Palabras con prejuicios
El discurso de los espacios de cotilleo transmite ideas rancias sobre los modelos de vida
Lo malo de los espacios de cotilleo son los cotilleos, desde luego: esa forma de entrar en las vidas ajenas sin permiso. Y lo peor, que a su lado viaja otro mal, m¨¢s inadvertido: los prejuicios y pensamientos rancios asociados con las palabras del discurso general que se farfulla en tales programas.
Las oraciones adversativas y las concesivas muestran a veces nuestro subconsciente: Alguna vez habremos o¨ªdo: ¡°Es un restaurante marroqu¨ª, pero muy bueno¡±, o algo similar. Y ah¨ª la conjunci¨®n ¡°pero¡± delata el pensamiento estropeado.
Incluso la televisi¨®n p¨²blica se contagia de estos usos. El 2 de enero, a las 14.51, poco antes del Telediario, se pudo o¨ªr esta afirmaci¨®n sobre la famosa Isabel Preysler y el exministro Miguel Boyer: ¡°Cierto que no se casaron por la Iglesia, pero han cumplido a rajatabla esa m¨¢xima de permanecer unidos en lo bueno y en lo malo¡±. De lo cual se deduce que casarse por la Iglesia y escuchar sus f¨®rmulas rituales hace que los matrimonios se apoyen m¨¢s a lo largo de su vida ¨²til, a diferencia de lo que ocurrir¨ªa con un matrimonio de los que salen del juzgado, que resultan de peor calidad. Se ve que estos ya vienen defectuosos de f¨¢brica.
Otro prejuicio emboscado en la fraseolog¨ªa de esos programas consiste en entender la vida en pareja formal como la aut¨¦ntica situaci¨®n natural de los seres humanos, la ¨²nica aspiraci¨®n posible; hasta el punto de que solamente en esa condici¨®n se puede disfrutar de la existencia. La alegr¨ªa y la felicidad se identifican con tener una compa?¨ªa sentimental. Lo contrario significa sufrir una vida desdichada, destrozada tal vez; y en ese caso todo ser humano deber¨ªa intentar rehacerla.
El pasado 11 de noviembre, a las 14.50, proclamaban desde TVE refiri¨¦ndose a la exesposa de un pol¨ªtico espa?ol reci¨¦n divorciada: ¡°Un atractivo mexicano de 47 a?os le ha devuelto la sonrisa¡±. Aquella mujer perdi¨® la sonrisa con el divorcio (no durante el matrimonio, parece ser); y s¨®lo una nueva relaci¨®n se la devuelve. Y entre medias, nada: la tristeza.
La felicidad se identifica con tener una compa?¨ªa sentimental. Lo contrario significa sufrir una
vida desdichada
El 16 de diciembre nos cuentan que el cantante David Bisbal y su expareja ¡°rehacen sus vidas¡±. Y el exmarido de Paulina Rubio tambi¨¦n ¡°ha rehecho su vida¡± con una modelo venezolana (14.35 horas, 5 de mayo, en TVE). Se va entendiendo una vez tras otra ¡ªy habr¨¢ ejemplos semejantes en la prensa y la radio, por supuesto¡ª que el periodo entre una pareja y la siguiente s¨®lo puede identificarse con una mala etapa, en la que se pierde hasta la sonrisa.
Sin embargo, mucha gente habr¨¢ experimentado que se puede vivir con plenitud ese tr¨¢nsito, resulte corto o largo; y hasta hay quien decide quedarse en ¨¦l tan ricamente.
He ah¨ª por tanto el prejuicio de las frases que comentamos, seg¨²n las cuales todos parecemos ser mitades en busca de la media naranja que nos complete.
Seguramente conocemos m¨¢s adultos casados que solteros, cierto. Sin embargo, siempre queda un margen para las posiciones alternativas. Porque muchos creen que la felicidad individual tambi¨¦n se puede encontrar transitando por caminos distintos, bien por lo regular o bien por lo pirata, qui¨¦n sabe si con puntos de llegada insospechados; y que no son desde?ables los que cada cual elige recorrer en solitario o mediante compa?¨ªas ocasionales para algunos de sus tramos, no necesariamente con relaciones amorosas o sexuales sino tambi¨¦n de amistad o apoyo mutuo; relaciones sinceras, con roce o sin ¨¦l.
La vida ¡ªla profesional, la sentimental, la l¨²dica... todas las vidas que tenemos y reunimos en una¡ª supone una sucesi¨®n de etapas, y cada uno las administra como mejor le parece; y ninguna excluye la felicidad relativa que buscamos todos.
Sabemos a estas alturas que tras una situaci¨®n de desencuentro matrimonial o de pareja esa vida no se recompone siempre por el procedimiento de encontrar un r¨¢pido reemplazo. Y habr¨¢ quien pueda rehacerse de otras muchas maneras (tal vez centr¨¢ndose en su trabajo, en sus estudios, en aprender ingl¨¦s de una vez, o en el resto de su familia, incluso con alguna relaci¨®n extraparlamentaria), y muchos viven felices exprimi¨¦ndose como naranja partida y suelta, tanto en la versi¨®n pasajera como en la perenne.
Pero en tales programas se supone que cuando una pareja se deshace s¨®lo puede acarrearse un recuerdo desgraciado, una r¨¦mora vergonzosa. As¨ª, o¨ªmos en el citado espacio televisivo que Paul Newman ¡°cargaba a sus espaldas con un matrimonio fracasado¡± cuando se cas¨® por segunda vez.
Bueno, lo normal si alguien se casa por segunda vez es que en la primera algo haya salido mal, por lo que no hac¨ªa falta cargar la mano con tal expresi¨®n, que se vuelve as¨ª relevante para transmitir el prejuicio.
Los presupuestos mentales que se hallan tras esas frases se basan en un modelo ideal y ¨²nico, y deseable universalmente. Y transmiten toda una carga de pensamiento de la que quiz¨¢s no son conscientes sus redactores ni gran parte del p¨²blico receptor.
As¨ª que en algunas ocasiones los periodistas transferimos nuestros prejuicios junto con la informaci¨®n que difundimos. Y por tanto, convendr¨ªa que de vez en cuando rehici¨¦semos, nosotros s¨ª, los textos que publicamos.
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