El miedo a la democracia
En democracia los problemas solo se resuelven con la confrontaci¨®n pol¨ªtica abierta
¡°Lo mejor es ofrecer tus argumentos, afrontar el problema y dejar que la gente decida¡±. Esta es la elemental lecci¨®n de democracia que David Cameron dedic¨® a Mariano Rajoy cuando un periodista espa?ol le pregunt¨® sobre la autodeterminaci¨®n de Escocia. Por supuesto, Cameron se cubri¨® precisando que ¡°nunca se atrever¨ªa a decir que los espa?oles tienen que hacer eso¡±. Pero el guion de Cameron, voluntariamente o no, era una r¨¦plica, punto por punto, al modo en que Rajoy trata la cuesti¨®n catalana. Primero, ofrecer tus argumentos: hasta la fecha, Rajoy no ha opuesto una sola propuesta en positivo a las demandas que vienen de Catalu?a. Simplemente, ha bajado la barrera: prohibido pasar, la ley no lo permite, confiando en que el proceso se deshinche, como dir¨ªa Duran i Lleida. Segundo: afrontar el problema. Es decir, tomarlo como lo que es: un asunto pol¨ªtico relevante. Y tratarlo como tal: proponer, dialogar, negociar. Tercero: dejar que la gente decida. No utilizar la legalidad como un arma arrojadiza contra los ciudadanos, porque es una manera de convertir lo que deber¨ªa ser el espacio compartido en un patio enrejado. Simplemente, dar la palabra a la ciudadan¨ªa, que es lo que corresponde en democracia. A partir de este guion se puede y se debe discutir todo: las ideas y los procedimientos. Pero el principio es claro: la ciudadan¨ªa tiene la ¨²ltima palabra. Evidentemente, la lecci¨®n de Cameron est¨¢ en las ant¨ªpodas del aviso que recibi¨® Mariano Rajoy de su antiguo mentor Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que, una vez m¨¢s, le conmin¨® a poner en marcha los mecanismos constitucionales necesarios para abortar cualquier proceso soberanista. Dos culturas de resonancia muy distinta: primac¨ªa a los ciudadanos o primac¨ªa al ¡°imperio de la ley¡±.
Se puede pensar que David Cameron juega con ventaja porque tiene la certeza de que en Escocia va a ganar el refer¨¦ndum. Pero equivaldr¨ªa a decir que Rajoy teme perder el refer¨¦ndum en Catalu?a. No aceptarlo por miedo a perderlo no es precisamente un criterio democr¨¢tico. Creo que las razones son m¨¢s profundas y tienen que ver con la tradici¨®n democr¨¢tica de unos y otros. En Espa?a pesa una cuesti¨®n de principios: aceptar el refer¨¦ndum es reconocer a Catalu?a como sujeto pol¨ªtico aut¨®nomo, y esto es lo que resulta inaceptable, independientemente de cu¨¢l sea la voluntad de sus ciudadanos, porque ¡°el solar es nuestro¡±. El guion de Cameron responde a una democracia parlamentaria fuerte, en la cual la argumentaci¨®n, la discusi¨®n pol¨ªtica y la negociaci¨®n est¨¢n muy vivas, con un poder legislativo combativo y con unos partidos pol¨ªticos cuyos diputados desconocen el principio de las adhesiones incondicionales que reina en los partidos espa?oles. Simplemente, lo que est¨¢ diciendo Cameron es que en democracia los problemas se resuelven con la confrontaci¨®n pol¨ªtica abierta y, en ¨²ltima instancia, la ciudadan¨ªa decide.
Con lo cual, la reflexi¨®n de Cameron no nos interpela solo sobre la llamada cuesti¨®n catalana, sino que nos confronta tambi¨¦n con las limitaciones del gripado r¨¦gimen pol¨ªtico de la Transici¨®n, donde el poder ejecutivo prevalece sobre los dem¨¢s poderes (quiz¨¢ como un eco de la tradici¨®n de caudillaje), donde las raras discrepancias dentro de los partidos se convierten en peligrosas disidencias cuando trascienden m¨¢s all¨¢ de los salones conspirativos; donde la conflictividad, esencia de la democracia porque es el ¨²nico r¨¦gimen que se funda sobre ella, es vista como una amenaza; y donde cuando aparece un problema, se busca enquistarlo o enfriarlo antes que afrontarlo pol¨ªticamente. El miedo al refer¨¦ndum es una expresi¨®n de las debilidades de la democracia espa?ola. En el fondo es el miedo a la democracia.
Los dos grandes partidos han llegado a un acuerdo para reivindicar en Europa algunas medidas contra el paro y a favor del crecimiento. Solo cuando se han visto en graves apuros han buscado un punto de encuentro en auxilio mutuo. Y el resultado ha sido un pacto a puerta cerrada, que ha dejado fuera a los dem¨¢s. El consenso tiene muy buena prensa en este pa¨ªs. Tengo la impresi¨®n de que m¨¢s que consenso, lo que necesitar¨ªa la democracia espa?ola es que la oposici¨®n construyera una verdadera alternativa para cuando el PP complete su desplome. El consenso hizo la funci¨®n de las muletas en una Transici¨®n que no respondi¨® a ning¨²n guion previo y que tuvo mucho de improvisaci¨®n y momentos de gran confrontaci¨®n. Pero hay un consenso impl¨ªcito que est¨¢ deteriorando la democracia: el acuerdo de los dos grandes partidos en no reformar el sistema institucional. ?Por qu¨¦ la izquierda no lo rompe y asume la bandera de la refundaci¨®n?
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