayo. Ni rastro de ese archivo del que saldr¨¢ su autobiograf¨ªa y en el que atesora las pruebas de sus 76 a?os de vida. Lo tiene todo guardado. El escrito por el que le cedi¨® al papa Juan Pablo II los derechos de la S¨¢bana Santa en 1983, que hasta entonces mantuvo a buen recaudo su familia italiana, los Saboya. Aquella nota traviesa que le pas¨® Berlusconi en una cumbre europea: ¡°?Bravo! Finalmente una lingua che non parla¡±, escribi¨® el ex primer ministro italiano cuando le vio ponerse los auriculares en la intervenci¨®n del primer ministro polaco. La carta de ¡°?cuatro folios!¡± en la que Franco ¡ªcon trato de ¡°Majestad¡±¡ª le aconsejaba que se mantuviese neutral en respuesta a sus dudas por el levantamiento h¨²ngaro de 1956 contra los rusos. O esa foto de la pancarta ¡ªcasi premonitoria¡ª que le hizo llegar el rey Juan Carlos I tras su visita a Bulgaria en 1993 que rezaba (en espa?ol): ¡°Juan Carlos, ay¨²denos a que vuelva Sime¨®n II¡±. Tampoco se ve ni uno solo de los diarios en los que met¨®dicamente ha ido anotando desde hace d¨¦cadas sus diplom¨¢ticas reuniones y encuentros ¡ªprimero como rey y luego tambi¨¦n como primer ministro¡ª con pol¨ªticos y personalidades de todo el mundo... La apasionante historia de Sime¨®n II (Sof¨ªa, 1937), el ¨²nico monarca republicano, empez¨® otra tarde, hace 67 a?os.
Habr¨¢ coalici¨®n en mi pa¨ªs, lo m¨¢s sano en una democracia joven
El tren se detuvo en la ¨²ltima estaci¨®n de Bulgaria. Pas¨® largo rato parado. Comenzaba a oscurecer y los viajeros se inquietaban. El maquinista se neg¨® a cruzar la frontera hacia Turqu¨ªa. Nunca supieron cu¨¢l fue su suerte ni si aquel conductor rebelde era del sindicato ferroviario al que perteneci¨® su padre, el rey Boris III, aficionado a las locomotoras y fallecido de una misteriosa hemorragia cardiaca justo despu¨¦s de un tenso encuentro con Hitler. Se entrevistaron en un b¨²nker del bosque de G?rlitz en 1943, y el que fuera el rey m¨¢s popular de los b¨²lgaros se resisti¨® (in¨²tilmente) a que su pa¨ªs se uniera al Eje. D¨ªas m¨¢s tarde fallec¨ªa aquejado del coraz¨®n y su hijo peque?o heredaba su trono.
¡°No ser¨¦ yo quien saque a mi rey del pa¨ªs¡±, dijo aquel maquinista heroico. Sime¨®n II, con trato de majestad desde los seis a?os, solo ten¨ªa nueve entonces y 200 d¨®lares en el bolsillo, los mismos que ¡°los comunistas¡± ¡ªdespu¨¦s de hacerles el pasillo de salida desde el palacio¡ª les dieron a su madre, a su hermana Mar¨ªa Luisa y a su t¨ªa Eudoxia, que acompa?aban al prematuro monarca en una huida por ra¨ªles hacia el que ser¨ªa un exilio de 50 a?os y el comienzo de una gran aventura a los ojos de un ni?o que llevaba dos a?os recluido en un palacio, el tiempo que tardaron los rusos en proclamar la Rep¨²blica de Bulgaria.
Los desahucios de aqu¨ª son mucho m¨¢s graves que lo que tenemos en Bulgaria
Desde ese 16 de septiembre de 1946, Sime¨®n II ha sido un rey sin reino. Un colegial en la Alejandr¨ªa del rey Faruk, donde se reunieron con sus abuelos maternos italianos, tambi¨¦n emigrados. Un refugiado en la Espa?a de Franco, que les abri¨® las puertas ¡°por su rechazo a los comunistas¡±. El cadete Rylski en la escuela militar de los Estados Unidos de Eisenhower. El conde Rylski era su padre cuando iba de inc¨®gnito, y ¨¦l us¨® ese apellido ¡°para evitar riesgos¡±, y tambi¨¦n sus hijos durante a?os. Se convirti¨® tambi¨¦n en el marido de una ¡°heredera hu¨¦rfana¡±, Margarita G¨®mez-Acebo, a la que sedujo con un Chevrolet descapotable. Y en padre de familia numerosa ¡ªcinco hijos¡ª en el Madrid de la Transici¨®n. Se hizo amigo (y admirador) del rey Juan Carlos ¡ª¡°Al d¨ªa siguiente del golpe de Tejero me dijo que ¨¦l iba a mandar a sus hijos al colegio como muestra de normalidad y me pidi¨® que llevase a los m¨ªos¡±¡ª. Tambi¨¦n fue un empresario en el mundo de las tecnolog¨ªas y las finanzas durante su etapa al frente de Thomson Espa?a. Y consejero, asesor y movilizador de los compatriotas de la di¨¢spora b¨²lgara en el destierro, porque para ¨¦l ¡ªconfirma su hijo Konstant¨ªn sin resentimiento¡ª ¡°Bulgaria siempre ha sido lo primero¡±. Incluso fue una especie de ahijado para Hassan II, ¡°era el hombre del rey en la Omnium Nord Africain (ONA)¡±, la ¨²nica corporaci¨®n internacional marroqu¨ª. Y lo ¨²ltimo y m¨¢s ins¨®lito: sin quitarse la corona, fue primer ministro de su pa¨ªs entre 2001 y 2005, lo que le convierte en el ¨²nico rey republicano de la historia: ¡°Me reclutaron, cre¨ªan en m¨ª, y me pareci¨® el momento y la forma de volver¡±.
Su proeza: haber sido expulsado de su pa¨ªs por ¡°el Gobierno rojo¡± y haber regresado medio siglo despu¨¦s para concurrir en unas elecciones democr¨¢ticas y ganarlas. Su desacierto: haber gobernado como si reinara. ¡°Antepuse el patriotismo al partidismo; por supuesto, fue mi gran error¡±, reconoce. En 800 d¨ªas ¡ªlos que ¨¦l se dio de plazo y los que tard¨® en incumplir sus propias promesas¡ª perdi¨® la confianza de su pueblo, el mismo que ma?ana afronta unos nuevos y cruciales comicios anticipados.
Los b¨²lgaros se echaron a las calles ¡ªcon inmolaciones incluidas¡ª a principios de a?o contra la subida de la luz y los bajos salarios ¡ª400 euros de media¡ª y pensiones ¡ªno llegan a 200 euros¡ª. Y el Gobierno de centro-derecha de Boiko Borisov, acorralado, dimiti¨® en bloque. El presidente, Rosen Plevneliev, tuvo que convocar elecciones.
Aclamado regreso
La vuelta a la Rep¨²blica de Bulgaria del rey Sime¨®n II en 1996? supuso el regreso de un exilio de 50 a?os. Aclamado por el pueblo, que le ve¨ªa como una bocanada de aire fresco y que cinco a?os m¨¢s tarde le convert¨ªa en primer ministro en las elecciones. Antes de que volviese, Juan Carlos I visit¨® el pa¨ªs y le llam¨® al o¨ªr que coreaban su nombre: ¡°?Qu¨¦ clase de rep¨²blica ten¨¦is montada aqu¨ª?¡±.
¡°Ahora vuelvo a ser el viejo rey medio gag¨¢¡±. Bromea porque sabe que no es cierto, aunque dimitiera en 2009 de sus responsabilidades en su partido liberal, el Movimiento Nacional. Ahora es cuando siente ¡°las manos libres¡± y puede hacer las cosas a su manera, como cuando en la segunda legislatura pact¨® con los socialistas y el partido de la minor¨ªa turca.
Por eso sigue invitando ¡ª¡°de uno en uno¡±¡ª a unos y a otros a su palacio de Vrana, a las afueras de Sof¨ªa, ¡°donde se ventilan mejor las cosas y no a trav¨¦s de los medios¡±. El rey va zurciendo, palabra por palabra, desde su trono emocional, los descosidos de la pol¨ªtica b¨²lgara. Como un habilidoso sastre. Para que el traje quede, como m¨ªnimo, presentable: ¡°Quiero poder hablar bien de mi pa¨ªs¡±. Y lanza su vaticinio electoral: ¡°Habr¨¢ coalici¨®n, lo m¨¢s sano en una democracia joven¡±. Si por ¨¦l fuera ¡°votar¨ªa con las dos manos¡±. Lo har¨¢ con una.
Espa?a ha ca¨ªdo desde mucho m¨¢s alto que nosotros
Habla un espa?ol con acento de todas y de ninguna parte. Y aunque se ha escrito alguna vez sobre sus arrebatos de ira (El rey posible, de Ram¨®n P¨¦rez-Maura), Sime¨®n II se muestra relajado sin dejar una sola palabra al azar. Cruza las piernas y enfatiza su discurso con las manos. Rememora su vida hasta que se le transparentan los ojos. Solo estar¨¢ unos d¨ªas en Madrid, donde viven sus hijos, a excepci¨®n de la menor, Kalina, que curiosamente se cas¨® en Bulgaria, donde despu¨¦s naci¨® su hijo y ahora persigue la nacionalidad.
Pero desde hace ya tiempo lo habitual es que el rey vea pasar los trenes desde su palacio de Vrana. Mira con perspectiva casi planetaria y relativismo hist¨®rico los vagones de miseria ¡ª¡°Cada uno tiene a alguien en el campo que le puede dar algo de comer¡±¡ª, de corrupci¨®n ¡ª¡°No conozco ning¨²n pa¨ªs que no la padezca¡ª, de inmolaciones ¡ª¡°Son seis hechos aislados y, quiz¨¢, sucesivos por cierto efecto contagio¡±¡ª, de subidas de impuestos ¡ª¡°Tenemos que cumplir las exigencias de Bruselas¡±¡ª. Pero tambi¨¦n ve vagones de atractivos destinos tur¨ªsticos ¡ª¡°El a?o pasado tuvimos ?seis millones de turistas!, casi como toda nuestra poblaci¨®n¡±¡ª y de inversi¨®n extranjera ¡ª¡°Las empresas vienen; crec¨ªamos al 5,5% hasta que lleg¨® la crisis y tenemos un excelente mercado con Oriente Pr¨®ximo¡±¡ª. Y, aunque las comparaciones son odiosas: ¡°Los desahucios de aqu¨ª son mucho m¨¢s graves que lo que tenemos en Bulgaria, con todo el cari?o y el respeto. Espa?a ha ca¨ªdo desde mucho m¨¢s alto que nosotros¡±.
Todos sabemos que la soluci¨®n pasa por que Europa sea algo
No volver¨¢ a dar puntada sin hilo: ¡°Aquello de los 800 d¨ªas fue uno de mis grand¨ªsimos pecados, my big mouth, por qu¨¦ lo dije, todav¨ªa me lo pregunto¡¡±. Este rey puede aceptar perder a la corta, pero a la larga¡ ¡°Mir¨¢ndolo ahora, no tard¨¦ 800, tard¨¦ 1.000 d¨ªas en cumplir mis promesas¡±, remata el punto. Y por ¨²ltimo, le pone dos broches a su traje: ¡°Logramos entrar en la Uni¨®n Europea [2005] y en la OTAN [2004]¡±. Sime¨®n II es un europe¨ªsta convencido, ¡°intelectualmente, espiritualmente, culturalmente¡±. Interpreta como meras escenograf¨ªas electoralistas los movimientos de algunos mandatarios, como el posible refer¨¦ndum planteado por el primer ministro brit¨¢nico David Cameron, y la ola antieurope¨ªsta que recorre el continente, para concluir: ¡°Todos sabemos que la soluci¨®n pasa por que Europa sea algo, estados unidos, federaci¨®n o confederaci¨®n...¡±.
El tren b¨²lgaro, con m¨¢s de siete millones de pasajeros, cruza las fronteras europeas con carn¨¦ propio, aunque sea el m¨¢s pobre de la Uni¨®n y vaya cargadito. Y como aquella tenebrosa tarde en la frontera, busca un nuevo maquinista. Esta vez no est¨¢ el rey entre el pasaje, y aunque son muchos los que se paran a hacerle una visita en su estaci¨®n de Vrana, no piensa volver a subirse. Pr¨®xima parada, ma?ana, en las urnas.
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