Andy Murray, la nueva joya de la corona
La victoria del tenista escoc¨¦s en Wimbledon trasciende lo deportivo y hace vibrar al Reino Unido El fen¨®meno se ha adentrado en campos como la pol¨ªtica, la econom¨ªa y la propia psicolog¨ªa del pueblo brit¨¢nico
Pocas victorias deportivas pueden tener un efecto tan bals¨¢mico en un pa¨ªs como el triunfo de Andy Murray en el torneo de tenis de Wimbledon. Los brit¨¢nicos llevaban 77 a?os esperando ese momento, en una muestra de que el machismo est¨¢ a¨²n m¨¢s incrustado en la sociedad de lo que parece: casi nadie se ha acordado estos d¨ªas de que una mujer fue la ¨²ltima ganadora brit¨¢nica en Wimbledon. Virginia Wade gan¨® el torneo femenino en 1977, hace tan solo 36 a?os.
La victoria de Murray, el primer escoc¨¦s que gana Wimbledon desde 1895, puede tener efectos no solo deportivos y patri¨®ticos, sino que puede revolucionar la econom¨ªa y hasta tener efectos pol¨ªticos nada desde?ables en el refer¨¦ndum sobre la independencia de Escocia en 2014. Afirmaciones sin duda exageradas y que recuerdan los excesos de optimismo que gener¨® el triunfo de Espa?a en el Mundial de f¨²tbol en Sud¨¢frica en el verano de 2010. Entonces se lleg¨® a decir que iba a producir una ola de consumismo que impulsar¨ªa la recuperaci¨®n econ¨®mica, y muchos vieron en el patri¨®tico despliegue de banderas espa?olas indicios del fin de la cuesti¨®n de los nacionalismos. La crisis est¨¢ m¨¢s presente que nunca en Espa?a, y el hecho de que el Bar?a desempe?ara un papel clave en el triunfo espa?ol no ha aplacado ni un ¨¢pice las aspiraciones de los independentistas catalanes.
Lo que es innegable es que la victoria de Murray ha tenido un impacto enorme entre el p¨²blico. La retransmisi¨®n de la final por la primera cadena de la BBC alcanz¨® un pico de 17,3 millones de espectadores y una audiencia media de 12,1 millones, de largo el programa m¨¢s visto del a?o, aunque lejos del pico de 26,9 millones y la media de 22,4 millones de espectadores que en julio del a?o pasado siguieron la ceremonia inaugural de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres. La final lleg¨® a acaparar casi el 80% de la audiencia en el conjunto del pa¨ªs y super¨® el 90% en su Escocia natal.
Las cifras tambi¨¦n se dispararon en Twitter, con 120.000 mensajes por minuto mencionando la final en el momento del triunfo y m¨¢s de 3,4 millones de tuits en total, desbancando el r¨¦cord que hasta ahora ostentaba la aparici¨®n de las Spice Girls en la clausura de Londres 2012. Los seguidores de la cuenta personal de Murray aumentaron un 20% durante el torneo y son ya casi dos millones. Y su primer tuit tras la victoria ¡ª¡°No me puedo creer que esto est¨¦ ocurriendo¡±¡ª fue reenviado por 93.000 seguidores y votado por 72.781.
Andy Murray se ha convertido en el abanderado del optimismo de los brit¨¢nicos, un pueblo bipolar como muy pocos, capaz de pasar en un instante del m¨¢s irracional de los optimismos al m¨¢s infundado de los pesimismos. Sobre todo en el f¨²tbol, un deporte que consideran propio porque inventaron las reglas que lo han convertido en el m¨¢s popular del mundo. La selecci¨®n inglesa acude a cada torneo con la convicci¨®n de que es imbatible y su inevitable derrota es recibida con una conmoci¨®n equiparable a la ca¨ªda del Imperio Brit¨¢nico.
En opini¨®n de algunos, Wimbledon es una met¨¢fora de la econom¨ªa brit¨¢nica, que se caracteriza por su pol¨ªtica de puertas abiertas a la presencia extranjera: los brit¨¢nicos ponen el escenario para que vengan otros a ganar. ¡°Los extranjeros vienen aqu¨ª para hacer negocios y nosotros les proveemos de servicios auxiliares: fresas con nata en el caso del tenis; contables, servicios legales y guardias de seguridad para los bancos de inversiones; suelo y trabajadores para los grandes fabricantes de autom¨®viles de India, Alemania, Estados Unidos y Jap¨®n; y casas en Mayfar y tiendas de alto standing para el establishment global¡±, escrib¨ªa con iron¨ªa el director del diario econ¨®mico City A.M., Allister Heath.
Heath no cree que la victoria de Murray vaya a acabar con ese fen¨®meno, y de hecho cree que no ser¨ªa bueno que eso ocurriera, pero s¨ª se felicita de que ese triunfo ¡°le haya dado un golpe mortal a la idea brit¨¢nica moderna de que tenemos que apoyar al m¨¢s d¨¦bil¡±. ¡°Ganar es fant¨¢stico, en el deporte y en cualquier otra cosa, como se vio en los Juegos Ol¨ªmpicos. Y es fant¨¢stico apoyar a los ganadores. Tenemos que ser m¨¢s americanos en ese sentido, y la victoria de Murray nos puede ayudar a seguir ese camino¡±, reflexiona.
Es inevitable que el triunfo de Murray haya despertado el recuerdo de lo que los brit¨¢nicos consideran un glorioso verano ol¨ªmpico precisamente cuando va a cumplirse un a?o de los Juegos de Londres. Unos Juegos que el pa¨ªs afront¨® con un inexplicable pesimismo previo que se transform¨® en exagerada euforia en cuanto empezaron a caer las medallas de oro.
Andy Murray se ha convertido en el abanderado del optimismo de los brit¨¢nicos, un pueblo bipolar
Wimbledon es brit¨¢nico por fin, pero la felicidad no es absolutamente completa en Londres. A fin de cuentas, Andy Murray es escoc¨¦s, no ingl¨¦s. Y los independentistas suelen creer que en Londres le tratan de escoc¨¦s cuando pierde y de brit¨¢nico cuando gana. El tenista es muy prudente en la cuesti¨®n de la independencia. Sobre todo cuando recuerda los varapalos que recibi¨® despu¨¦s de que, durante la Copa del Mundo de f¨²tbol de 2006, le comentara a su colega Tim Henman y a un periodista que ¨¦l apoyaba ¡°a cualquiera que juegue contra Inglaterra¡±. Aquel comentario, que encabez¨® la entrevista a pesar de que ¨¦l pensaba que lo hab¨ªa hecho en privado, le ha perseguido durante a?os. El p¨²blico de Wimbledon siempre ha apoyado a tenistas ingleses, como el propio Henman o Greg Rusedski, y le ha costado entregarse a Murray. Hasta que el escoc¨¦s gan¨® la medalla de oro ol¨ªmpica para el Team GB y el sue?o de que un brit¨¢nico ganara de nuevo en Wimbledon empez¨® a convertirse en una posibilidad real.
Murray fue muy prudente el domingo, cuando le preguntaron si votar¨ªa por la independencia de Escocia, aunque en realidad no puede votar porque no est¨¢ empadronado en su tierra. El tenista asegur¨® que todav¨ªa no se ha formado una opini¨®n y que a su debido tiempo, y despu¨¦s de informarse sobre las ventajas y desventajas de la independencia, quiz¨¢ dar¨ªa su opini¨®n en p¨²blico. Una respuesta arriesgada por lo que tiene de compromiso, pero poco cre¨ªble porque Murray no vive solo para el deporte y suele seguir el debate pol¨ªtico brit¨¢nico.
La pol¨ªtica tambi¨¦n estuvo presente el domingo en Wimbledon. En el palco real estaban el primer ministro, el conservador David Cameron; el l¨ªder de la oposici¨®n, el laborista Ed Miliband; y tambi¨¦n el ministro principal de Escocia, el independentista Alex Salmond, probablemente con el coraz¨®n partido al no poder evitar que el triunfo de un escoc¨¦s significara tambi¨¦n, y probablemente sobre todo, el triunfo de Gran Breta?a. Los tres se rompieron las manos aplaudiendo y sonriendo, y los tres se llevaron un tir¨®n de orejas al presentarse vestidos como si fueran al Parlamento. Aunque traje y corbata son de rigor en el palco real, en un radiante domingo de primavera se espera de los invitados que al menos vistan con tonos claros, m¨¢s apropiados para una final de Wimbledon en un d¨ªa de sol y calor.
Murray tuvo ocasi¨®n de saludarles al d¨ªa siguiente en una recepci¨®n en su honor en Downing Street, que el primer ministro aprovech¨® para sugerir que su triunfo era tan importante para el pa¨ªs que la reina deber¨ªa premiarle con el t¨ªtulo de sir.
El futuro sir Andy Murray es, sin embargo, una persona poco dada a la parafernalia y el boato. El periodista Mike Dickinson, que le ha seguido durante seis a?os por medio mundo, asegura que es un hombre de gustos sencillos, que una vez se compr¨® un Ferrari y lo vendi¨® enseguida al darse cuenta de que llamaba demasiado la atenci¨®n. ¡°Su ideal de una noche fuera es ir a ver alg¨²n espect¨¢culo deportivo, sobre todo baloncesto si est¨¢ en su casa de Miami, f¨²tbol y boxeo. Lo que m¨¢s le fascina es el rigor y la naturaleza espartana de los entrenamientos en el gimnasio y la disciplina con la que se preparan los boxeadores, con la que se siente identificado¡±, ha escrito estos d¨ªas Dickinson en el Daily Mail.
El tenista escoc¨¦s sigue con su novia de siempre, Kim Sears, la hija de un entrenador de tenis a la que conoci¨® durante el Abierto de Estados Unidos en 2006 y con la que est¨¢ desde entonces, salvo una crisis de unos meses en 2009. Licenciada en Literatura Inglesa y estudiante tambi¨¦n de arte, interpretaci¨®n y m¨²sica, es una gran amante de los perros, hasta el punto de que le ha abierto una cuenta en Twitter a uno de ellos. Murray comparte esa pasi¨®n canina, y tambi¨¦n en Twitter ha explicado que los dos perros de la pareja durmieron en la cama de los amos tras la victoria en Wimbledon.
Ivan Lendl, su entrenador, est¨¢ casi al nivel de Kim en el coraz¨®n de Murray. El que fuera gran tenista checo ha sido clave en su triunfo. Sobre todo porque le ha imbuido las ganas de convertirse en un campe¨®n capaz de vencer, primero, a su propia timidez. Lo que m¨¢s le sorprendi¨® a Lendl cuando empez¨® a entrenarle fue descubrir que Andy Murray ten¨ªa miedo de que su vida cambiara si se convert¨ªa en una gran estrella. Ahora tiene ocasi¨®n de descubrir si es verdad lo que le dijo Lendl: lo ¨²nico que cambiar¨¢ es que le guardar¨¢n la mesa m¨¢s discreta en los restaurantes y podr¨¢ elegir a qu¨¦ hora quiere ocupar el green en los mejores campos de golf¡
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