007, licencia para escapar
La justicia busca a Sean Connery y a su esposa por su relaci¨®n con el caso Goldfinger Hace a?os la pareja huy¨® de Marbella. Hoy un juzgado les reclama para que den su versi¨®n sobre la venta de su mansi¨®n
Unos reporteros del medio brit¨¢nico Daily Mail captaron en abril, hace apenas tres meses, a Sir Sean Connery paseando por Nueva York. Vestido de manera informal y cubierto en algunos momentos por una boina de estilo escoc¨¦s, su aspecto era relajado. Buena planta, como siempre, aunque su apariencia ya revela que se acerca a los 83 a?os. Los cumplir¨¢ el 25 de agosto. Las apariciones del m¨ªtico James Bond han sido escasas desde que a mediados de 2010 confirm¨® que se retiraba de la interpretaci¨®n despu¨¦s de toda una vida dedicada al oficio. Reside con su esposa, Micheline, en Bahamas (a 80 kil¨®metros al este de Florida), donde se instal¨® a mediados de los noventa huyendo de la Marbella del ladrillo de Jes¨²s Gil. Pero en la Costa del Sol tiene un asunto pendiente: el caso Goldfinger.
El Juzgado de Instrucci¨®n N¨²mero 1 de Marbella intenta sin ¨¦xito desde hace casi tres a?os conocer su versi¨®n y la de su mujer sobre la venta de su casa marbell¨ª, operaci¨®n inmersa en un proceso penal en el que hay 17 imputados. Desde que en mayo de 2010 se descubri¨® el posible nexo de los Connery con el caso, este icono de la cultura brit¨¢nica, simpatizante del movimiento independentista escoc¨¦s, se ha dejado ver poco. En junio de ese a?o fue homenajeado en el Festival de Cine de Edimburgo, donde se emocion¨® con la proyecci¨®n de El hombre que pudo reinar (John Huston, 1975), una de sus mejores cintas. No reapareci¨® hasta mayo de 2012, cuando dio el golpe de campana en la ceremonia de apertura de la Bolsa de Nueva York, que celebraba su 220? cumplea?os. En septiembre sorprendi¨® en una rueda de prensa de Andy Murray cuando el tenista se clasific¨® para la final del Abierto de Estados Unidos.
El auto que ordena continuar el caso Goldfinger contra 17 personas ¡ªentre ellas, el exalcalde Juli¨¢n Mu?oz y el presunto cerebro del caso Malaya, Juan Antonio Roca¡ª hace un relato pormenorizado de los intentos, todos en vano, por contactar con los Connery. En la resoluci¨®n, fechada a mediados de mayo, el instructor fija un plazo de seis meses y advierte de que si no hay respuesta a la comisi¨®n rogatoria enviada a Bahamas, decidir¨¢ si procede dictar sendas ¨®rdenes internacionales de b¨²squeda y detenci¨®n contra ellos. El asunto queda sobre la mesa y se ha formado una pieza separada.
Casa Malib¨² es el origen del problema. La vivienda, ubicada en primera l¨ªnea de playa entre la Milla de Oro m¨¢s puntera y Puerto Ban¨²s, fue de Edgar Neville antes que de los Connery. El matrimonio descubri¨® Marbella en su ¨¦poca dorada, en la d¨¦cada de los setenta, cuando la alta sociedad de medio mundo se citaba en el ambiente exclusivo del Marbella Club. Buen clima, ba?os en el mar y bellos paisajes completaban el para¨ªso de Sean Connery en la Costa del Sol. Con frecuentes reuniones en casas de amigos, como lord Adrian Foley, y la pr¨¢ctica del golf, al que era muy aficionado. Una de sus compa?¨ªas habituales era Lew Hoad, excampe¨®n de Wimbledon, que ten¨ªa un club de tenis en el litoral malague?o.
El idilio del matrimonio con Marbella termin¨® durante la etapa de Jes¨²s Gil y su urbanismo feroz. Una persona que trat¨® al actor recuerda lo ¡°enormemente¡± molesto que se sinti¨® cuando Gil utiliz¨® con fines partidistas un v¨ªdeo en el que Connery enumeraba las virtudes de la ciudad para su promoci¨®n. Pusieron en venta Casa Malib¨² a finales de los noventa, y de ah¨ª emana el embrollo judicial.
El caso Goldfinger arranc¨® en 2007 tras una querella de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n. Inicialmente se detectaron irregularidades en tres convenios urban¨ªsticos para construir 72 apartamentos en dos parcelas colindantes en las que estaban autorizadas solo cinco casas. El primer convenio se firm¨® en enero de 2000 con Malib¨², SA, propietaria del chal¨¦ de los Connery, y los otros dos, con By The Sea, sociedad que despu¨¦s se encargar¨ªa de la venta de las viviendas. Los acuerdos, firmados por Juli¨¢n Mu?oz, fueron presuntamente controlados por el despacho que llevaba los intereses de los Connery en Marbella y habr¨ªan sido negociados ¡°a la baja¡± por Roca, con un perjuicio para las arcas municipales de 2,77 millones de euros. Es decir, que con la connivencia del Ayuntamiento marbell¨ª ambas sociedades habr¨ªan obtenido unas condiciones de explotaci¨®n urban¨ªstica de los terrenos a medida de sus intereses econ¨®micos.
La instrucci¨®n se centr¨® despu¨¦s en un entramado societario a trav¨¦s del cual, supuestamente, se habr¨ªan canalizado los beneficios de la venta de las casas y se habr¨ªa derivado dinero hacia cuentas en el extranjero. Durante el procedimiento se han enviado varias comisiones rogatorias, y una que fue cursada a Uruguay, que podr¨ªa aclarar el destinatario final de los fondos, est¨¢ sin responder. A la espera de recibir esa informaci¨®n, el instructor ha decidido separar la investigaci¨®n sobre blanqueo de capitales.
Si la situaci¨®n no cambia, el juez decidir¨¢ si opta por ordenar la b¨²squeda y detenci¨®n de los Connery"
Para el juez, existen indicios de la participaci¨®n del actor y de su mujer en esta red societaria, aunque parece tener claro que ¡°el control¡± lo ten¨ªan los dos abogados del despacho imputado. Por eso quiere escuchar la versi¨®n de los Connery, para esclarecer cu¨¢l fue su intervenci¨®n y si ten¨ªan conocimiento de los hechos.
Pero todo han sido ¡°impedimentos¡±. El bufete de abogados investigado se desentendi¨® de hacerles llegar la citaci¨®n y se limit¨® a dar su direcci¨®n en Bahamas. En septiembre de 2010, el embajador de Reino Unido en Espa?a, Giles Paxman, ofreci¨® por carta m¨¢s detalles sobre el domicilio y traslad¨® ¡°el ruego¡± de sir Sean Connery de conocer el contenido de la investigaci¨®n. Una v¨ªa ¡°infrecuente¡±, en opini¨®n del instructor, que, sin embargo, no funcion¨® en sentido contrario, ya que el embajador rehus¨® cursar la petici¨®n judicial.
Un mes m¨¢s tarde, al juzgado lleg¨® una comunicaci¨®n por fax de un despacho de abogados de Los ?ngeles, con una carta del matrimonio en la que Connery se ofrec¨ªa a colaborar y declarar si recib¨ªa la comunicaci¨®n por conducto oficial. Se mostr¨® en t¨¦rminos ¡°sumamente respetuosos¡± y plante¨® incluso la posibilidad de hacerlo a trav¨¦s de videoconferencia. Se opt¨® entonces por una comisi¨®n rogatoria a Bahamas. Seg¨²n fuentes jur¨ªdicas, la primera se envi¨® en marzo de 2011 y este a?o se han hecho dos recordatorios a petici¨®n del juez, en marzo y en mayo. La respuesta, de momento, es el silencio. No hay noticias. Si la situaci¨®n no cambia, el magistrado tendr¨¢ que decidir en noviembre si opta por ordenar la b¨²squeda y detenci¨®n de los Connery.
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