M¨¢quinas de ganar
Pierde la selecci¨®n masculina de f¨²tbol y vence la femenina de baloncesto en un relevo ya habitual para que haya siempre espa?oles en los podios
Una de las grandes ventajas del deporte espa?ol de ¨¦lite de hoy en d¨ªa es que casi siempre tiene un atleta en el podio. Lejos quedan aquellos tiempos en los que ganar era fruto de un genio ¨²nico, un talento que como un verso suelto emerg¨ªa de la mediocridad reinante para demostrarnos que la garra espa?ola es capaz de sobreponerse a las penurias. El domingo, y para mantener ese palmar¨¦s, el deporte espa?ol cosech¨® una amarga derrota y una heroica victoria, si bien la primera tuvo una mayor repercusi¨®n por tratarse del deporte-rey, el que concita al mayor n¨²mero de seguidores. Amarga derrota de la selecci¨®n espa?ola, la campeona del mundo, que nos tiene tan mal acostumbrados despu¨¦s de tantas victorias que apenas era concebible que Brasil ¡ª?nada menos que Brasil!¡ª pudiera golearla.
El deporte femenino no atrae a las masas y, desde luego, tampoco al dinero. Los clubes desaparecen por falta de patrocinio y sus deportistas se ven obligadas a emigrar a otros equipos.
La val¨ªa de las deportistas espa?olas, siempre destacada en los Juegos Ol¨ªmpicos, cuando parecen salir del solitario entrenamiento y el anonimato, puso el domingo la otra cara de la moneda. Mientras que La Roja perd¨ªa en la final de la Copa Confederaciones, la selecci¨®n de baloncesto femenino se alzaba con el triunfo europeo frente a las favoritas, las francesas. Era una gesta m¨¢s a a?adir a su brillante curr¨ªculo: ocho medallas en la ¨²ltima d¨¦cada entre Juegos, Mundiales y Europeos. Cuesta creer que las deportistas de este equipo sufran tantas dificultades dados los problemas econ¨®micos del deporte femenino, que se ceba justamente en el baloncesto y el balonmano. Siete de las integrantes del grupo vencedor del domingo juegan fuera de Espa?a porque en casa los clubes no pueden ofrecerles fichajes a su altura.
El futbolista Sergio Ramos se explicaba tras la derrota en Brasil: ¡°No somos m¨¢quinas¡±. En efecto, no lo son, aunque a veces lo parecen. M¨¢quinas de ganar que se dan el relevo de forma permanente. Cuando una falla siempre est¨¢ la otra para arrancar una medalla. Cuando no son ellos, son ellas y, a menudo, los dos. Eso es lo que vale; no el verso suelto de anta?o.
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