La crisis del bipartidismo
El r¨¦gimen pol¨ªtico actual se est¨¢ desplazando hacia el autoritarismo posdemocr¨¢tico
Las encuestas confirman el desplome de los dos grandes partidos. Pero PP y PSOE no se dan por enterados: coinciden en que el bipartidismo no est¨¢ en peligro y que cuando la crisis amaine todo volver¨¢ a su sitio. La fe marianista en que los problemas se resuelven solos parece tener adeptos en la competencia. Los partidos son estructuras muy conservadoras con elevado nivel de resistencia a la idea de reformarse. Romper su opacidad, abrirse a la sociedad, hacerse m¨¢s permeables a la ciudadan¨ªa les genera p¨¢nico. Y, sin embargo, si hay algo que genere consenso en la opini¨®n p¨²blica es que los partidos no est¨¢n cumpliendo su funci¨®n y necesitan una renovaci¨®n en profundidad.
?Qu¨¦ se reprocha a los partidos? La apropiaci¨®n de la pol¨ªtica para alejarla del inter¨¦s general y ponerla en manos de intereses espurios. En el centro de la pol¨ªtica est¨¢ la cuesti¨®n del poder. En democracia, los partidos pol¨ªticos son los instrumentos para dirimir de modo incruento qui¨¦n se hace con el enorme poder que es el control y la gesti¨®n del Estado. El poder tiene una dualidad intr¨ªnseca. Su dimensi¨®n positiva es la capacidad de hacer cosas. Es un factor constructivo en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. La dimensi¨®n negativa: el poder estimula la voluntad de poder, que siempre tiende al abuso. Por eso, la democracia es un sofisticado invento que, al tiempo que asigna el poder del Estado, por medio del sufragio universal, contiene mecanismos para evitar los abusos. Por ejemplo, la divisi¨®n de poderes. En la pr¨¢ctica, el sistema democr¨¢tico, especialmente en modelos constitucionales como el espa?ol, tiende a escorarse a favor del Ejecutivo, que dispone de amplios resortes para imponerse a los dem¨¢s. El r¨¦gimen pol¨ªtico actual, surgido de la preocupaci¨®n por la estabilidad que presidi¨® la Transici¨®n, se est¨¢ desplazando hacia el autoritarismo posdemocr¨¢tico, por la voluntad del Ejecutivo de controlarlo todo. Y los partidos han transmitido una idea de la pol¨ªtica como coto privado, cerrado y excluyente.
Con la crisis, gracias a los movimientos sociales, el inter¨¦s por la pol¨ªtica ha vuelto a despertar tras muchos a?os de indiferencia. Sin embargo, desde el Gobierno se se?ala a aquellos que act¨²an pol¨ªticamente por otras v¨ªas como antipol¨ªticos. Lamentable y restrictiva idea de algo que nos concierne a todos: la pol¨ªtica. Y que los partidos quieren para ellos solos. Sin embargo, la causa principal de la ca¨ªda de los dos grandes partidos en los sondeos es otra: los gobernantes est¨¢n para gobernar, y la ciudadan¨ªa tiene la sensaci¨®n, especialmente desde que empez¨® la crisis, de que el PSOE cuando gobernaba y el PP ahora no gobiernan.
?Qu¨¦ quiere decir gobernar en democracia? Dirigir al Estado conforme a un proyecto mayoritario, imponiendo los intereses generales de la ciudadan¨ªa a los de unos pocos. Para ello se necesita autoridad y proyecto pol¨ªtico: unas ideas y unos objetivos susceptibles de ser compartidos por la gente. Naturalmente, los Gobiernos deben plantear soluciones realmente posibles. Nada degrada tanto la reputaci¨®n de un partido como incumplir las promesas electorales con las que se ha ganado unas elecciones (como vemos con la galopante p¨¦rdida de legitimidad de ejercicio que est¨¢ sufriendo el PP) o dar un giro pol¨ªtico sin las explicaciones necesarias y por manifiesta presi¨®n exterior (como hizo el PSOE en 2010 y todav¨ªa est¨¢ pagando). Desgasta mucho a los partidos la sensaci¨®n de que no est¨¢n de parte de la ciudadan¨ªa porque son impotentes frente a los poderes contramayoritarios. Y los ciudadanos sin pol¨ªtica est¨¢n completamente indefensos. Esta percepci¨®n llega por la incapacidad de tomar decisiones en lo realmente prioritario; y por la nula empat¨ªa de una comunicaci¨®n que se empe?a en aplicar a la pol¨ªtica las t¨¦cnicas del marketing comercial.
Gobernar significa imponer a los bancos que el cr¨¦dito vuelva a regar el sistema econ¨®mico y que se acaben los desahucios que solo llevan marginalidad y alarma social. Gobernar significa defender la ense?anza y la sanidad de la codicia privatizadora y no entregarse a ella. Gobernar significa actuar contra el paro, no desvalorizar el empleo. Cuando la ciudadan¨ªa percibe que quien gobierna carece de poder y autoridad para gobernar porque mandan otros, coloca a la pol¨ªtica y a los partidos en el ¨²ltimo lugar de la escala del respeto. Y esto no lo arregla un repunte de la econom¨ªa. La cultura del bipartidismo es en s¨ª misma conservadora: prima la estabilidad sobre la representaci¨®n. Puede que el primer paso para la regeneraci¨®n pol¨ªtica sea acabar con el mito del bipartidismo. Si los dos grandes no se reforman, tendr¨¢n que reformarlos los ciudadanos.
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