Tiempo de abdicar
En solo tres meses, dos de las casas reales con m¨¢s tradici¨®n de Europa han afrontado el relevo generacional El d¨ªa 21, Felipe de B¨¦lgica asumir¨¢ la corona a los 53 a?os Renunciar se est¨¢ convirtiendo en una manera de reinar
Llegan nuevos tiempos para la monarqu¨ªa. En el siglo XXI, los ¨ªndices de popularidad de reyes y pr¨ªncipes descienden. En ¨¦poca de crisis, los ciudadanos reclaman presupuestos transparentes y austeros. Sus integrantes se saben cuestionados. Son conscientes de que tienen que reinventar su trabajo, encontrar un papel nuevo que justifique su existencia. Es la hora de la renovaci¨®n. Holanda y B¨¦lgica lo han hecho. Alberto de B¨¦lgica, a los 79 a?os y tras 20 en el trono, ha decidido ceder el paso a su hijo Felipe, de 53. El todav¨ªa rey argumenta que sus problemas de salud le impiden continuar, pero lo cierto es que su imagen se ha deteriorado. Su abdicaci¨®n ha reabierto el debate sobre una reforma de la monarqu¨ªa ¡ªpara convertirla en una instituci¨®n ¨²nicamente protocolaria¡ª. Alberto se va tres meses despu¨¦s que Beatriz de Holanda, quien dej¨® el trono a Guillermo con sus cuotas de popularidad intactas. De esta manera, dos de las monarqu¨ªas m¨¢s importantes de Europa cambian de titular. Para ellos, abdicar forma parte de sus obligaciones. Es la hora de los reyes del siglo XXI. ?Seguir¨¢n otras casas reales el ejemplo?
En marzo pasado, semanas antes de que Guillermo y M¨¢xima de Holanda accedieran al trono, los todav¨ªa herederos convocaron a los pr¨ªncipes aspirantes a los tronos europeos a una barbacoa. Fue una idea de M¨¢xima. Era la manera de despedirse de sus colegas. A ese almuerzo nada protocolario asistieron Felipe y Matilde de B¨¦lgica. Al concluir la cita, todos se hicieron una foto de familia. Casualidad o no, en el centro de la imagen aparecen los anfitriones y, junto a ellos, los pr¨ªncipes de B¨¦lgica. Tres meses despu¨¦s, esas dos parejas posan ya en otra divisi¨®n, la de cabezas reinantes.
A la barbacoa tambi¨¦n asistieron los pr¨ªncipes de Asturias, poco dados a este tipo de reuniones de casas reales, en las que se intentan unir fuerzas, hablar de sus problemas y conocerse lejos del r¨ªgido protocolo. Por aquellas fechas no hab¨ªan trascendido los planes de la corte belga y la abdicaci¨®n en Holanda se hab¨ªa recibido con la normalidad con la que los holandeses ven c¨®mo sus reinas deciden retirarse cuando llegan los ¨²ltimos a?os de su vida.
La cita coincid¨ªa con una nueva operaci¨®n del Rey de Espa?a, que pasaba de nuevo por el quir¨®fano, esta vez para ser operado de dos hernias. Las encuestas arrojaban en esos momentos los peores datos en los ¨ªndices de popularidad del Monarca tras la imputaci¨®n de I?aki Urdangarin y la cacer¨ªa de Botsuana. Algunos medios planteaban la necesidad de que don Juan Carlos renunciara. Los portavoces de La Zarzuela negaron rotundamente esta posibilidad. Y, una vez m¨¢s, se record¨® la frase pronunciada por la reina Sof¨ªa: ¡°Espa?a necesita o¨ªr: ¡®Ha muerto el rey, viva el rey¡±. O lo que es lo mismo: seguir al pie de la letra el protocolo m¨¢s tradicional de las monarqu¨ªas, ese que considera que la instituci¨®n se muestra m¨¢s fuerte si el relevo en el trono se produce por causas naturales.
Esta teor¨ªa la comparte Isabel de Inglaterra, que, cumplidos los 87 a?os, no tiene planes de retirarse tras 60 en el cargo. Aunque hace un mes el palacio de Buckingham ha anunciado que, por su avanzada edad, su vida p¨²blica se reducir¨¢. Ello permitir¨¢ a Carlos ¡ªque a sus 64 a?os se ha convertido en el heredero que m¨¢s tiempo lleva esperando¡ª adquirir m¨¢s protagonismo. Hasta ¨¦l mismo se ha re¨ªdo de su situaci¨®n: ¡°A este paso se me va a pasar el arroz¡±. Pero Carlos, adem¨¢s de la resistencia de su madre a jubilarse, tiene otro obst¨¢culo: su hijo. La cada vez m¨¢s creciente popularidad de Guillermo y Catalina y la inminente llegada de su primer beb¨¦ han hecho que sus ¨ªndices de aceptaci¨®n suban. Esos mismos par¨¢metros indican que los brit¨¢nicos no quieren que Isabel deje el trono y que est¨¢n satisfechos con el papel de la instituci¨®n. Solo vivieron momentos convulsos tras la muerte de Diana de Gales. Tras esa crisis, la encorsetada monarqu¨ªa brit¨¢nica introdujo cambios relevantes: comenz¨® a pagar impuestos y a rendir cuentas. Esa transparencia ha ido en aumento. El ¨²ltimo gesto ha sido decidir que los altos empleados de la casa real acudan al Parlamento para explicar su gesti¨®n.
El verbo abdicar no est¨¢ en el vocabulario de Isabel II, pero ella se benefici¨® de una renuncia que alter¨® significativamente la l¨ªnea de sucesi¨®n. En 1936, el entonces rey Eduardo VII renunci¨® para poder casarse con Wallis Simpson, divorciada en dos ocasiones. Fue entonces cuando su hermano Jorge lleg¨® al trono, y al morir le toc¨® el turno a Isabel, con solo 22 a?os.
Margarita de Dinamarca, junto con Isabel II, es la otra mujer que lleva la corona. A sus 73 a?os, y tras 41 en el cargo, ha manifestado su deseo de seguir al frente pese a sus problemas de salud. Margarita goza de un gran apoyo popular. Solo los deseos de su marido de tener m¨¢s vida privada pueden alterar su prop¨®sito.
En B¨¦lgica, todo el mundo sab¨ªa que Alberto II estaba cansado y que quer¨ªa dejar paso a su hijo Felipe. ¡°En noviembre de 2008, en una visita oficial a India, nos dijo que este ser¨ªa su ¨²ltimo gran viaje¡±, asegura Christian Laporte, periodista de La Libre Belgique y especialista en la casa real.
El hombre que se convirti¨® en rey de los belgas porque su hermano Balduino muri¨® relativamente joven y sin hijos est¨¢ a punto de ser octogenario y su salud lleva tiempo resinti¨¦ndose. Hace meses que se especulaba con su abdicaci¨®n. Sin embargo, varios expertos mon¨¢rquicos confiaban en un ¨²ltimo esfuerzo del monarca, que permaneciera hasta que se formara el Gobierno que saldr¨¢ de las elecciones, para las que falta menos de un a?o. Entre estos se encontraba el primer ministro. El socialista franc¨®fono Elio Di Rupo sabe por experiencia propia lo dif¨ªcil que fue formar Gobierno tras los ¨²ltimos comicios y el importante papel del rey que se va. Adem¨¢s, los separatistas flamencos tienen m¨¢s poder que en 2010 y gran parte de la clase pol¨ªtica ve¨ªa a Alberto con m¨¢s fuerzas para hacerles frente que el inexperto e introvertido Felipe.
Los que quieren acabar con la unidad del pa¨ªs a¨²n no han perdonado al pr¨ªncipe la frase que pronunci¨® en 2004: ¡°En nuestro pa¨ªs hay personas y partidos como el Vlaams Belang [los flamencos secesionistas de extrema derecha] que est¨¢n en contra de B¨¦lgica y quieren destruirla. Les puedo asegurar que se las ver¨¢n conmigo¡±. La declaraci¨®n de intenciones cay¨® bien en la comunidad franc¨®fona, pero muchos flamencos (incluido el entonces primer ministro, Guy Verhofstadt) tuvieron que recordar al pr¨ªncipe que su papel era protocolario y no estaba ah¨ª para hablar de pol¨ªtica.
Adem¨¢s del cansancio y achaques propios de la edad, los esc¨¢ndalos de la familia real, que en los ¨²ltimos meses han acaparado portadas, tambi¨¦n han contribuido a acelerar la decisi¨®n del rey. Al principio fueron los apa?os de la reina Fabiola para que sus sobrinos puedan heredar sus cuantiosos bienes sin pasar por el fisco. M¨¢s tarde lleg¨® la reforma legal impulsada por el primer ministro para reducir el dinero p¨²blico que reciben los miembros de la familia real y para obligarles a pagar impuestos. Pero lo que ha desgastado m¨¢s el prestigio de Alberto II en las ¨²ltimas semanas ha sido la irrupci¨®n de Delphine Bo?l, una escultora de 45 a?os que reclama ahora una prueba de paternidad que demuestre algo que, por otra parte, todo el mundo parece saber ya. El ¨²nico precedente de abdicaci¨®n data de 1951, cuando Leopoldo III cedi¨® la corona a su hijo Balduino.
Quien tambi¨¦n ha dado pistas de cu¨¢les son sus planes es Harald de Noruega, de 76 a?os; un rey que goza de una buena aceptaci¨®n. Sin embargo, Harald no dud¨® en renunciar al trono durante dos meses en 1995 cuando fue operado del coraz¨®n para que su hijo Haakon ejerciera de regente.
El debate no existe en Suecia pese a los recientes esc¨¢ndalos desvelados en un libro sobre la vida privada de Carlos Gustavo, que narran noches en salas de fiestas con mujeres. El rey se vio obligado a dar explicaciones, pero, salvado este escollo, a sus 66 a?os no piensa a¨²n en dejar paso a su heredera de 35, Victoria, la ¨²nica mujer de la generaci¨®n de pr¨ªncipes herederos.
En Luxemburgo renunciar es nomal. En su historia m¨¢s reciente hubo tres. La gran duquesa Mar¨ªa Adelaida abdic¨® a favor de su hermana Carlota en 1919. Carlota, con 67 a?os, hizo lo mismo en beneficio de su hijo, el gran duque Juan, en 1964. Y este, en 2000, con 79 a?os, cedi¨® el paso a su hijo Enrique. Este ha sido espiado por el jefe de sus servicios secretos y acusado de colaborar con el MI6 brit¨¢nico.
El debate est¨¢ abierto y no solo en Europa. Hace dos semanas, el emir de Catar entregaba el poder a su hijo de 33 a?os con una s¨®lida formaci¨®n y sin cargas del pasado. La ¨¦poca del cambio ha llegado incluso al Vaticano, donde este mismo a?o un papa ced¨ªa el testigo a otro con mejor salud.
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