La amistad y los negocios
La sinton¨ªa pol¨ªtica con China no basta; Espa?a necesita otra estrategia econ¨®mica
En Espa?a es habitual hacer alarde de una relaci¨®n con China caracterizada por la buena sinton¨ªa institucional. Nada que objetar. Es una constante que se mantiene a lo largo del tiempo y que no padece a consecuencia de la alternancia pol¨ªtica, lo cual es un dato ciertamente sobresaliente teniendo en cuenta los frecuentes desaguisados en este terreno y que afectan a cada vez m¨¢s segmentos de lo que ser¨ªa recomendable considerar ¡°pol¨ªtica de Estado¡±. Este hecho es igualmente valorado por China, cuyas autoridades no han ocultado su simpat¨ªa por Espa?a.
Acostumbra a se?alarse igualmente que en el fomento de la relaci¨®n empresarial con China lo primero es hacer amigos y que solo despu¨¦s se podr¨¢n hacer negocios. Se dir¨ªa que tenemos lo primero, pero ?tenemos lo segundo? Un somero repaso a las relaciones comerciales nos indica que, pese a algunos avances, seguimos lejos de una relaci¨®n satisfactoria. Espa?a capta un promedio del 2% del total de las inversiones chinas en Europa y el d¨¦ficit comercial sigue instalado en niveles insoportables, en torno a los 14.000 millones de euros. Si hablamos de captaci¨®n de turistas o de estudiantes, las cifras son igualmente bajas con relaci¨®n a nuestros vecinos europeos.
?Qu¨¦ falla? Si le preguntamos a los chinos conocedores de las relaciones bilaterales, la respuesta es bastante clara. En primer lugar, influye negativamente la diferencia de mentalidad. Es una variable archiconocida, pero la queja sigue prevaleciendo sobre el esfuerzo de adaptaci¨®n. La recriminaci¨®n de que los chinos no respetan los usos y costumbres internacionales, aseveraci¨®n m¨¢s o menos cierta, puede ser de recibo, pero dif¨ªcilmente nos llevar¨¢ por s¨ª sola a buen puerto. En segundo lugar, las acciones que promovemos no acostumbran a prepararse a conciencia y en muchos casos, especialmente en los impulsos institucionales ya p¨²blicos ya privados, es usual encontrar un protocolo de alta exigencia descuidando la descripci¨®n de detalles que podr¨ªan mejorar la elevaci¨®n de los contenidos. En tercer lugar, no somos provocativos. Es una cuesti¨®n de estrategia, que debe basarse en tomar buena nota de la coyuntura y de las expectativas para aprovecharlas construyendo una relaci¨®n basada en el empuje y el atrevimiento. El buenismo no es ni suficiente ni admirable y puede ser hasta contraproducente. Adem¨¢s, conviene afinar los o¨ªdos y acoger con mayor atenci¨®n y cintura los consejos que nos llegan, no siempre cargados de segundas intenciones.
Hacer depender casi todo de la apuesta por las grandes empresas en lugar de crear una potente red de pymes, organizadas y con capacidad para anticipar situaciones, cazando en manada por utilizar un s¨ªmil cineg¨¦tico, es crucial, pero exige cambios en la cultura empresarial; requiere saber perder, ganar en perspectiva, mucha constancia y menos dispersi¨®n de la habitual.
Hay que fijarse en las estrategias de Pek¨ªn para desarrollar seis zonas centrales del pa¨ªs
Y llegamos a la cuesti¨®n central: el conocimiento. Para avanzar en la construcci¨®n de una relaci¨®n rica en contenido con China necesitamos desarrollar no solo un pensamiento estrat¨¦gico (hoy muy d¨¦bil o pr¨¢cticamente inexistente, aunque algunos califiquen esta aseveraci¨®n de autoflagelaci¨®n) sino una programaci¨®n t¨¢ctica basada en un conocimiento detallado de las pol¨ªticas, acciones, caracter¨ªsticas, etc¨¦tera, del entorno y los actores con quienes interactuamos, a menudo con peculiaridades que escapan a nuestros reflejos simplemente por ignorancia. Hay que arremangarse y tener claro qu¨¦ se quiere.
La p¨¦rdida de peso internacional de la UE ¡ªy la de Espa?a en el entorno comunitario¡ª est¨¢ operando en China cambios de enfoque sustanciales en su aproximaci¨®n hacia quien otrora (2003) fuera motivo de su primera estrategia diplom¨¢tica internacional. Cabe se?alar que su reacci¨®n es no solo diligente, sino anticipativa. China tiene claro que hoy d¨ªa la forma primordial de ganar influencia en la pol¨ªtica europea consiste en reforzar la interdependencia con Alemania. Y lo est¨¢ haciendo a marchas forzadas.
Por el contrario, es llamativa nuestra lentitud para tomar nota de los cambios y acomodar nuestras reacciones. Un ejemplo es el nuevo clima experimentado en las relaciones a trav¨¦s del estrecho de Taiw¨¢n. Mientras los pa¨ªses de nuestro entorno operan ajustes de inmediato, Espa?a se recrea en una incomprensible inacci¨®n a sabiendas de que nadie, ni China, pondr¨ªan en cuesti¨®n nuestro actuar. Nos distanciamos a la baja de otros socios comunitarios que cuentan con una diplomacia bien informada y reactiva. Otro tanto podr¨ªamos decir de la falta de consideraci¨®n atenta de estrategias como la impulsada por el Gobierno chino para desarrollar las regiones centrales del pa¨ªs, una alianza de seis provincias donde se pueden encontrar las mejores oportunidades. A este paso, tambi¨¦n aqu¨ª llegaremos tarde, como ocurri¨® con las zonas costeras.
Espa?a tiene el tiempo acotado. A medida que ganen proyecci¨®n otros actores mejor posicionados de nuestro entorno, la buena sinton¨ªa pol¨ªtica de la que presumimos, sin impregnaci¨®n efectiva en los ¨®rdenes pr¨¢cticos, ir¨¢ perdiendo valor para convertir nuestro entendimiento en una relaci¨®n a cada paso m¨¢s hueca. Es imperativo mejorar nuestro conocimiento pues solo as¨ª podremos estar en condiciones de enriquecer con contenido y matices una relaci¨®n, por otra parte, tan prometedora como comprometida en otros aspectos.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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