La pesadilla pelirroja de Berlusconi
La fiscal Ilda Boccassini no ha descansado hasta desentra?ar el "sistema de prostituci¨®n" que mont¨® 'Il Cavaliere' Ahora ¨¦l descarga su furia medi¨¢tica y populista contra una mujer que conoce los riesgos de incomodar al poder en Italia
Hay dos escenas que reflejan el car¨¢cter y la vida de la fiscal italiana Ilda Boccassini. La primera es de 1992. La Cosa Nostra asesina al juez antimafia Giovanni Falcone; a su esposa, la tambi¨¦n magistrada Francesca Morvillo, y a tres de sus guardaespaldas haciendo estallar m¨¢s de 500 kilos de explosivos bajo la carretera entre el aeropuerto y la ciudad de Palermo. Boccassini, que desde hace a?os investiga la infiltraci¨®n de la Mafia en Mil¨¢n ¡ªla llamada Duomo Connection¡ª, pide el traslado a Sicilia para buscar a los asesinos de su amigo. Solo unos meses despu¨¦s participa en la detenci¨®n de los culpables, desde Salvatore Tot¨° Riina, el ¨²ltimo jefe de jefes, hasta Giovanni Brusca, el sicario que apret¨® el detonador. La segunda escena es m¨¢s reciente. Y ya no habla de la determinaci¨®n y la valent¨ªa de la fiscal del pelo rojo en su lucha contra la Mafia o en el hist¨®rico proceso Manos Limpias, sino del precio por tener bajo la mira al todopoderoso Silvio Berlusconi.
Una noche, de las pocas que Ilda Boccassini logra zafarse de sus escoltas, la fiscal se sube a un taxi en Mil¨¢n e indica una direcci¨®n. ¡°?Sabe d¨®nde es?¡±, pregunta al ch¨®fer para cerciorarse. El hombre, tal vez porque no la reconoce en la oscuridad o tal vez porque s¨ª, le contesta sin girarse: ¡°S¨ª, aquella plaza donde vive la maldita jueza comunista de los pelos rojos¡±.
Ilda Boccassini lleva 33 de sus 63 a?os luchando contra el crimen. Al principio en los tribunales de Brescia y enseguida en Mil¨¢n, salvo aquel periodo de apenas dos a?os que pas¨® en Sicilia ¡ªlejos de sus dos hijos, durmiendo de comisar¨ªa en comisar¨ªa para conjurar el peligro de un atentado de la Cosa Nostra¡ª mientras investigaba el asesinato del juez Falcone. Pero todo eso queda muy lejos. Se podr¨ªa a?adir que intencionadamente lejos. Ahora, la fiscal Boccassini es Ilda la Roja, la pesadilla de Berlusconi, su azote, la mujer que se ha convertido en el s¨ªmbolo de una magistratura que desde hace dos d¨¦cadas busca ¡ªcon escaso ¨¦xito hasta ahora¡ª frenar los abusos del tres veces primer ministro de Italia; el pol¨ªtico y magnate que, unas veces retorciendo la ley a su favor, otras engrasando a testigos y algunas m¨¢s aprovechando la campana de la prescripci¨®n, ha logrado mantenerse en libertad y al frente ¡ªsiempre al frente¡ª de la pol¨ªtica italiana. Silvio Berlusconi, de 76 a?os, ha enfrentado en los ¨²ltimos 19 a?os 34 procesos (33 en Italia y 1 en Espa?a), de los que 19 (el 57%) han sido abiertos en Mil¨¢n. De ah¨ª el odio sin disimulo de Il Cavaliere contra Boccassini y sus colegas. El due?o del Pueblo de la Libertad (PDL) ha salido muy bien parado. Solo ha cosechado dos condenas ¡ªun a?o de c¨¢rcel por publicar escuchas ilegales en el caso Unipol y cuatro a?os por fraude fiscal en el caso Mediaset¡ª y ambas est¨¢n recurridas. Pero ese envidiable curr¨ªculo ¡ªdel que presumen sus medios de comunicaci¨®n¡ª est¨¢ a punto de irse al traste. La culpa es de una fiscal nacida en N¨¢poles, valiente y tozuda, llamada Ilda Boccassini.
El pasado lunes, durante cinco horas, la fiscal explic¨® por qu¨¦ pide seis a?os de c¨¢rcel y la inhabilitaci¨®n perpetua para Berlusconi por el llamado caso Ruby. No hay italiano que no sepa con pelos y se?ales de qu¨¦ va el asunto, pero Boccassini ¡ªcuyas palabras fueron retransmitidas en directo¡ª volvi¨® a desbrozarlo como si se lo explicara a un extraterrestre. O al propio Berlusconi, que se ha construido tal versi¨®n paralela que, de ser cierta, no merecer¨ªa una condena por abuso de poder e inducci¨®n a la prostituci¨®n de menores, sino una fecha en el santoral. La versi¨®n de la fiscal, contenida en un sumario de m¨¢s de 700 p¨¢ginas, comienza la noche del 27 al 28 de mayo de 2010. La polic¨ªa de Mil¨¢n detiene a una menor llamada Karima el Mahroug, apodada Ruby Robacorazones, acusada de robar a su compa?era de piso. Hasta ah¨ª, todo normal. Lo curioso ¡ªy lo grave¡ª del asunto es que, un poco antes de la medianoche, el jefe de gabinete de la comisar¨ªa de Mil¨¢n, Pietro Ostuni, se despierta con una llamada desde Par¨ªs del jefe de la escolta del entonces primer ministro Silvio Berlusconi. Del sue?o pasa a la alucinaci¨®n. ¡°Doctor¡±, le dice el guardaespaldas, ¡°le paso al presidente del Gobierno, porque hay un problema¡±. Y a continuaci¨®n se escucha la voz de Berlusconi. No de un imitador, que los tiene y muy buenos, sino del mism¨ªsimo jefe del Gobierno, que le pide encarecidamente que ponga en libertad a la muchacha porque ¡°es la sobrina¡± del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak. La historia da para un culebr¨®n de los buenos, y contiene datos y personajes como para dejarse llevar con gusto por los callejones del melodrama, pero valgan dos o tres reflexiones de la fiscal Boccassini para fijar la gravedad del asunto.
En primer lugar ¡ªlas comillas son de la fiscal¡ª, Berlusconi ¡°abus¨® de su condici¨®n de primer ministro¡± y ¡°activ¨® un aparato militar¡± para que la joven, que no era egipcia, sino marroqu¨ª, ¡°lograse escapar de la esfera policial¡± con la intenci¨®n de que ¡°no revelase lo que ocurr¨ªa en las fiestas de la mansi¨®n de Arcore¡±, a las afueras de Mil¨¢n. La muchacha, que a¨²n no ten¨ªa 18 a?os, fue puesta en libertad, pero el esc¨¢ndalo no tard¨® en hacerse p¨²blico, y de ese hilo fue tirando pacientemente Boccassini para, a trav¨¦s de un sinf¨ªn de escuchas telef¨®nicas, sacar a la luz hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle. La conclusi¨®n es que en 2010 Berlusconi ten¨ªa montado en Arcore ¡°un sistema de prostituci¨®n organizado para su complacencia y satisfacci¨®n sexual¡±.
Ruby no era m¨¢s que un eslab¨®n de ese engranaje, pero un eslab¨®n importante. Sobre todo porque desde febrero a mayo de 2010 frecuent¨® a Berlusconi y se qued¨® a dormir en su mansi¨®n al menos seis veces. A la fiscal no le queda ¡°ninguna duda¡± de que el entonces jefe del Gobierno sab¨ªa perfectamente que era menor de edad y que se dedicaba a la prostituci¨®n. De ah¨ª que intentara por todos los medios ¡ªun jefe de Gobierno llamando personalmente a un comisario en medio de la noche desde el extranjero¡ª que no quedara constancia de la detenci¨®n de Ruby. Pero qued¨®. Y no conforme con ello, consciente del poder de Berlusconi de maquillar la verdad como si fuera su propio rostro, decidi¨® seguir tirando del hilo hasta lograr una fotograf¨ªa muy precisa del entorno de Ruby, d¨®nde viv¨ªa, qui¨¦nes eran sus amigas, c¨®mo conoci¨® a Berlusconi, qui¨¦n m¨¢s participaba en aquellas fiestas del bunga bunga ¡ªsolo cenas elegantes, seg¨²n Berlusconi¡ª. Y el resultado ¡ªentregado al juez por la fiscal y por su compa?ero Antonio Sangermano¡ª es que Ruby habr¨ªa ingresado desde 2010 hasta ahora casi 4,5 millones de euros por sus servicios y por su silencio. Y que por el silencio de las j¨®venes que participaban en sus fiestas ¡ªa 35 de las cuales reconoce seguir manteniendo en uno de sus imperios inmobiliarios¡ª y de todos aquellos que podr¨ªan haber contado m¨¢s de la cuenta, Berlusconi ha pagado hasta el momento 30 millones de euros. ¡°Es el precio del silencio¡±, seg¨²n la fiscal, quien en una memoria de 720 p¨¢ginas asegura que ¡°Berlusconi remunera a gran parte de los testigos, sobre todo a las muchachas¡±. El informe no tiene desperdicio: Alessandra Sorcinelli ha recibido 115.000 euros y una pensi¨®n que todav¨ªa cobra de 2.500 euros al mes; las gemelas Imma y Eleonora de Vivo, joyas, tel¨¦fonos, una pensi¨®n de 3.000 euros y otros 72.000 en regalos; Marysthell Polanco, una de las favoritas del jefe, aquella que gustaba travestirse de Obama y Ronaldinho, ha recibido multitud de regalos y a¨²n recibe la pensi¨®n de 2.500¡ La lista es interminable, pero todas tienen algo en com¨²n. Son j¨®venes, guapas y siguen llamando papi a Berlusconi.
Berlusconi, dice la fiscal, "abus¨® de su condici¨®n" y "activ¨® un aparato militar" para que Ruby escapara
Solo un rato despu¨¦s de que, el pasado lunes, la fiscal Boccassini terminara su larga exposici¨®n de las danzas y andanzas del jefe de la pol¨ªtica italiana, Berlusconi clam¨® en los medios. Dijo: ¡°Solo son mentiras y odio, ?pobre Italia!¡±. La noche anterior, en horario de m¨¢xima audiencia, su primera cadena de televisi¨®n, Canale 5, emiti¨® un programa especial sobre su versi¨®n de los hechos y la ¡°persecuci¨®n¡± que sufre. Se titulaba: La guerra de los 20 a?os. Ruby, ¨²ltimo acto. Bajo el formato de gran reportaje de investigaci¨®n, los periodistas entrevistaban al jefe, ense?aban la casa del jefe ¡ªtambi¨¦n las estancias donde se celebraba el bunga bunga¡ª, a los camareros del jefe y a las j¨®venes amigas del jefe, incluida una compungida Ruby que ayer volvi¨® a asegurar, esta vez ante los jueces, que jam¨¢s se acost¨® con ¨¦l. Pero reconoci¨® que en las fiestas algunas de sus compa?eras se quedaron en ropa interior, otras se disfrazaban de ¡°monjas sexis¡± y alguna m¨¢s de fiscal Boccassini, con peluca roja y toga negra. La versi¨®n de Berlusconi es que se apiad¨® de Ruby despu¨¦s de que le contara que hab¨ªa huido de su casa porque su padre le hab¨ªa rociado la cabeza con aceite hirviendo para evitar que se convirtiera al cristianismo. El programa tuvo una audiencia rid¨ªcula, el 5,8%, apenas un mill¨®n y medio de espectadores. Tal vez porque los italianos ya se sepan la historia. O tal vez porque a muchos les d¨¦ igual.
Berlusconi, pese a todos los pesares, sigue logrando millones de votos elecci¨®n tras elecci¨®n. Ser¨ªa feliz si no se hubiese topado en su camino con jueces y fiscales como Boccassini. Por eso ordena a sus medios que la acosen mientras pasea por Mil¨¢n, que ridiculicen su cabellera roja o que indaguen en su pasado hasta encontrar, triste triunfo, que all¨¢ por los ochenta se dio el lote en su despacho con un periodista de izquierdas. Al final, el hombre que ha comprado los cuerpos y el silencio de tantas mujeres est¨¢ a punto de ser condenado por el trabajo infatigable de Ilda la Roja, aquella mujer que en 1992 se fue a Sicilia a vengar, con la ley en la mano, la muerte de su amigo Giovanni Falcone, cuyo retrato gigante sigue d¨¢ndole dignidad y memoria a la fachada del tribunal de Mil¨¢n.
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