Ir¨¢n, desgarrado por poderes intransigentes
La verdadera lucha no se libra en las calles, sino en el coraz¨®n del n¨²cleo religioso-militar que se consolid¨® tras la revoluci¨®n de 1979. Entre unos y otros pueden ahogar las aspiraciones de una poblaci¨®n en gran parte joven
La primavera ¨¢rabe empez¨® en Ir¨¢n, un pa¨ªs musulm¨¢n pero no ¨¢rabe. Fue en junio de 2009, tras la discutida reelecci¨®n de Mahmud Ahmadineyad, cuando la oposici¨®n reformista utiliz¨® las redes sociales para convocar manifestaciones denunciando el fraude electoral. Pero los manifestantes fueron reprimidos por los matones del r¨¦gimen (basiy¨ªs) y por los Guardianes de la Revoluci¨®n (pasdar¨¢n), un cuerpo paramilitar creado por el ayatol¨¢ Jomeini tras la revoluci¨®n de 1979 y cuyo Consejo tiene la facultad de decidir los candidatos que finalmente pueden presentarse a las elecciones presidenciales.
De los 686 aspirantes inscritos solo ocho han pasado el filtro, aunque la ¨²ltima palabra la tiene el l¨ªder supremo, el ayatol¨¢ Ali Jamenei. Dos de los excluidos, el expresidente del Parlamento (1980-1989) y de la Rep¨²blica (1989-1997) Ali Akbar Hachemi Rafsanyan¨ª, uno de los hombres m¨¢s ricos del pa¨ªs y determinante en la consolidaci¨®n del r¨¦gimen a principios de los ochenta ¡ªpero que abri¨® las puertas al reformismo y apoy¨® a Mir Hosein Musavi (primer ministro entre 1981 y 1989) en las elecciones de 2009¡ª, y Esfandiar Rahim Mashaei, el protegido de Ahmadineyad, indican que el n¨²cleo duro del r¨¦gimen ha cerrado filas en torno a Jamenei, cuyo poder absoluto hab¨ªa sido contestado en los ¨²ltimos a?os por el actual presidente. Al final han quedado solo cinco candidatos de demostrada fidelidad al l¨ªder supremo, los denominados principalistas, y tres candidatos con pocas opciones y entre los que destaca Hasan Rohani, que hab¨ªan ocupado cargos durante la presidencia del reformista Mohamed Jatam¨ª (1997-2005) y gozan de su confianza. De los ocho, Said Yalil¨ª, actual jefe de las negociaciones del programa nuclear iran¨ª con los organismos internacionales, es quien cuenta con el apoyo m¨¢s claro de Jamenei, hasta el punto de que el resto de candidatos principalistas posiblemente se retirar¨¢n. Rafsanyan¨ª y Mashaei han anunciado que recurrir¨¢n su exclusi¨®n ante el l¨ªder supremo.
En Occidente, la historia pol¨ªtica de Ir¨¢n de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas se ha interpretado como la de un creciente enfrentamiento entre conservadores y reformistas. Sin embargo, los reformistas (Rafsanyan¨ª, Musavi) ocupaban puestos claves en la d¨¦cada de los ochenta coincidiendo con la guerra contra Irak, la represi¨®n de la oposici¨®n, la consolidaci¨®n del r¨¦gimen de teocracia colectiva liderado por Jomeini y la creaci¨®n de la Guardia Revolucionaria (pasdaran). La desaparici¨®n de Jomeini en 1989 abri¨® una lucha por el poder entre los que m¨¢s propiamente cabr¨ªa denominar ultraconservadores y los pragm¨¢ticos. La verdadera lucha por el poder en Ir¨¢n no se libra en las calles, sino en el coraz¨®n mismo del poder religioso-militar que se consolid¨® tras la revoluci¨®n de 1979.
La reelecci¨®n de Ahmadineyad en 2009 necesit¨® de todos los mecanismos del Estado
En 1989, ese bloque de poder se fractur¨®. Los dirigentes m¨¢s pragm¨¢ticos, despu¨¦s identificados con el reformismo, cre¨ªan que, tras una guerra que hab¨ªa arruinado al pa¨ªs, hab¨ªa que poner fin al aislamiento internacional ofreciendo una cara m¨¢s amable y aperturista del r¨¦gimen ¡ªfunci¨®n que asumieron Rafsanyan¨ª y Jatam¨ª entre 1989 y 2005¡ª para no renunciar a lo esencial: preeminencia del poder religioso, control pol¨ªtico y discriminaci¨®n de g¨¦nero. Por el contrario, los dirigentes m¨¢s inmovilistas pensaban que cualquier apertura acarrear¨ªa el final del r¨¦gimen y, tras la experiencia reformista de Jatam¨ª, cerraron filas apostando por un candidato ultraconservador, antioccidental y populista para cerrar el paso al retorno de Rafsanyan¨ª. Y Ahmadineyad supo movilizar la frustraci¨®n de los sectores m¨¢s pobres de la poblaci¨®n y las redes clientelares del grupo conservador Abadgaran, que ten¨ªa la mayor¨ªa en el Parlamento, para convertirse en el primer presidente que no era un ayatol¨¢. Cont¨® tambi¨¦n con la inestimable ayuda (se supone que involuntaria) de los neocons que incluyeron a Ir¨¢n en el ¡°Eje del Mal¡± y que con las ocupaciones de Afganist¨¢n e Irak contribuyeron a aislar todav¨ªa m¨¢s a Teher¨¢n.
En este nuevo escenario, los reformistas se convirtieron en sospechosos de favorecer los intereses de Occidente y de traicionar la revoluci¨®n, el icono del martirio para millones de excombatientes pobres de la guerra contra Irak. Pero en 2009, la apelaci¨®n a los m¨¢rtires de la guerra, a la vieja ret¨®rica del discurso islamista radical, pero conservador, y a una revoluci¨®n que 20 a?os despu¨¦s se mostraba incapaz de mejorar la econom¨ªa del pa¨ªs y el nivel de vida, ya no serv¨ªa. Hizo falta, pues, utilizar todos los mecanismos del Estado para garantizar la reelecci¨®n de Ahmadineyad, que fue contestada con denuncias de fraude por los reformistas, cuyos principales candidatos (Musavi y Mehd¨ª Karrub¨ª) permanecen en arresto domiciliario desde 2011.
Tras el segundo mandato de Ahmadineyad, la situaci¨®n ha empeorado. Su obstinaci¨®n en continuar con el programa nuclear iran¨ª ¡ªsupuestamente con finalidades civiles, para lo que cuenta con un apoyo no incondicional de Rusia y China¡ª y, sobre todo, los efectos econ¨®micos derivados de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la UE a las exportaciones de petr¨®leo y a los seguros de los fletes, ya no permiten garantizar la paz social mediante una combinaci¨®n de subsidios y puritanismo (Gilles Kepel). Las exportaciones de petr¨®leo han ca¨ªdo de los 2,5 millones de barriles diarios en 2011 a los 1,5 millones de mediados de 2012, lo que supone una p¨¦rdida de casi 3.000 millones de d¨®lares mensuales. La UE, que representaba el 20% del mercado de petr¨®leo iran¨ª, ha sustituido esas importaciones por las de otros pa¨ªses; tambi¨¦n India y China, de donde proceden la mayor¨ªa de productos manufacturados que consume Ir¨¢n, han reducido sus importaciones de crudo. Paralelamente, el precio del petr¨®leo descendi¨® en la primavera de 2012 y, tras una leve recuperaci¨®n, se presenta a la baja desde febrero de 2013 (en abril, el barril de Brent se cotizaba por debajo de los 80 euros). En consecuencia, la inflaci¨®n y el paro han crecido en los ¨²ltimos a?os, al mismo tiempo que disminu¨ªa la productividad agr¨ªcola y el cr¨¦dito, seg¨²n reconoc¨ªa incluso el principalista mejor situado, Yalil¨ª.
Adem¨¢s Teher¨¢n tambi¨¦n se enfrenta a un contexto regional cada vez m¨¢s desfavorable. Sus dos principales aliados, el r¨¦gimen de Bachar el Asad y Hezbol¨¢, se juegan el futuro en Siria, conflicto que tambi¨¦n est¨¢ repercutiendo en las relaciones de Teher¨¢n con Ankara; mientras que Benjamin Netanyahu amenaza con una intervenci¨®n militar ¡ªimpensable sin Estados Unidos¡ª para acabar con el programa nuclear iran¨ª.
En definitiva, las elecciones se celebrar¨¢n en un marco de creciente malestar social: el pasado 5 de junio, en el funeral del ayatol¨¢ Jalaledin Taheri, se oyeron proclamas a favor de Musavi y Karrub¨ª, y en contra del r¨¦gimen. En contrapartida, el cada vez m¨¢s reducido bloque de poder ha endurecido la represi¨®n y la censura, ha prohibido las antenas parab¨®licas y ha obstaculizado el acceso a Internet. La exclusi¨®n de Rafsanyan¨ª ha indignado a la oposici¨®n e incluso una hija de Jomeini, Zahra Mostafavi, simpatizante de los reformistas, refiri¨¦ndose a Jamenei y Rafsanyan¨ª, ha denunciado que, en lugar de trabajar juntos como deseaba su padre, ¡°la gradual separaci¨®n entre ustedes dos ser¨¢ el mayor golpe a la revoluci¨®n¡±.
Ahora la situaci¨®n es peor por la obstinaci¨®n en el programa nuclear y las sanciones econ¨®micas
No hay duda de que las elecciones del 14 de junio son trascendentales para un bloque de poder cada vez m¨¢s reducido e intransigente y para el futuro del pa¨ªs. Como tampoco hay duda de que en ese r¨ªo revuelto donde colisionan el r¨¦gimen y la oposici¨®n intentan pescar actores externos que, desde Riad a Washington, pasando por Tel Aviv y otras capitales ¨¢rabes y occidentales, desear¨ªan reducir el poder regional y la influencia de Ir¨¢n en Oriente Medio y Asia Central. Ser¨ªa tr¨¢gico que entre unos y otros ahogaran las leg¨ªtimas aspiraciones de una poblaci¨®n, mayoritariamente joven (edad media de 26,3 a?os; un 60% de la poblaci¨®n tiene menos de 30 a?os), para la que la revoluci¨®n de 1979 queda ya muy lejos y el r¨¦gimen ha dejado de colmar sus expectativas de futuro.
Antoni Segura es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea y director del Centre d¡¯Estudis Hist¨°rics Internacionals (CEHI) de la Universidad de Barcelona. Autor de Estados Unidos, el islam y el nuevo orden mundial. De la crisis de los rehenes a la primavera ¨¢rabe (Alianza, 2013).
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