Salir del pantano
La independencia catalana es el ¨²nico proyecto nacional m¨¢s all¨¢ del fango de la austeridad
Estamos inmersos en una crisis social de gran envergadura, que sit¨²a la cuesti¨®n de la desigualdad en primer plano, fruto de la ruptura unilateral por parte del poder econ¨®mico de los pactos que hab¨ªan alumbrado el modelo europeo de Estado de bienestar, y, sin embargo, en la pol¨ªtica espa?ola, el factor de divisi¨®n y fractura es la cuesti¨®n territorial.
La primera rebeli¨®n de los barones del PP contra Rajoy ha sido por el reparto del d¨¦ficit entre las distintas comunidades. En un partido presidencialista y disciplinado (que lleg¨® a votar por unanimidad la participaci¨®n en la guerra de Irak), el presidente no ha conseguido la unidad de criterio sobre el reparto del dinero. En el seno del partido socialista, la cuesti¨®n territorial es tambi¨¦n la que separa y ha provocado importantes tensiones con un partido con larga tradici¨®n de docilidad con la direcci¨®n federal como es el PSC. En fin, la cuesti¨®n territorial enfrenta al PP y CiU, dos partidos que la llegada de los neoliberales al poder en Converg¨¨ncia hab¨ªa convertido en hermanos en cuanto a las pol¨ªticas econ¨®micas se refiere. La sociedad se desangra, el territorio se resquebraja. Y en la escena pol¨ªtica, las discrepancias tienen m¨¢s que ver con el reparto geogr¨¢fico del poder que con los problemas sociales que est¨¢n provocando una fractura entre instalados y precarios. Hasta el punto de que la contestaci¨®n a las pol¨ªticas econ¨®micas y sociales ha venido fundamentalmente de la calle, con la irrupci¨®n de los movimientos sociales.
Estamos en fase de plena agudizaci¨®n de la crisis social, con el paro totalmente descontrolado y con el mercado laboral regulado brutalmente a la baja y los trabajadores peleando por salarios de miseria. Hemos llegado a una situaci¨®n en la que tener trabajo ya no garantiza las condiciones m¨ªnimas para una vida digna. Con lo cual se desmorona uno de los mitos que daban estabilidad a la sociedad: el trabajo redime. Trabajar ya no garantiza la autonom¨ªa personal b¨¢sica.
La OCDE pinta un panorama desolador para Espa?a en los pr¨®ximos dos a?os y dice que la prioridad del Gobierno deber¨ªa ser el crecimiento. ?Qu¨¦ hace el Gobierno para ello? ?Est¨¢ forzando a los bancos a dar cr¨¦ditos a intereses razonables, no al 10% con el dinero que coge del Banco Central Europeo al 0,5%? No. ?Est¨¢ habilitando otras v¨ªas de cr¨¦dito? Tampoco. ?Y qu¨¦ alternativa propone la izquierda pol¨ªtica? Una apelaci¨®n al consenso. Los consensos, en Europa como en Espa?a, no pueden ser una f¨®rmula para socializar la impotencia de unos y otros.
Dec¨ªa John Stuart Mill, que no era precisamente un marxista, que ¡°siempre que hay una clase dominante, una parte considerable de la moralidad del pa¨ªs emana de sus intereses de clase o de sus sentimientos de superioridad¡±. La pol¨ªtica est¨¢ encallada, con la izquierda incapaz de proponer a la sociedad no solo unas pol¨ªticas alternativas a la crisis, sino unos referentes culturales y sociales que metan una cu?a en la hegemon¨ªa conservadora construida en los ¨²ltimos a?os. La renuncia de la izquierda socialista a una alternativa pol¨ªtica y social, frente a la destrucci¨®n sistem¨¢tica de derechos b¨¢sicos a la que estamos asistiendo, deja un vac¨ªo de proyectos pol¨ªticos. Y as¨ª se explica que el ¨²nico que ofrece alguna perspectiva m¨¢s all¨¢ del fango de la austeridad sea, en el ¨¢mbito de la cuesti¨®n nacional, la independencia de Catalu?a. Izquierda Unida es el primer partido de ¨¢mbito espa?ol que apoya la aspiraci¨®n catalana al ejercicio del llamado derecho a decidir. Parece que por fin alguien asume que votando la gente se entiende. Lo que busca una mayor¨ªa en Catalu?a es reconocimiento. Y esto solo se puede obtener a trav¨¦s de un refer¨¦ndum: la aceptaci¨®n de que Catalu?a es un sujeto pol¨ªtico. La resistencia a este reconocimiento democr¨¢tico tiene una explicaci¨®n: los complejos de una naci¨®n espa?ola que nunca ha completado el paso de potencia a acto.
Cunde por fin la idea de que la salida de la crisis solo puede ser pol¨ªtica. Esto quiere decir reforma a fondo del r¨¦gimen. Estamos metidos en un pantano, con desclasamientos en todos los niveles de la escala social, con la mitad de la ciudadan¨ªa atrapada en unas condiciones de vida cada vez peores y los conflictos territoriales encallados. Al final ganar¨¢ el que sea capaz de proponer un proyecto pol¨ªtico que movilice y d¨¦ sentido. Y si desde la pol¨ªtica institucional no se recupera la autonom¨ªa respecto al poder econ¨®mico y la autoridad que da el buen hacer, el remedio ser¨¢ la droga tecnocr¨¢tica o la droga populista. Un pharmakon con efectos secundarios letales para la sociedad, como dir¨ªa Bernard Stiegler.
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